Contenido creado por Marina Santini
Seré curioso

Seré Curioso

Daniel Castro: "Éramos campeones de la democracia, ahora hay señales preocupantes"

No quiere la Ley de Medios, dice que el gobierno no comunica bien y que lo que no entiende (como Juan Sartori), lo asusta.

20.06.2019 06:16

Lectura: 27'

2019-06-20T06:16:00-03:00
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Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López


En su primer trabajo tenía que dar la temperatura y la hora en radio Zorrilla de San Martín de Tacuarembó, mientras operaba el programa. Y hasta hoy guarda un especial cariño para ese recuerdo. Porque a diferencia de otros periodistas, él no tuvo que pasar por otros rubros antes de abrazar la comunicación. Fue casual, y causal. Tras un berrinche juvenil por no haber sido tenido en cuenta para un programa político, tuvo que golpear una puerta, salir a vender avisos y, golpe de suerte mediante, ponerse tras el micrófono.

Luego se dio la llegada a Montevideo para probar suerte en canal 5, una pasantía en radio Sarandí y su desembarco en canal 4, donde continúa trabajando. Hoy es el conductor central de Telenoche y también está al frente de Todas las Voces, el periodístico que fomenta el debate de temas de actualidad y política, y este año se despachó con los dos primeros debates en TV entre precandidatos después de 25 años (primero con Talvi-Andrade, y para el 25 de junio se anuncia Cosse-Larrañaga). Además, sigue en radio, su primera pasión: conduce el Informativo Carve.

Daniel Castro -53 años, padre de cinco y abuelo de dos- se muestra preocupado por algunas "señales" de debilitamiento de la democracia, dice sin ambages que lo "asusta" lo que no entiende... como el millonario Juan Sartori. Espera poder entrevistarlo en breve para entender un poco más la forma de hacer política de este precandidato. Despotrica contra la Ley de Medios, asegura que el Poder Ejecutivo no comunica bien y señala que a las fake news se le gana chequeando todo, pero antes, dudando. Siempre dudando.

-Empezaste en el periodismo en tu Tacuarembó natal. ¿Cómo se da tu ingreso a radio Zorrilla de Tacuarembó?

-Como locutor-operador. En aquel momento necesitaba un trabajo y lo que surgió fue un cargo estrictamente técnico, que era la operación a las 5.30 de la mañana y la locución donde decía la hora y la temperatura. La primera vez que con 19 años dije la hora y la temperatura en radio Zorrilla de San Martín fue un momento inolvidable, imaginate... Además, en ese momento tuve la noticia de que iba a ser padre -hasta ahí mi vida era totalmente relajada- y cuando sentí aquel cimbronazo fue una convocatoria a ponerme los pantalones. Así fue que empecé a buscar trabajo. Encontré en Luis Osvaldo Dini, que era el director de la radio, un gesto de esos que no se olvidan más. Yo me había ido muy enojado de la radio, tras un ensayo que habíamos hecho un grupo de jóvenes de la radio, un ensayo que pretendía ser un programa político cuando recién estaba asomando la democracia. Con la irreverencia propia de los jóvenes hacíamos algunas metidas de pata, además él tenía una posición muy marcada -era pachequista, fue consejero de Estado-, era duro conciliar con él en sus ideas, sobre todo en la alborada de aquella democracia.

Pasé de ser locutor-operador a tener un programa en la tarde, pero yo no era empleado de la radio, participaba casi como oyente privilegiado en el estudio, y a veces metía algún bocado. Y cuando llegan las elecciones (de 1984) tenía la esperanza de que me convocaran a algún programa político, y no surgió la convocatoria. Esa decepción me hizo caer en una especie de pesar y resentimiento, a tal punto que con Ricardo Lamancha -ahora es locutor- nos embanderamos con una bandera política frente a la plaza (creo que era una bandera del Partido Comunista), pasamos en moto flameando aquella bandera y Luis Osvaldo nos miraba desde el balcón de la radio. Lo hicimos más como un acto de provocación. Y aún con ese antecedente, cuando surgió el embarazo de quien es madre de mis hijos mayores, caí con la cola entre las patas a pedirle trabajo a Luis Osvaldo. Primero me dijo: "Salí a vender publicidad" y lo tomé como una tomadura de pelo, porque ellos tenían el monopolio sobre la torta publicitaria de Tacuarembó. En consecuencia, era difícil para un gurí de 20 años conseguir un sponsor que ya no tuviera la radio. Me había tenido que vestir de traje para caminar todo 18 (de Julio) y 25 (de Mayo), nadie me dio bolilla, no vendí nada, y volví al canal y le dejé la carpeta con los avisos. Y justo en ese interín surgió la chance de abrir la radio y ahí se dio la vacante para locutor-operador. A partir de ese gesto de enorme grandeza, Dini se transformó en mi principal docente en un camino de autodidacta.

-Era un multimedio y ahí también empezaste en TV, donde tuviste un programa infantil y luego un programa de producción propia...

-Dante, hermano de Luis Osvaldo y gran amigo, me propuso en un momento: "Tenemos que hacer un programa infantil". Yo sentía que no era mi perfil, que era medio tronco para eso, pero al final vi una oportunidad... Y pensé: "Si hacemos esto el domingo a la mañana, y le mechamos otras cosas como baby-fútbol, acciones sociales, grupos de padres apoyando las escuelas, organizaciones en Tacuarembó trabajando con niños". Después de ese descubrimiento, a partir de los niños, fui ampliando, hasta que en un momento se había transformado en una referencia en Tacuarembó. Los domingos de mañana la gente veía "Entre amigos". Y en ese momento encontré mi vocación, creo. Me sentí cómodo porque si tengo que unir aquel momento con éste, el hilo sigue siendo la curiosidad.

"Los domingos de mañana la gente veía Entre amigos. Y en ese momento encontré mi vocación. Me sentí cómodo porque si tengo que unir aquel momento con éste, el hilo sigue siendo la curiosidad"

-Hasta que te presentaste en un concurso para entrar a canal 5 (hoy TNU) y entraste, entre 100 aspirantes. ¿Te tenías fe o te presentaste por aquello de que no hay peor gestión que la que no se intenta?

-Exacto, eso último. Estábamos mirando una novela que pasaba canal 5, una brasileña muy famosa, y la tanda estaba la convocatoria. Y en ese momento a mí me manijeaban: "Che, pero ¿vos qué estás haciendo acá? Tenés que irte a Montevideo, esto ya te quedó chico". Yo pensaba: "¿Qué voy a ir? Estoy bárbaro acá, tengo mi familia, mis padres, mis amigos, juego al fútbol los fines de semana, voy a pescar", pero también estaba aquello de preguntarme hasta dónde podía llegar. Entonces, dije: "Bueno, ya que insisten con que estoy para algo más, voy a probarme, voy a medirme". Pero sin ninguna expectativa, era fantasioso. Cuando llegué, además, y vi una cola llena de gente, seguí de largo. Me fui a un bar muy conocido a unas cuadras de ahí y tomé un café. Pensaba hacer tiempo y tomarme el primer ómnibus que saliera para Tacuarembó. Y cuando regresaba, tuve que pasar por la cola llena de aspirantes, y ahí me dije: "Toda la expectativa que generé en mi familia, toda la movida que hice, me autorizaron a faltar en el trabajo, ¿y voy a volver a decir que no me animé?" Entonces, hice la cola.

Había tipos muy bien trajeados, una facha tremenda, se veía que estaban preparados, chicas muy bonitas, pero se fueron decantando etapas, fui ganando hasta que quedé yo. Y a partir de ahí ya empecé a pensar en venirme a Montevideo, pero igual la plata no me alcanzaba para mantener a mi pareja y mis hijos...

-Hasta que Julio Villegas te abre una puerta en radio Sarandí...

-Claro. Ese fue otro golpe de fortuna que tuve. Yo ya estaba desencantado de estar en Montevideo, tenía que tomar decisiones en poco tiempo porque si eso no avanzaba desde lo económico como para permitirme traer a mi familia, yo me tenía que volver. Ellos se habían quedado en Tacuarembó. La radio en la que siempre soñé trabajar fue Sarandí, entonces fui directo a Sarandí a golpear la puerta. La recepcionista me dijo que eso no se manejaba así... Pero en ese momento que yo estaba diciéndole a ella que quería trabajar ahí, sale de la redacción Julio Villegas y me escucha. Y ahí me dice: "A ver, pase por acá". Me hizo leer un cable, una noticia, y me dijo:"¿Lo ubico en algún teléfono acá en Montevideo?". Le di el teléfono de lo de mi hermano, donde yo me estaba quedando, y le pregunté cómo hacía para irme hasta canal 5. Él salió de ahí, me acompañó hasta la parada y me explicó qué bondi tomarme, dónde me tenía que bajar y cuántas cuadras caminar hasta el canal. Ahí no le di la trascendencia a la cosa, pero con el tiempo caí: "Villegas salió de la radio, me acompañó y me dijo cómo llegar hasta el 5". Me llamó unos días después y me ofreció hacer una suplencia porque había dos bajas, de periodistas que estaban de licencia. Y ahí empecé.

-¿Y en canal 4 desde hace cuántos años, obviando el paréntesis de unos meses?

-Sacando el paréntesis, 22 años.

-Has vivido gobiernos de varios colores, te tocó cubrir varias elecciones. ¿Has recibido presiones políticas o comerciales?

-No... A veces uno revisa y dice: "A ver, ¿cuál es la creencia más difundida de uno de los tres canales privados, con el poder inmenso que tiene la TV?" Que hay presiones. Yo tuve una altísima exposición en algún momento de mi vida, como una entrevista que hacía todas las mañanas, y de golpe lo que venía era una discusión sobre el hecho consumado. Había un legítimo derecho del dueño a cuestionarme algo que no le había gustado, pero la nota ya había salido; nunca antes de las notas. Cuando arranqué me decían que me iban a querer marcar la línea, a cuestionarme o querer dirigirme, y no fue así. De hecho, tuve algunos incidentes, que no merecen ni siquiera el recuerdo, con algunas personas que venían con la credencial de ser amigos del dueño del canal. Recuerdo uno particularmente, que además ocupaba un cargo en una empresa pública, que antes de empezar la entrevista me dijo: "Estas son las preguntas que me tenés que hacer". Le dije: "Le quiero decir que esta entrevista no va a salir". Al final se la hice, pero duró 3 minutos, fue la entrevista más breve de todas las entrevistas que hice, que solían durar 20. Y el canal me bancó.

"Recuerdo uno que vino con la credencial de ser amigo del dueño del canal y ocupaba un cargo en una empresa pública. Antes de empezar me dijo: 'Estas son las preguntas que me tenés que hacer'. Le dije: 'Esta entrevista no va a salir'. Al final se la hice, duró 3 minutos, fue la entrevista más breve de mi vida"

-En tus entrevistas mañaneras en el 4 tuviste dos muy recordadas: una a Luis Alberto Lacalle y otra a Danilo Astori. ¿Cómo las evocás, con el paso del tiempo?

-Son distintas, y en las dos asumo dos errores personales que hicieron que se debilitaran. En el caso de Lacalle, yo tenía la chance de cortar con el clima tenso que se había generado, que no contribuía, y no tuve mejor idea que pedir una entrevista que teníamos con (Gerardo) Caetano que ya estaba determinada, comentando su percepción sobre los candidatos a la Presidencia. Caetano había hablado de Mujica y naturalmente iba a hablar de Lacalle, y era crítico con él. Y cuando presento esa nota, para salir del momento tenso, me dice Lacalle: "Ah, y ahora va a presentar una entrevista con el 'objetivo' de Caetano". Entendió que yo estaba echando leña al fuego, cuando mi idea fue la contraria, y me salió mal. Al tiempo el canal me pidió que realizara entrevistas con expresidentes por un aniversario importante para el canal, y me tocó entrevistar a Lacalle nuevamente. Lo asumí como un trabajo que tenía que hacer. Cuando llegué a su despacho, abrió los brazos y me dio un abrazo, incluso me dijo "hijito" y no se habló más del tema. Eso fue en la campaña que él perdió con Mujica (2009).

Lo de Astori también fue tensa. Hoy es más común, está más extendido, que el periodista haga hincapié en sus opiniones. Si bien yo no ejerzo el periodismo de opinión, lo respeto. Mi error fue asumir como propia la postura de un ciudadano común y corriente cuando yo estaba haciendo una entrevista periodística. Yo pude haber señalado un sentimiento como "la opinión de la gente" y lo hice mío. La gente opinaba que aquello de Pluna era una vergüenza, pero para el formato de una entrevista periodística, yo no puedo decir: "Esto es una vergüenza". O por lo menos, en aquel momento me parece que no correspondía. Y siendo una pieza periodística interesante, creo que a través de esa fisura, se desmereció un poco. Después, también, con el tiempo se superó. Hay un momento en que uno traza raya y dice: él estaba cumpliendo su tarea como yo estaba cumpliendo la mía. En ese ejercicio de la libertad se dio este intercambio, pero quedó superado.

-En diciembre de 2014 te tocó irte del canal, y volver unos meses después, en agosto de 2015, para reemplazar a Fernando Vilar en la conducción de la edición central de Telenoche. ¿Te costó tomar la decisión de volver, o lo estabas anhelando?

-En algún momento se había planteado como posibilidad, estaba hablado, acordado... Lo que sucedió fue que tuve el ofrecimiento de un desafío muy grande para mi carrera, que fue asumir un programa matinal en una radio como El Espectador, en el espacio que dejaba un profesional de las características de Emiliano (Cotelo). Cerraba por todos lados. Pero a su vez, me fui del canal con una sensación que me sorprendió en aquel momento, y luego me di cuenta que se había generado un buen vínculo. Hugo Romay me deseó suerte y me dijo que las puertas quedaban abiertas. Cuando terminó el primer programa al aire en El Espectador, el primer llamado que recibí fue el de Hugo, y volvió a decirme que las puertas del canal estaban abiertas. Cuando surge una circunstancia de reestructura, me convocaron y yo entendí que se concretaba aquello que tanto tiempo atrás se había mencionado.

-¿Cómo podrías calificar tu relación con Vilar?

-(Piensa) ¿La que hubo en aquel momento? La que hubo en aquel momento fue una relación correcta. Y después habría que preguntarle a él... La verdad, nunca entendí muy bien.

-Tuviste un nuevo desafío en tu carrera, y en la TV en particular, cuando comenzás a conducir Todas las Voces, un programa de debate de temas políticos. ¿Pensabas que rendiría, que tendría rating y la gente se engancharía?

-Pensé que había muchas posibilidades de que el formato prendiera, porque uno es periodista, pero también es vecino, padre, hijo, y yo notaba que la gente tenía ganas de ver algo así. Y cuando uno mira del otro lado del río, se da cuenta de la repercusión que tienen los programas políticos, suponíamos que eso podía encajar en este momento en Uruguay, y fue así. Pero lo que nadie esperaba -aún los que analizan contenidos y productos televisivos- nadie imaginaba que iba a tener la repercusión que tuvo, porque efectivamente contactamos con una demanda de la gente, pero sin imaginar que iba a tener esa dimensión. Así fue generándose ese espacio, típico de debates, con altura, con seriedad, con responsabilidad, y fue quedando instaurado.

-Hablando de debate: ¿te sentís protagonista de algo importante tras moderar los dos primeros debates entre precandidatos a la Presidencia después de 25 años sin debates en TV?

-Protagonista en cuanto a la conformación estética, pero soy un testigo privilegiado de un acontecimiento muy importante. Se dio un debate histórico después de muchos años, pero lo mío fue el papel de quien representa al medio, que fue quien fomentó ese espacio de libertad. Entonces, protagonista si querés, en términos prácticos, pero sobre todo, un privilegiado por haber participado de ese momento. Y ahora le sumamos el debate que se viene entre Carolina Cosse y Jorge Larrañaga.

-¿Por dónde pasa la clave del éxito para salir indemne de un programa con ese formato, donde actuás de moderador?

-Por seguir una línea maestra que nos trazamos, que tiene que ver con eso de conectar también con la idiosincrasia del ciudadano uruguayo típico...

-...que no quiere conventillo, que no quiere sensacionalismo...

-Algo de eso, algo de eso, y no me tomo la atribución de interpretar o decodificar cómo siente la gente estas instancias. Creo que hay gente que tiene interés en ver un poco más de crispación. Pero estamos en un momento tan delicado, que vos imaginate que para lo demás están las redes, quien quiera un poco más esa polémica un poco más picante, lo tienen en redes. Nosotros teníamos un cometido esencial, en un momento en que se empieza a advertir un declive en el valor que tiene la democracia. Nosotros éramos campeones mundiales de la democracia en práctica pura, y ahora hay señales que nos deberían preocupar a todos.

"Nosotros éramos campeones mundiales de la democracia en práctica pura, y ahora hay señales que nos deberían preocupar a todos. Es la típica rajadura en la pared, que si no la atendés, se puede transformar en una grieta importante"

-¿Cómo cuáles?

-Los índices que te indican que la consideración que tiene el uruguayo hacia la democracia son menores a la que se tenía hace algunos años. Es la típica rajadura en la pared, si no la atendés, se puede transformar en una grieta importante. Hasta se nota un declive en la participación de las internas. Veníamos de un 40 y algo por ciento, hasta caer en un 37% en la última elección, ahora hay una tendencia a se mantenga por ahí. ¿Por qué la gente está perdiendo interés en la política? Porque la política no le está dando garantías de que sea el medio más eficaz. Eso hay que reivindicarlo. ¿Y cómo se reivindica? Diciéndole a la gente: "acá hay posibilidades de que dos propuestas totalmente contrastantes, discrepantes y antagónicas, puedan participar de un mismo espacio en televisión, con convicción, pero con respeto". Esa es una señal para todos. Es fortalecernos como sociedad y como democracia.

-Cuando terminó, ¿hiciste la misma lectura que cada uno en sus casas? Me refiero a decir: "ganó Andrade" o "ganó Talvi". Porque supongo que vas evaluando quién se muestra más sólido o con mejores argumentos...

-No, no... Me afilié a algo bastante difundido por estas horas: al ganamos todos. Me refiero a los protagonistas del debate, al medio que había generado ese espacio, y a la sociedad. Después, uno notaba la repercusión que generó y vi que había una ganancia para todos. Cuando ves claramente que hubo momento donde cada uno de ellos marcó posición y fiel al estilo de cada uno fueron capaces de manejar los tiempos con el respeto con que lo hicieron, y los temas que trataron, que fueron profundos, cada uno marcó sus goles, hablando en términos futbolísticos.

-¿Cómo ves el periodismo uruguayo hoy?

-El periodismo uruguayo está en una etapa efervescente. Está reivindicando su papel, está demostrando que es fundamental ejercer un buen periodismo en un momento donde hay institucionalidades que pueden estar debilitadas. Un periodismo fuerte, serio, comprometido como el que tenemos hoy lo que hace es fortalecer a una democracia... Hay varios ejemplos (el periodismo en el caso Sendic, la nota sobre Gavazzo en el Tribunal de Honor, el caso Placeres) que dan la pauta de que el periodismo está a la altura de las circunstancias. Después, como en cada oficio o profesión, hay buenos y malos periodistas. El asunto es cuando uno practica su oficio desde la honestidad. Yo puedo acertar y si le erro es de burro, y no de malintencionado, no por operar. Eso es fundamental: ejercer la profesión desde la honestidad. No tengo más que elogios para la mayoría del periodismo.

-¿Cómo se sale, desde el periodismo, de las malintencionadas fake news? Porque pensábamos que no iban a impactar tanto y sin embargo, han permeado el sistema político uruguayo...

-Se sale con lo básico del periodismo: con chequear la información que nos llega, contrastar, dudar. Ahora tenemos más herramientas para descubrir la falsedad. Lo que prima acá es dudar, eso es inherente al periodismo: la duda. Creo que va por ahí.

-¿La tele se pierde de cosas relevantes por perseguir el rating, sobre todo en el minuto a minuto?

-No, porque en el caso de Telenoche, lo que tenemos es un plan donde la estructura está lista a las 18 horas. Y después jugamos mucho con la información, la noticia en vivo. Lo que está previsto se cumple, tratamos de reaccionar ante los imprevistos, tenemos una muy buena capacidad de respuesta. Telenoche en ese sentido ha marcado un diferencial. Pero los periodistas, por lo menos, no estamos pendientes del rating. Nosotros hacemos algo y esperamos que la gente lo acepte. Además, hay una unidad de inteligencia que entiende mucho más que nosotros del rating. Lo que se hace es la evaluación del día a día pero sobre el hecho consumado. Y en general, fuera de Telenoche, no lo sé... Estoy muy concentrado en Telenoche, no sé cómo se manejan los colegas. Procederán más o menos de la misma forma, me imagino.

-¿Se justifica tener noticieros de dos horas en Uruguay, cuando en Europa y Estados Unidos suelen ser de 45 minutos o una hora?

-Acá los informativos son de esa duración (nosotros vamos de 19 a 21) porque es un producto periodístico, pero además es un segmento donde el canal también busca sostén comercial. De las dos horas hay que destacar lo que duran las tandas, por lo que el tiempo neto de noticias es razonable, me parece. Nosotros hemos incorporado una política de contextualizar la información, por lo tanto hay muchas veces un informe en el piso, con nuestros periodistas en la mesa de Telenoche.. Es decir que no se queda solo en que presenten un tape de un minuto y medio. No: aportan claves, permiten entender mejor, contextualizan la noticia. Por ponerte un ejemplo: la situación de la OIT. Eso merece algo más que un informe, y lo logramos a través de los periodistas, que buscan aportar claves para entender el tema. Antes todo quedaba resuelto en un minuto y medio y listo. No me parece exagerada la duración del noticiero. Hoy Telenoche le aportó más profundidad a las noticias.

-¿Uruguay necesita una ley de medios?

-Creo que no. La ley de medios nació con un enorme paraguas, y en realidad cuando se pone uno a pensar, es un paraguas perforado por la realidad. Me explico: la ley de medios pretendía regular cuestiones que la propia realidad se encarga de desregular. La ley de medios va bastante atrás de lo que es la realidad, porque está regulando medios tradicionales, conocidos, y hay otros medios que quedan afuera, entonces, en la medida que es un paraguas que no tapa todo el cuerpo, no tiene mucho sentido.

"La ley de Medios nació con un enorme paraguas, y es un paraguas perforado por la realidad. Pretendía regular cuestiones que la propia realidad se encarga de desregular. La ley de Medios va bastante atrás, porque está regulando medios tradicionales, y hay otros medios que quedan afuera"

-¿Comunica bien el Poder Ejecutivo?

-No. Creo que no. Sucede que hay tantos equipos de comunicación como ministerios, hay tantos equipos de comunicación como organismos del Estado, pero desde mi punto de vista, no comunica bien, no nos facilita la tarea, hay una serie de barreras cuando se busca información. Pero cuando digo barreras no me refiero a ocultar información, no digo que sea un gobierno oscurantista. Simplemente es un gobierno que se no maneja con la capacidad de reacción y la velocidad que merecen estos tiempos. Es un rumbo errático, a tientas y a locas, esa es la sensación que me queda como consumidor de información gubernamental. Veo que equivocan muchas veces la línea o en no facilitar la tarea de los periodistas. Nosotros tenemos que hurgar e investigar más allá de la verdad oficial, pero la verdad oficial debería estar más ordenada y ser un poco más profesional.

-¿Cómo ves esta campaña electoral? Se registraron 3.000 listas, hay 28 precandidatos en pugna, y algunos outsiders que no estaban en los planes: un millonario que no vivía en Uruguay y nunca había venido a votar, un ex comandante en jefe del Ejército, un expresidente de 83 años que lidera la intención de voto de un partido histórico, el rompimiento del bloque La Alternativa, las diferencias de Novick con Zubía y Facello... Pasó de todo de cara a las internas.

-Lo veo todo muy confuso. Más o menos se había configurado un escenario donde lo que se estaba definiendo era la alternancia o continuidad en el poder, y sobre esa línea todos estábamos haciendo las especulaciones típicas de este tiempo electoral. Y de repente irrumpe una cantidad de nuevos protagonistas y algunos ya conocidos, como Sanguinetti, pero que nadie sospechaba que fuera a tomar esta iniciativa, y creo que estamos todos saturados de muchos estímulos, estamos sobreestimulados. Eso hace que haya un ambiente de confusión, donde -como vos decías más temprano- haya que tener mucho más cuidado en distinguir qué es verdad de qué es mentira, lo que es un mero rumor, pero es un dato de la realidad.

El otro día veía una encuesta que decía que había una cantidad de personas que no sabía en qué fecha se votaba para las internas. Mucha gente desconoce que el 30 de junio son las internas y no son obligatorias. Y después, como te decía, hay un declive importante en la consideración que el ciudadano le da a la democracia, éramos campeones mundiales del respeto a las instituciones democráticas, y ahora hay una sensación de que se está perdiendo un poco la conexión del político con la gente. Y en el medio aparecen fenómenos que nadie comprende, o yo no alcanzo a entender. Todo está entreverado. Todavía hay tiempo para que la gente recoja algunos elementos que le permitan elegir bien, pero lo cierto es que estamos llegando con una perturbación atmosférica en el clima político, que me inquieta también como ciudadano.

-¿Has podido entrevistar a Juan Sartori?

-No. Me dicen que va a estar en la radio (Carve)... en el canal no estamos haciendo entrevistas a los precandidatos, lo haremos con los candidatos únicos de cada partido de cara a octubre. Me dicen que Sartori va a ir a mi programa en la radio para poder entrevistarlo.

-¿Qué impresión te da Sartori, el más outsider y distinto a todos los demás?

-A mí me pasa algo humano: todo lo que no entiendo, me asusta. Y no entiendo a Sartori. En consecuencia, me asusta. No porque venga a provocarnos un daño como sociedad o como país, pero yo creo que... Hace un tiempo lo decía Fernando Savater: "A veces se presenta una enfermedad oportunista, que se aprovecha de un organismo enfermo". No quiero decir que Sartori sea una enfermedad oportunista, ni que el Partido Nacional sea un organismo enfermo, pero creo sí que alguna debilidad existió en la estructura institucional para el modo en que irrumpa del modo que lo ha hecho Juan Sartori.

"Todo lo que no entiendo, me asusta. Y no entiendo a Sartori. No porque venga a provocarnos un daño como sociedad... Hace un tiempo lo decía Savater: 'A veces se presenta una enfermedad oportunista, que se aprovecha de un organismo enfermo'"

-Quizás también le quepa alguna responsabilidad al propio sistema político en no conseguir seducir a los votantes, que terminan eligiendo opciones desde fuera, a los outsiders, como pasó con Donald Trump en Estados Unidos o en menor medida con Bolsonaro en Brasil...

-Sí... Creo que lo decía el otro día el (ex) presidente Mujica: "No es tanto Sartori, sino la gente que lo acompaña". Pero también tenemos que esperar, dominar la ansiedad y ver qué pasa el 30 de junio. Antes del 30 de junio todas son especulaciones en función de las encuestas, que han expresado, además, dificultades para medir las internas. Ya lo han aclarado las encuestadoras. Por lo tanto, hay que ver cuánta gente realmente respalda con su voto la campaña de Sartori. Pero claro, el 1 de julio, ya con las cartas a la vista, el análisis deberá ser más profundo.

-¿Dejarías el periodismo, si te lo ofreciera un sector afín a tu ideología, para dedicarte a hacer política, como hicieron Mónica Bottero y Gerardo Sotelo?

-No dejaría el periodismo porque es algo que me apasiona, creo que ahí puedo aportar algo más, más allá de estar en aprendizaje permanente. Y no es tanto lo que uno quiera hacer, sino lo que uno puede hacer. Uno tiene que valorar sus fortalezas, sus aptitudes y sus debilidades. No me siento con aptitud para dedicarme a la política. La primera reacción es la de la sorpresa, pero tengo la fortuna de conocer bastante a Mónica y también a Gerardo, y no puedo de ningún modo subestimar su inteligencia, la capacidad que tienen, la forma en que se toman las cosas. No son improvisados, no puedo cuestionar de ningún modo decisiones de gente muy sensata. Yo no siento que pueda darle algo a la política.

-Tenés cinco hijos, uno de ellos (Daniel) ya está haciendo sus primeros pinos en el periodismo. ¿Qué significa eso para vos?

-Y bueno... para mí es como un sueño cumplido. Cuando hablo con él me doy cuenta de su capacidad, su talento, de sus virtudes. Por otra parte, la formación académica le dio a él un brillo que yo no poseo, carezco de esa fortaleza que te da pasar por la facultad. Si hoy me dieran a elegir entre él o yo, lo elegiría a él porque a pesar de su juventud, ya muestra uñas para guitarrero. Sin embargo, me queda el sabor agridulce de saber que está desarrollando esta carrera y a veces tiene que cargar con llamarse igual que yo. Me lo planteo cada tanto. Lo único que me jorobaría bastante era que lo asociaran bastante conmigo en el sentido de "hijo de", por llamarse igual que yo (mismo nombre y mismo apellido).

-¿Cuánto tiempo le dedicás a tu rol de abuelo?

-Muchísimo menos del que querría, porque estas cuestiones de las rutinas hacen que nos veamos poco y nada, más allá del contacto telefónico. No estoy cumpliendo con los tiempos que uno considera que deberían ser ideales para el abuelazgo.

-¿Sos feliz?

-Yo creo que la felicidad son momentos puntuales, períodos. Yo asocio mucho la felicidad a saber que quienes me rodean están bien. Me parece que lo óptimo de felicidad es que las personas que quiero están bien, en función de eso tengo a mis hijos, a mis padres, a mis nietos, a mi esposa sanos y bien. Si eso es felicidad, soy feliz. Las propias circunstancias de la vida hace que uno vaya matizando, porque uno siempre quieren que esas personas que uno ama estén muchísimo mejor que lo que están. Pero, en fin...