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“El cura gaucho”

Con Lacalle, Manini, Mujica y varias figuras, la Iglesia beatificó a Jacinto Vera

El arzobispo de Brasilia, en nombre del papa Francisco, ofició el acto. No se suspende por lluvia; podría cambiar de lugar por tormenta.

06.05.2023 08:55

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2023-05-06T08:55:00-03:00
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Montevideo Portal

Monseñor Jacinto Vera y Durán, el primer obispo de la historia del Uruguay, fue proclamado beato de la Iglesia católica por el papa Francisco, quien aprobó un milagro obtenido por la intercesión del sacerdote, según anunció en su momento la Santa Sede en su boletín oficial.

A 142 años de su fallecimiento, el sacerdote fue beatificado este sábado en una ceremonia que se celebrará en la tribuna Olímpica del Estadio Centenario. El cardenal Paulo César da Costa, arzobispo de Brasilia, representará al papa en la ceremonia que se celebrará en la capital del país.

El evento comenzó  a las 13:00 con la apertura de las puertas de la tribuna. A las 14:30 hubo una previa artística y a las 16:00 se celebró la misa de beatificación. La entrada era libre y gratuita. 

El cuarto beato uruguayo

Fue la primera vez en la historia que se celebra una beatificación en Uruguay, debido a que la de María Francisca Rubatto (1844-1904), religiosa católica italiana radicada en Uruguay que fue proclamada beata por Juan Pablo II en 1993, y canonizada por Francisco el 15 de mayo de 2022 en la Plaza de San Pedro del Vaticano, convirtiéndose en la primera santa del Uruguay, aunque no nativa.

A su vez, en marzo de 2001, el papa Juan Pablo II beatificó a dos hermanas uruguayas, Dolores y Consuelo Aguiar-Mella, por el martirio que sufrieron el 19 de setiembre de 1936, cuando fueron asesinadas por las “milicias rojas” durante la guerra civil española. Por este motivo, Jacinto Vera se convierte en el cuarto uruguayo en ser beatificado.

Según explica la Arquidiócesis de Montevideo, el término beato significa feliz (proviene del latín beatus) o bienaventurado. “La Iglesia nos enseña que los beatos ya gozan en el cielo de la presencia de Dios e interceden desde allí por nosotros. La beatificación es el último paso previo a la canonización, es decir a ser declarado santo”, expresaron.

“El beato llega al ‘honor de los altares’, sus imágenes pueden ser veneradas en las iglesias, se celebra su memoria litúrgica, es decir, que habrá un día en el año en que será su fiesta [en general el día de su muerte, llamado dies natalis], donde en la misa y otras celebraciones del día se lo recordará especialmente, como se hace con los santos”, agrega la arquidiócesis en su página web.

La Iglesia uruguaya impulsa la solicitud de beatificación de otras tres figuras: el padre Cacho, como se conoce al sacerdote Ruben Isidro Alonso (1929-1992); el médico y político de la Unión Cívica Salvador García Pintos (1891 - 1956), un destacado activista contra el aborto que impulsó su tipificación como delito en la Ley 9.763; y el joven Walter Chango, nacido en 1921 y fallecido en 1939. Los tres son siervos de Dios, como se denomina a los candidatos a beatos.

Jacinto Vera, el obispo gaucho

Nació en julio de 1813 en el océano Atlántico, cuando su familia viajaba en barco desde las Islas Canarias a la Banda Oriental. Fue bautizado en Nossa Senhora do Desterro, actual Florianópolis, cuando Brasil era aún parte del Reino de Portugal. Tras unos años de vivir allí, su familia continuó el viaje hacia el sur y se establecieron en la zona del actual Maldonado, entre San Carlos y Maldonado.

En 1832 comenzó su camino hacia el sacerdocio, estudiando entre 1836 y 1841 con los curas de la Compañía de Jesús (Jesuitas) en Buenos Aires. El 28 de mayo de ese año fue ordenado sacerdote y destinado a la catedral de Nuestra Señora de Guadalupe en Canelones.

Fue nombrado vicario apostólico de Uruguay en 1859, participó en 1870 en el Concilio Vaticano I y viajó a Jerusalén.

El 15 de julio de 1878 fue proclamado obispo de Montevideo, convirtiéndose en el primero en la historia uruguaya. Falleció durante una misión en Pan de Azúcar, el 6 de mayo de 1881.

“El milagro de Jacinto”

Para ser beatificado, la Iglesia católica tiene que reconocer un milagro realizado por la intercesión de la persona.

“El milagro reconocido por el papa Francisco es la curación rápida, duradera y completa de una niña de 15 años ocurrida el 8 de octubre de 1936. La niña se llamaba María del Carmen Artagaveytia Usher, hija del Dr. Mario Artagaveytia, reconocido médico cirujano, y de Renée Usher. Después de una operación de apendicitis sufrió una infección que se fue agravando, hasta llegar a una situación desesperada. La niña sufría fuertes dolores. Fue atendida por los mejores médicos de la época, pero recordemos que no existía aún la penicilina”, manifestó la arquidiócesis.

“Ante este situación, un tío, Rafael Algorta Camusso, le llevó una estampa con una reliquia de Jacinto Vera y le propuso a la familia que la niña se la aplicase en la herida, y que tanto ella como su familia rezaran con toda confianza por la intercesión del siervo de Dios. Esa misma noche cesaron los dolores, se acabó la fiebre y, a la mañana siguiente, la niña se sentía completamente bien. La curación fue rápida y completa, científicamente inexplicable, comprobada por su padre y por el médico que la atendía, el Dr. García Lagos. María del Carmen Artagaveytia vivió hasta los 89 años, falleciendo en 2010”, agregaron.

Según explica la sede episcopal montevideana, en 2017 se retomó el estudio del caso, que había sido presentado al Vaticano al poco tiempo de lo sucedido.

“Se realizó un exhaustivo informe médico, que luego fue analizado por una junta médica en el Vaticano. Ante el tribunal formado para estudiar el presunto milagro, sus hijos declararon que conocían el hecho desde siempre, por el testimonio de su madre. Aportaron diversos elementos y recuerdos, entre otros, que su madre tuvo toda la vida en su mesita de luz la estampa con la reliquia de monseñor Jacinto Vera que había colocado en su herida”, remarcan.

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