Contenido creado por Sergio Pintado
Entrevistas

Dejando huella

Con Boris Igelka, presidente de Danubio

Una conversación sobre deporte, sociedad, judaísmo y uruguayez. Por Ana Jerozolimski.

16.04.2017 12:44

Lectura: 15'

2017-04-16T12:44:00-03:00
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Igelka se dice un hincha "pacífico" que nunca perdió el control. Pero su amor por Danubio, que lo acompaña desde su niñez en el Hipódromo, es gran parte de su vida. Días atrás nos recibió en su despacho. Fue una conversación sobre deporte, sociedad, judaísmo y uruguayez. La entrevista ha sido publicada en "Semanario Hebreo".

Boris, durante el período electoral tras el cual fuiste elegido como nuevo Presidente de Danubio, dijiste que querés dejar huella. ¿Qué significa eso en un club de fútbol? ¿A qué aspirás?

A dejar una marca, algo que trascienda más allá de un mero recuerdo, que quede algo para las generaciones que vienen, tanto de los míos directos como de la sociedad. Es que Danubio no solamente es el equipo de primera división que juega y se ve cada fin de semana, sino que tiene todo un entorno mucho más grande que es la gente que lo acompaña: sus socios y seguidores, más de 300 chicos en formativas...por algo le llaman "la universidad del fútbol".Fijate que tenemos AUFI (Asociación Uruguaya de Fútbol Infantil) y La Escuelita, o sea dos sectores dentro del club, que seleccionan chicos, les enseñan y los preparan para ingresarlos a las divisiones formativas formales, hasta llegar a la primera división.Y hace poco también incorporamos el fútbol femenino, con niñas. Y además, junto con la Fundación "Oportunidad", también el fútbol para personas con discapacidad mental.

Eso es inclusión.

Justamente, lo que tratamos de hacer es la inclusión social. Danubio va mucho más allá de lo que es el fútbol y lo que quiere, justamente, es la inclusión social de la barriada, de la sociedad en sí misma, aportar algo más que el fútbol. Esa  es la huella que queremos dejar. No solamente estar pendientes de si ganamos, perdemos o empatamos un fin de semana sino también poder marcar y aportar algo a los socios y la sociedad toda. En el caso de los chicos con discapacidad, es clave para ellos y para sus familias.Es una gran cosa darles a esas familias la posibilidad de que vean que sus hijos, que teóricamente estarían impedidos de realizar determinadas actividades, pueden incluirse socialmente. Creo que ese es el mayor desafío en ese sentido. Vamos por buen camino.

¿Y de dónde viene tu pasión por Danubio?

Yo nací en el Hipódromo, donde mis padres se mudaron al casarse. Mi padre había vivido antes en  Emilio Reus. Tenía una señora que me cuidaba y me llevaba a tomar la leche enfrente a donde es hoy el estadio de Danubio. Ahí empecé a sentir el nombre de Danubio y me fue quedando. Con el correr de los años aquello que me sonaba de chico lo empecé a vivir. Desde hace muchos años estoy vinculado al club, en una etapa estuve como abogado, ahora estoy como presidente. Y claro que siempre fui hincha del club.

 ¿Y jugaste también?

Jugué al fútbol, pero no profesional, no era muy habilidoso, pero sí muy aguerrido.

¿Se es mejor presidente quizás, si uno fue jugador profesional, o con haber sido hincha alcanza?

Obviamente que los vestuarios enseñan, pero creo que cada cosa tiene que ir en su lugar, una cosa es ser dirigente y otra, jugador. Ser dirigente implica muchísimas cosas, lo que sí uno tiene que estar bien asesorado, o por lo menos bien respaldado, que es lo que nosotros hacemos. Hay áreas en las que evidentemente yo no puedo incursionar. Los periodistas a veces me preguntan qué opino de la forma de juego de uno o del otro y yo generalmente digo que, si bien uno como espectador o hincha puede tener determinados criterios-porque en este país somos 3,5 millones de técnicos y jugadores y  opinamos de todo- ese tema no debe ser para mí como presidente.

¿Cuál es el alcance del club, cuán fuerte es?

Danubio mueve más de tres millones de dólares por año, tiene un presupuesto de entre 250.000 y 300.000 dólares por mes. Tenemos dos complejos, en uno están las divisiones formativas y en el otro, al lado del Complejo Celeste, practican la primera y la tercera división, tiene todas sus instalaciones, después está la sede social, con un gimnasio con pesas, con máquinas de última generación y demás...

Permitime que te haga una pregunta muy básica. ¿Cómo ubico a Danubio en el mapa del fútbol uruguayo?

Yo te diría que es el tercer equipo del medio, están Peñarol y Nacional, que nadie puede discutir la masa que arrastran, y después están Danubio, Defensor Sporting, Cerro...

¿Esto es en cantidad de socios, los logros futbolísticos..?

En seguidores, después de Peñarol y Nacional viene Danubio. Vos mirás en los partidos de local y de visitante y la hinchada de Danubio es la que más acompaña. Después vienen Cerro, Rampla... Defensor viene allá atrás en ese sentido. Pero en cuanto a campeonatos, a logros deportivos, Danubio tiene cuatro campeonatos uruguayos. También está la trascendencia internacional, los jugadores de mayor jerarquía que se han exportado salieron de las canteras de Danubio.

¿Sos loco en la hinchada?

No, no, nunca perdí el control. Siempre fui muy pacífico. Sí me gusta ver las reacciones de la gente, me encanta ir al estadio para ver cómo se transforma la gente, hay profesionales que uno los ve de saco y corbata y después los ve en el estadio diciendo cualquier barbaridad. La gran mayoría se desacata en el estadio, es una forma de expresión, ¿no? Es una forma de descargarse. Lo bueno que tiene el fútbol, y es lo que yo veo en la sociedad que me encanta, es que le permite a cualquier poder disfrutar el resto de la semana. Va el sábado o el domingo pero después tiene de lunes a viernes para poder hablar de lo que pasó el fin de semana. Para mucha gente es su salida del fin de semana, es el tema de conversación, es el tema de la familia. Justamente, una de las cosas que también tenemos que intentar, con el esfuerzo de todos los dirigentes, es que vuelva la familia al fútbol.

En realidad, se puede ir con tranquilidad con la familia al estadio solo cuando juegan la Celeste o los cuadros chicos...no Nacional y Peñarol. Eso duele ¿no?

Yo me acuerdo que en mi época moza íbamos con amigos que unos eran de Peñarol, de Nacional, del cuadro que fuera e íbamos y volvíamos todos juntos, no pasaba absolutamente nada. Esa es otra de las cosas que tiene Danubio, porque es el tercero y porque en simpatía creo que la mayor cantidad de gente que no es de Danubio, pero tiene un segundo cuadro, ese es Danubio, porque es un cuadro simpático, que siempre intenta jugar bien al fútbol, aquel que es futbolero va a ver que Danubio siempre propone y que incluso cuando es visitante juega como si fuera locatario. Eso a la gente le gusta, va a ver el fútbol en su esencia, cosa que no sucede con la gran mayoría de los otros clubes.

¿Vos vas al estadio solo cuando juegan Danubio y Uruguay o vas a ver a otros equipos también?

Antes de ser presidente iba más al fútbol, a ver otros cuadros, ahora como presidente estoy con mucha actividad, entonces voy a ver a Danubio siempre, salvo que no esté en el país, y a la Celeste también la sigo.

¿Se puede decir qué despierta más pasión, si la Celeste o el equipo de uno?

A mí me apasionan las dos cosas, la Celeste es Uruguay y Uruguay es todo, entonces siempre me apasiona ir a ver a la selección y lo disfruto. Lo otro es una pasión que tiene otro sentimiento, más partidario. Me causan buenas sensaciones las dos situaciones.

Una vida con el fútbol

Tu relación con el fútbol no pasa sólo por Danubio... ¿verdad?

Así es. Siempre estuve cerca del fútbol, ya sea como profesional, abogado, asesorando a contratistas, representantes, clubes, jugadores, etcétera. Después, a raíz de esa actividad, me convocaron para integrar los tribunales jurisdiccionales de la AUF, estuve cuatro años en la Comisión Disciplinaria, ex Tribunal de Penas, y hasta diciembre, cuando accedí al cargo de presidente, hacía ocho años que ejercía como miembro del Tribunal de Contiendas. El Tribunal de Penas era como el juzgado penal de la AUF y el de Contiendas es el que hace toda la parte civil, dirime todos los problemas civiles que se generan entre los integrantes de la AUF -los clubes- y organizaciones vinculadas a la AUF, y todos aquellos temas que no se sabía a quién correspondían, todo lo residual.

¿Con qué lidia el Tribunal de Penas? Por ejemplo, ¿con las hinchadas violentas?

Exacto. En su momento fue nuestro tribunal el que aplicó una de las sanciones más severas, la quita de 12 puntos a Peñarol, que quedó último en el campeonato...Y  seis puntos a Cerro después de un enfrentamiento entre ambos. Peñarol quedó último en el campeonato y Cerro descendió a la segunda división.

¿Perder puntos es más grave que, por ejemplo, impedir la entrada al estadio?

Yo creo que lo más grave es la pérdida de los puntos, que uno los gana en el juego y los termina perdiendo en los mostradores. Creo que la quita de puntos es la sanción más severa. Después hay sanciones pecuniarias, como el cierre de estadios que, por ejemplo, cuando Peñarol no tenía estadio propio era una utopía, porque cerrarle el estadio a Peñarol era impedirle jugar en el estadio Centenario, que no era su estadio. Ahora le aplicaron una sanción a Nacional, que durante cinco partidos no puede ser locatario [La sanción implica que Nacional no puede ser local en su estadio, el Gran Parque Central, sí en otro estadio que está alquilando], hay quienes dicen que es más gravoso impedir jugar en el estadio de un cuadro que sacarle tres puntos... Todo depende de los ojos con los que se mire, para el que tiene que pagar siempre es caro y para el que tiene que cobrar siempre es barato.

Hace años yo tuve la suerte de estar sentado viendo un partido y tener a mis costados a dos estrellas del fútbol uruguayo, Raúl Bentancur y el Lito Silva, y respecto a una misma jugada los dos opinaron distintos, y eso me dijo a mí que yo también podía opinar, porque si ellos opinan así, ¿yo por qué no voy a poder? Acá somos todos opinólogos, todos podemos hablar y decir "Fulano estuvo bien" o "Fulano estuvo mal". Una de las cosas que estoy haciendo en Danubio, justamente para evitar el lleva y trae, es instaurar una página que se llama "El presidente responde", entonces trato de que la gente no se deje llevar por rumores.

Muy buena idea.

Sí, todas las semanas llegan preguntas al Departamento de Comunicaciones, que las filtra, para que no sean todas repetidas, las unifica, me las pasa y yo semanalmente las contesto. Las redes sociales tienen una gran influencia hoy en día, entonces de una mentira o un rumor se crea una verdad para la gente que no es tal. De esa forma tratamos de controlarlo. Yo al principio decía: cómo puede ser que estén comentando esto si acá nosotros resolvimos otra cosa totalmente distinta, yo que lo estoy viviendo, yo que soy el que pone la firma, no lo reconozco y sin embargo están hablando de esto. De esta forma hemos tratado de allanar el camino. La gente está contenta con eso, se siente bien y pregunta.

El hogar y la comunidad

Mencionaste  Emilio Reus... contame un poquito cómo era el hogar en el que creciste.

Yo crecí en una familia que no era ortodoxa, que no me inculcó ni me impuso los valores judaicos, simplemente me hizo vivirlos y dejó que yo me desarrollara en ese sentido. También por las zonas en las cuales vivimos estaba más con gente que no era de la colectividad que con gente que sí lo era. En mi hogar cuando mis padres tenían que hablar de algo que no querían que nos enterábamos hablaban en idish, pero después de eso era muy asimilado a la sociedad en sí. En ese sentido me permitieron desarrollarme sin inculcarme nada en forma rígida. Ambos llegaron a Uruguay desde Polonia, a mediados de los años 30. Vivían en Goes, mi padre vivía frente a donde vivía tu papá, ahí vivía mi abuela, a la que yo  visitaba. Yo era muy chiquito cuando ella falleció, pero me acuerdo perfectamente de su casa, su perrito y lo que era la calle de Emilio Reus en ese entonces.

¿Te acordás si sentías que estabas creciendo en un hogar de inmigrantes?

No, mis padres se adaptaron muy bien a la sociedad uruguaya y nunca me hicieron ver de esa manera, ni siquiera razoné que estaba viviendo en una casa de inmigrantes, al contrario. Mi padre llegó con 18 años, solo, después de mil peripecias y enseguida se adaptó. Mi mamá también, y fue una persona que se destacó dentro de la comunidad, siempre aportando y trabajando para llevarle a otros lo que no tenían, como en las Damas Rosadas u otros marcos. Aparte de siempre sentir la pertenencia al pueblo judío ,siempre estuvieron integrados a la sociedad..

Mi papá compró una ferretería en el Hipódromo y por eso nos mudamos. Vivíamos en el fondo. Papá siempre se sentía muy judío pero no era de ir a la sinagoga. Y aunque él no respetaba Iom Kipur,el Día del Perdón,  yo sí lo respeto. Él te dejaba hacer, eso estaba bueno. Yo desde chico empecé a viajar, cuando nadie viajaba, a los 15 años fui a Estados Unidos y él me incentivaba para que conociera el mundo, saliera, viviera. Si vos te remontás a los años 60, 65, 70, no era común, cuando todos vivían como encerrados él a mí me hacía ver el mundo.

Él vino de joven y empezaron una nueva vida, ¿sentís que era una vida de lucha para abrirse camino?

Sí, él siempre fue ambicioso sin desmedirse, siempre luchó porque su familia viviera bien, pero siempre viviendo. Él también empezó a salir al mundo apenas pudo, no era el tema de amorralar sino de vivir, no era ganar para guardar, aquello que hacían muchos inmigrantes por la situación que vivieron de desesperación, de guardar por las dudas. Él era un tipo muy ordenado, mi mamá también, en eso eran uno para el otro, se administraban espectacularmente bien y nos enseñaron a hacerlo. Ellos vivían, viajaron incluso cuando otros, que estaban en mejor situación económica, no lo hacían, enseguida quisieron abrirse al mundo. Y la verdad es que mi papá se hizo solo...Sin  tener una enseñanza universitaria fue un universitario de la vida.

¿Cómo explicás tantos judíos en el deporte nacional? Tres equipos de primera división, Defensor, Danubio y Rentistas que tienen al frente a judíos, hay también un montón de periodistas deportivos que son de la colectividad. ¿Hay algo para analizar sociológicamente o es mera casualidad?

No, yo creo que es simplemente porque somos parte de la sociedad, para mí nunca existió diferenciación entre ser judío o no para estar en un lado u otro. Nunca me sentí excluido ni diferenciado por mi condición de judío, que para mí es un orgullo serlo, todo el mundo lo sabe. Es más, creo que cuando uno se muestra orgulloso de sus raíces es cuando es más respetado. Yo eso lo siento, siento que, en el club, donde somos poquitos los hinchas de la colectividad, siempre me han respetado. Estoy donde estoy porque me eligieron.  Incluso aquellos que no me votaron, cuando viene una festividad yo siempre lo hago público en redes sociales, porque me gusta compartir y transmitir, y la verdad que siento que hay curiosidad, interés y respeto, sobre todo respeto. Nunca sentí algo que me haga considerar que pueda ser discriminado, al contrario. Siempre me he movido socialmente desde chico, en el Hipódromo, en Punta Gorda, iba a escuela y liceo públicos, fui a la Universidad de la República, mi ejercicio de la profesión es liberal, en el sentido de estar tocando todos los medios, nunca me concentré en los medios sociales. Eso sí, todos los mediodías que estoy en Uruguay voy a Hebraica Macabi, eso es sagrado, soy socio inaugurador del gimnasio...

Vas a entrenarte.

Todos los días, desde el 8 de agosto de 1974, cuando se fundó el gimnasio de la calle Camacuá. Eso no lo cambio. Fui secretario de la directiva de Hebraica hace muchos años. Es mi único vínculo directo con la comunidad, después toda la parte política nunca me interesó.

La vivencia judía comunitaria no pasa por la parte institucional necesariamente, aunque esa es una opción. ¿Qué es para vos  ser un judío uruguayo?

Para mí ser un judío uruguayo es mantener las tradiciones. Yo respeto absolutamente todas las festividades, no en forma ortodoxa, tenemos el Kabalat Shabat familiar (la cena de los viernes a la noche)  en la casa de mis suegros.. Es  demostrar lo que uno es, no renegar de lo que uno es en todos los ámbitos. En Yom Kippur , el Día del Perdón, no como, ahora pronto empezaré a comer matzá, el pan ázimo de Pesaj, la Pascua judía... Para mí es mantener las raíces.