Por The New York Times | Margaux Laskey
Los paquetes de huevo a diez dólares. El galón de leche a siete dólares. Las manzanas a dos dólares. A todos —hasta a Cardi B— les afectan los costos tan increíblemente elevados de los alimentos debidos a la inflación y a una serie de otros factores. Es espantoso ver cómo se dispara el importe de los alimentos, pero aunque nadie puede predecir qué ocurrirá con el precio de los comestibles el próximo año, es posible que ahorremos mucho si nos abastecemos de algunos productos cuando los encontramos a un precio más reducido. Hablamos con algunos expertos en presupuestos y con varios editores y escritores de New York Times Cooking acerca de los productos que compran y de cómo los aprovechan al máximo.
Antes de empezar
— Tal vez eres nuevo en esto de comprar a precios bajos. Si es así, mira los impresos de los supermercados (puedes usar la aplicación Flipp para localizarlos). Haz una lista antes de salir y si tu supermercado tiene una tienda en internet, compara los precios.
— Sigue los consejos de Ali Slagle, una creadora de recetas y colaboradora de New York Times Cooking, y siempre que visites una tienda de comestibles busca los ingredientes básicos que necesitas. Tal vez descubras una oferta sorpresa.
— Finalmente, la clave para comprar alimentos baratos es estar dispuestos a sacrificar la comodidad a cambio de un precio más bajo. Piensa en ir a un par de tiendas diferentes para aprovechar las ofertas; quizá valga la pena.
Huevos y productos lácteos
1. Queso: ¿Se pueden congelar los quesos duros como el mozzarella y el cheddar? Si tienes pensado derretirlos, la respuesta es “sí”. (Es posible que la textura sea un poco extraña para comerlos así cuando se descongelan). Krysten Chambrot, editora adjunta de New York Times Cooking, trocea el queso mozzarella fresco y congela las rebanadas en una bandeja para hornear, luego las mete en una bolsa de plástico resellable para usarlas en pizzas rápidas. “Nos evita tener que pedirlas a domicilio y reduce los desperdicios de dos personas”, comentó. Compren queso rallado (o en barra y rállenlo ustedes mismos) y congélenlo.
2. Mantequilla: Genevieve Ko, editora adjunta de New York Times Cooking, congela la mantequilla o, si tiene tiempo, la emplea para elaborar masa de tartas o galletas, o de golosinas completamente horneadas, y congela esto para usarlo después. (Busca las ofertas que hay para los días de fiesta en los que más se cocina, como Acción de Gracias o Navidad).
3. Leche: Natasha Janardan, productora de video social de New York Times Cooking, compra la leche en una tienda de todo por un dólar en Brooklyn, donde puede comprar 3,7 litros de leche por 4,19 dólares en vez de 7. Para empezar, considera prescindir por completo de la leche de vaca si no consumes mucha. Actualmente, casi siempre las leches alternativas son más baratas, y “1,85 litros de leche de avena dura más que la leche de vaca entera”, comentó Caroline Lange, una escritora, creadora de recetas y evaluadora de Brooklyn. La leche también puede congelarse; su consistencia cambia un poquito, pero sigue sirviendo muy bien para elaborar alimentos horneados. (Lo mismo se puede hacer con el yogurt y el suero de leche). 4. Huevos: No hay que tener miedo de comprar varios paquetes de huevo si los vemos a buen precio. En el refrigerador se conservan durante tres o cinco semanas (o más). Los huevos batidos también se pueden congelar en charolas de hielo, luego sacarlos y ponerlos dentro de una bolsa resellable para descongelarlos y usarlos después para los alimentos horneados o para hacer huevos revueltos. De igual forma, se pueden hacer tortillas de huevo —o bien, hornear tortillas de huevo en miniatura en moldes para panecillos— y congelarlas para cuando tienes prisa en la mañana.
Carnes y pescados
1. Carne molida: Alli Powell, creadora de Grocery Getting Girl, una cuenta de Instagram para comprar y cocinar a bajo costo, compra la carne molida al por mayor o en oferta, luego la divide en porciones de medio kilo o un cuarto de kilo y las congela. Genevieve Ko recomienda hacer albóndigas de carne, samosas o empanadas, las cuales se pueden congelar sin problema y luego cocerse directamente salidas del congelador.
2. Estofados: Guarda muslos de pollo con hueso, carne de res, costillas de res, espaldilla de cerdo o de cordero. Ko prepara porciones grandes de estofado y guarda los recipientes en el congelador y el refrigerador para disponer de comidas rápidas en el futuro. 3. Pescado: Nicole Donnell, creadora de Black Girl Budget, un servicio de asesoría financiera para instruir a las mujeres negras sobre las ventajas de presupuestar, compra una pieza grande de pescado y la corta en pedazos para congelar raciones selladas al vacío en vez de comprarlas por separado. Si conseguimos un par de piezas de salmón fresco, pero aún no vamos a comerlas, podemos marinarlas para que duren hasta dos días antes de cocinarlas. 4. Pollo rostizado: Vaughn Vreeland, productor de supervisión de New York Times Cooking dice: “Nunca subestimes el potencial de un pollo rostizado (sobre todo si vives solo)”. En el supermercado al que va, los ponen en oferta a 8,99 dólares todos los lunes, así que consume un poco en la cena, luego desmenuza la carne que queda y usa los huesos para caldo. Luego se hace una ensalada con la mitad del pollo desmenuzado y sopa con la otra mitad.
Productos agrícolas
1. Fruta: Ya que te hayas comido tu ración de fruta fresca, hazla en rellenos para panecillos, pasteles, panes rápidos o tartas para aprovecharla después. O bien, rebana y congela los frutos rojos, las frutas con hueso, la piña y el mango en una bandeja para hornear y almacena en una bolsa de plástico resellable para usarlos en licuados o alimentos horneados. También se puede hacer mermelada o conservas. Si te sobran manzanas o peras, hazlas puré porque estas no quedan bien cuando se descongelan.
2. Verduras desbordantes: “Cuando compras una col grande, tienes col para toda la vida”, comentó Slagle. Elige verduras que se conserven durante mucho tiempo, como los tubérculos, las cebollas, la coliflor, las coles de Bruselas y la col. Después haz verduras en escabeche con las verduras resistentes que ya no están tan frescas: sumérgelas en una salmuera que te haya sobrado y refrigera. En unos cuantos días serán un estupendo ingrediente para los sándwiches y las ensaladas.
3. Verduras de hojas verdes y hierbas: Ko sugiere que si las ves en oferta (o tienes muchas que están a punto de caducar), las cocines o las conviertas en salsa para guardarlas en el refrigerador o el congelador porque, de otra manera, ocupan demasiado espacio. Y si tienes una bolsa de hojas verdes que están a punto de ponerse viscosas, no tienen por qué marchitarse si no puedes dedicarles el tiempo. Mételas al congelador tal y como están y saca un puñado para usarlas en licuados o sopas. 4. Comidas congeladas: Busca ofertas de verduras y frutas congeladas, sobre todo de productos que no son de temporada y que le encantan a tu familia. Estos se congelan justo cuando están más frescos, así que su sabor casi no cambia, en especial cuando se usan en sopas, alimentos horneados, guisos y frituras. Además, casi todos ya están picados, así que no tienes que prepararlos. Intenta servirles a tus hijos fruta congelada —frutos rojos, duraznos, mango o piña— cuando quieran comer algo dulce, pero no azucarado. 5. Limones y limas: Resulta mucho más barato comprar una bolsa de limas o limones que comprarlos por separado. Aparta algunos y congela el resto. De acuerdo con Beth Moncel, fundadora de Budget Bytes, el popular sitio web de cocina, “Los cítricos congelados son fáciles de rallar y cuando se descongelan, es fácil hacerlos jugo”.
Despensa
1. Frijoles: “Compra frijoles secos”, comentó Slagle. Cuestan más o menos lo mismo que una lata de frijoles, pero rendirán cuatro veces más. Vacía la mayor parte del líquido de cocción y congélalos en recipientes herméticos para usarlos en el futuro para sopas, hamburguesas veganas, humus y ensaladas de frijoles. 2. Tomates en lata: Una lata de tomates dura mucho tiempo, así que nunca es mala idea tener más en la despensa. Haz porciones grandes de salsa de tomate, minestrone o curry de tomate y congélalos.
3. Pan: En vez de dejar el pan en la barra, guárdalo en el refrigerador o el congelador. Usa el pan viejo para hacer croutones, pan tostado francés, pudín de pan o pan molido. Chambrot rehabilita el pan viejo rociándolo con agua y metiéndolo al horno a 176 grados Celsius durante aproximadamente cinco minutos.
4. Cereales: ¿Cómo es posible que sea tan caro algo que se elabora principalmente con harina? Si ves una buena oferta de tu cereal favorito, ¡almacénalo! Sin no está abierto, dura al menos un año, y abierto, más o menos tres meses. También puedes congelar cualquier cereal abierto en una bolsa de plástico resellable. Si te sobra, haz barritas de cereal o cortezas para pastel. También puedes usar el cereal triturado sin endulzar, por ejemplo las hojuelas de maíz, como sustituto de pan molido. Albóndigas de carne coreanas a la parrilla, en Nueva York, el 15 de octubre de 2018. Estilista de alimentos: Barrett Washburne. (Julia Gartland/The New York Times) Pan tostado francés, en Nueva York, en junio de 2022. Estilista de alimentos: Monica Pierini. (Julia Gartland/The New York Times)
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