Tras las condenas dictadas semanas atrás por el asesinato de Fernando Báez Sosa, los ocho rugbiers argentinos presos desde hace tres años se preparan para una nueva instancia judicial tribunales, esta vez ante la corte suprema del país vecino.

Tal como informáramos, los padres de Blas Cinalli, uno de los presidiarios, contrató por una fuerte suma a un nuevo abogado para que intente obtener una reducción de pena para su hijo.

Mientras tanto, en las últimas horas se conocieron pormenores de la estancia de otro de los condenados, Máximo Thomsen, dentro de la alcaldía del presidio de Melchor Romero, donde el grupo permanece recluido.

Según consigna el medio local A24, Thomsen redactó en las últimas horas una nota en la que afirma sentir “claustrofobia” dentro del recinto y se disculpa por “pegar patadas al buzón”, denominación que se la da a la celda en la jerga carcelaria.

En la esquela, el rugbier pidió ser visitado por un pastor y solicitó que se le entregara una Biblia como material de lectura.

De acuerdo con el citado medio, desde el presidio se expresó que el recluso presentaría angustia y síntomas asociados a la depresión. Por esa razón, se extremaron las precauciones para evitar que el homicida pueda autolesionarse o intentar suicidarse.

El estado anímico de Thomsen decayó notoriamente tras la audiencia donde se dio a conocer su condena, circunstancia en la que lloró y se desmayó.

Fernando Burlando, abogado de la familia de la víctima, dijo que las lágrimas del condenado no surgían del arrepentimiento, sino de la desazón ante su futuro, ya que pasará más de treinta años tras las rejas.