Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Hace un par de años el futbolero promedio no sabía quién era Alejandro Capuccio (44). Hoy todos lo conocen. Acaba de conseguir algo histórico: sacar campeón al Club Atlético Rentistas del Torneo Apertura, en lo que fue su primer título en Primera División en la historia del club. Capuccio todavía no se dedica al fútbol full time. Tiene cuatro empleos: trabaja como escribano en un estudio notarial que comparte con cuatro socios cerca de Facultad de Derecho, da clases en la Asociación de Entrenadores de Fútbol y en la Asociación Cristiana de Jóvenes, y además, dirige el cuerpo técnico de Primera de Rentistas, claro.
Está lejos, todavía, de dedicarse por entero al fútbol -eso que le da adrenalina, lo único que hace por vocación pura-, porque recién lo hará cuando le llegue una oferta que salve económicamente a su familia. Por eso mismo rechazó ofertas de clubes de México y Ecuador, porque "no quería cambiar dinero por momentos familiares".
El DT de "los bichos colorados" todavía tiene varios objetivos que cumplir aquí. El más inmediato es salvar a Rentistas del descenso, y anhela con jugar con el Renta la Copa Libertadores. En esta charla, en su estudio de escribanía, compartió algunas de las recetas del Rentistas campeón, incluyendo cómo trabajó durante los meses de incertidumbre de la pandemia, cuando no había fútbol y algunos de sus jugadores estaban acuciados económicamente. Charla con un técnico pasional, que apela a la emoción de sus jugadores.
-¿Qué querías ser de niño cuando fueras grande?
-Abogado penalista. Quería ser Matlock.
-¿Y por qué el camino del notariado?
-Como abogado tengo declaración de no ejercicio. Trabajé tres años nomás. Me recibí muy joven de procurador (a los 21 o 22), que es hasta cuarto. Y después son dos años una y dos años la otra (para ser abogado y escribano). Hice primero la que me iba a gustar menos, supuestamente, que era escribanía, me recibí a los 24. Y después hice abogacía que es de lo que quería vivir.
Cuando terminé la carrera, Dardo Preza, un profesor que fue juez y falleció, me dice: "Capuccio, a usted le queda una materia". "No, yo salvé todo y con nota". "No, no. ¿Usted me regala un día de su vida?", me dice. "Sí". "Bueno, lo paso a buscar mañana a las 8 por la facultad". Ahí me llevó al Comcar, al Penal de Libertad, a una chacra y a Canelones también y me morí de la tristeza. No quería eso para trabajar los lunes, los martes, los miércoles... Uno ahí tiene que ser portador de energía positiva, y yo... no pude. Volví de esa jornada blanco, no hablé y me dijo: "¿Vio?"
-Él quería ayudarte a decidirte, a tomar el camino penal... ¿O lo contrario?
-Creo que vio que tenía cualidades para eso, y me quería ayudar. Pero terminó logrando lo contrario, desestimulándome a que no tomara el camino del derecho penal. Yo hice después derecho comercial, derecho laboral, pero lo penal no era lo que yo había soñado. Y nunca toqué el derecho penal. Hice derecho de familia, divorcié un montón de amigos, vi que era visita por pensión, una lucha triste, después hice derecho laboral que es cuando vas con el empresario y es 10 cuotas de un peso y el otro arregla, y cuando vas con el trabajador, 10 cuotas de un peso y no tiene más remedio que arreglar... Me gustó comercial o civil, hice un accidente de tránsito que estaba supuestamente perdido, lo ganamos y estuvo muy bueno. Y una mala praxis, pero el doctor me felicitó porque no lo hicimos mediático, fue todo muy justo y dentro del estándar, pero arrancaba un año y tenía juicio al año siguiente. Adrenalina cero.
-¿Y qué adrenalina te da la escribanía?
-Ninguna. Es un medio de vida, punto. El derecho me encanta, lo ejerzo con la escribanía. Pero lo que está bueno es la relación con las personas, con los clientes, la relación con mis socios. Es mi medio de vida nomás, no hay pasión ahí.
-Tu vocación estaba en el fútbol...
-En el deporte, sí. Te digo deporte porque yo hice educación física, como profesor, y por ejemplo, el básquetbol me encanta. Derivé al fútbol porque tenía que decidirme por uno de los dos deportes, y porque fui ex jugador, pero me encanta el básquet.
-¿De qué jugabas?
-De líbero. En Nacional jugué de séptima a tercera división desde el 90 al 94.
-Tenés cuatro trabajos.
-Sí, el de escribano, el del fútbol, y doy clases en la ACJ y en el instituto de Audef (Asociación Uruguaya de Entrenadores de Fútbol), doy clases de Planificación, en el curso de entrenadores.
-Y de todo eso, ¿dónde está lo vocacional?
-En el fútbol, como entrenador. Ahí no es realización profesional, es realización personal.
-Dirigiste a Nacional Universitario en la Sub 20, en 1999, antes habías jugado en los tricolores, pero también dirigiste a Peñarol en divisiones inferiores en 2015 y 2016. ¿Cuál camiseta te tira más?
-La mía. Soy hincha mío.
-¿Y de chico? ¿Hincha de?
-Mío. Yo me enamoro de los grupos, del equipo en donde estoy. Estuve en Nacional, estuve en Peñarol y di todo lo que tenía en cada lado. Yo en Peñarol podría haber permanecido, pero yo quería dirigir el plantel de Primera, yo estaba en Sub 15, y estaba bien que no me dieran primera. Entonces me llamaron de Wanderers para dirigir la Cuarta, después Tercera, y después me llamaron de Rentistas.
-Cuando fuiste DT en juveniles, ¿eras de mirar a los jóvenes valores y tomar apuntes sobre sus virtudes?
-Sí, tengo todo un bibliorato con los scouteados que nacieron desde el 95 al 2000, todas las juveniles en los años en que estuve. Ahí anotaba datos de cada jugador que me parecía interesante, sus virtudes, lo que tenía para potenciar, todo. De hecho, por eso me traje a (Maxi) Falcón que había quedado libre en Nacional, a (Gonzalo) Roca que era el capitán mío en la Tercera el año pasado, a (Michael) Bonet de Peñarol el año pasado, (Facundo) Parada de Nacional,
-No estabas en el radar de los directores técnicos hasta que lográs el ascenso con Rentistas, y en un año, el benjamín logra un título histórico: su primer torneo en Primera División. ¿Ya caíste? ¿Te diste cuenta que hiciste historia?
-Sí, caí el viernes pasado, cuando llegamos a la cancha y había todo un muro detrás de un marco pintado que decía: "Club Atlético Rentistas Campeón Apertura 2020" y uno de los jugadores dijo: "Si trabajarán poco los uruguayos que demoraron 87 años en hacerlo". Porque es toda la vida del club... es su primer título en toda la historia, en Primera. Joroban (Robert) Ergas y Falcón.
-Recién ahí caíste...
"Dardo Preza me dice: 'Capuccio, ¿me regala un día de su vida? Lo paso a buscar mañana a las 8'. Me llevó al Comcar, al Penal de Libertad, y otras cárceles, y era muy triste. No quería eso para mi día a día. Entonces elegí la escribanía para vivir".
-Bueno, no... en realidad fue al otro día, porque yo me preparé mucho para esa final (contra Nacional). Estaba convencido que la ganábamos, pero no estaba preparado para el día después. Yo al otro día a las 8 de la mañana vine para el estudio, y hasta las 18 horas no paré de hacer notas (de prensa). Y no lo disfruté, ya me aburro de escucharme, porque es todo lo mismo... Mirá que fue también La Nación, Clarín, Olé, O Globo... Yo sé que la pandemia ayuda y no había fútbol en Argentina, pero como que tuvo una repercusión mayor a la que esperaba.
-El Observador publicó al otro día de obtener el título que tenía 940 mensajes sin leer... ¡Le explotó el celular!
-Bajaba a 600, y otra vez subía... En total fueron 1.800 y pico. Los fui contestando de a poquito. Los que eran de trabajo los mandaba para otro lado, y los del fútbol los fui contestando de a poco.
-¿Qué factores explican el éxito de los bichos colorados? ¿Cuáles son los ingredientes de la receta del éxito?
-Varios. Un trabajo trilateral muy interesante: directivos, cuerpo técnico y jugadores. Después, el haber armado una triple camada de jugadores de líderes positivos experimentados y vigentes -léase (Alexis) Rolín, (Yonatan) Irrazábal, (Damián) Malrechauffe, y el capitán (Andrés) Rodales, después se sumó (Santiago) Romero, que también es un animal competitivo que hace mejor a los demás-, después, una camada de 27, 28 años, que ya estuvieron en el mercado de élite por haber debutado en Nacional como Renato (César), (Gonzalo) Vega y (Matías) Abi Saab, que había sido seleccionado Sub 20, o el mismo (Mathías) Abero, que jugó en la Superliga argentina y en Nacional, y que no tenía una buena actualidad, entonces le estaba pasando por segunda vez el tren, y no lo dejó pasar. Y después Sub 23 con mucho talento: Ergas y (Ramiro) Cristóbal, a ambos los pedí y vinieron de Defensor Sporting, Falcón que quedó libre en Nacional, (Cristian) Olivera que ya está en España y se fue hace cinco partidos, y muchos juveniles que hay, muy buenos.
-Te pregunté por la receta y me hablaste exclusivamente del plantel de futbolistas. ¿Y no hay mérito en la metodología de trabajo?
-Y bueno, el trabajo de scouting que hizo el cuerpo técnico para traer a esos jugadores fue muy bueno. Alguno llegó sugerido por la dirigencia, pedimos informes y fueron positivos. Y sueños compartidos. No sé cuál fue el grado de influencia real de la metodología de trabajo nuestra. La real influencia nuestra fue en la gestión de tener la capacidad de que se emocionen los jugadores sin vergüenza. Decir: "Bo, vamos a soñar con algo grande", y que no digan: "Bo, estamos en Rentistas...", resignados.
-¿Me estás diciendo que te propusiste ganar el Apertura cuando arrancó?
-No, yo les prometí dejarlos tres o cuatro escalones por encima del nivel que venían (teniendo). Cuando subimos a Primera nos planteamos el objetivo de salvarnos del descenso y clasificar a una copa internacional. Ya clasificamos y es la segunda vez que se logra en toda la historia del club.
Sí nos planteamos ingresar a una copa (internacional), que no fue una exigencia del club, lo quiero decir. El club me dijo: "Yo te contrato para salvarnos del descenso". Para clasificar a copa había que quedar entre el primero y el octavo. Hay 110 puntos en juego en el año. Salvarse de la categoría son 45 puntos, 50 era clasificar a una copa, salvo que ganes un torneo, como lo ganamos. Todavía nos faltan 17 para salvarnos del descenso.
-¿En qué momento te diste cuenta que estaban para campeones?
-En dos momentos: uno, en la décima fecha, cuando le ganamos a River Plate el pico de 70', que lo empezamos perdiendo, y en cinco minutos hicimos dos goles, es como que ni nos dio para malhumorarnos. Ahí dije: "Pah, acá hay algo distinto". Y después cuando perdimos con Cerro el invicto. En las derrotas se ven todas las miserias humanas, siempre. Y ahí vi que el grupo, bajo la conducción de los líderes, tenía un equilibrio emocional, una madurez brutal... Por ejemplo, en el hotel habíamos comprado pizzas, porque si ganábamos sacábamos cuatro puntos y se ponía lindo, y todos se quedaron a comer las pizzas. Nadie se fue diciendo que tenía otra cosa que hacer. Mucho respeto. Quedaban dos partidos. Yo dije: "Bueno, si nos recuperamos de esto, no perdemos más". También había que esperar que Nacional dejara puntos o no.
"Recién caí el viernes, cuando llegamos a la cancha y había un muro detrás de un marco pintado que decía: 'Rentistas Campeón Apertura 2020' y uno de los jugadores dijo: "Si trabajarán poco los uruguayos que demoraron 87 años en hacerlo'".
-¿Te dio la sensación de que, como siempre pasa, el periodismo deportivo esperaba que en algún momento se cayera Rentistas? Como que era la sensación, sí, pero no le daría la nafta para campeonar.
-Por estadística pura, y porque los grandes por lo general tienen los mejores jugadores, y la mejor infraestructura y logística, no era un comentario que estuviera alejado de la realidad. Es lo que suele pasar. Pero yo no cambio figuritas con nadie de los jugadores con otros equipos. Nosotros teníamos confianza, lo que pasa es que no lo podíamos decir, porque quedaba feo... y estábamos perdiendo el invicto y quedaban dos partidos. El partido clave fue contra Defensor, pos-Cerro, y lo ganamos 2-0. Fue nuestro mejor partido del año.
-¿Cómo trabajaste durante los meses de pandemia, cuando todavía no se había reanudado la competencia? ¿Tuviste una planificación especial?
-Llegamos a la pandemia como líderes, habiendo ganado los primeros tres partidos (9 puntos en 9 posibles), incluyendo victoria ante Nacional. Ahí reuní al cuerpo técnico y dije: "Es un desafío nuestro: cuando retomemos (que no sabíamos cuándo iba a ser), tenemos que ser mejores que hoy". Entonces cada uno en su rol se tenía que anotar en cursos online, cursos españoles de táctica (lo que le tocara a cada uno en su rol), leer, prepararse. Nacho Bordad, el entrenador de arqueros, hizo cursos de entrenadores de arqueros, los videoanalistas que son mis ayudantes, (Humberto) Mello y (Marcos) Villano, hicieron cursos de videoanálisis, el profe (Alberto) Hornos con (Federico) Patiño hicieron todos los webinars que había de fuerza, de potencia, de velocidad, y lo que cada uno absorbía, lo reciclaba para todos los demás del cuerpo técnico. Eso nos hizo crecer pila.
Y después el profe les daba a los jugadores el trabajo diario, y nosotros decidimos no hacer Zoom de entrenamiento. ¿Por qué? Para no invadir los hogares, porque viste que las cámaras pueden mostrar una realidad que quizás el jugador no quiera mostrar. Sí hicimos un zoom semanal, social. Por ejemplo, hice dos equipos, con camisetas rojas y blancas, y campeonatos de preguntas tácticas, se las dimos dos días antes y ellos se reunían virtualmente para contestarlas, y eso estuvo muy bueno. O, preparábamos un partido contra -ponele- Liverpool: bueno, ¿qué errores tuvimos? Eso lo hicimos pensando que volvía el fútbol en un par de semanas. Cuando vimos que venía para largo, nos juntábamos los viernes a un zoom social de una hora: que cada uno contara cómo estaba. Era una hora, tipo un asado entre amigos, pero por zoom. Yo creo que fue todo pérdida en lo económico, pero eso ayudó como soporte grupal para algunos jugadores que la estaban pasando mal. Que la estaban pasando mal no solo en lo emocional y social, sino en lo económico también.
-Y dieron ventaja, porque a varias fechas de terminar el Apertura se les fue el 10, Cristian Olivera, el generador de fútbol. ¿Qué hizo que el Renta no sintiera la falta del enganche del cuadro?
-Lo sentimos muchísimo, aparte con lo rápido que él era, nosotros llegábamos en tres o cuatro pases al arco rival con determinados circuitos. Y ahora, producto de que nos quedamos sin esa velocidad, teníamos que llegar con 10 pases. Si ves el gol ante Nacional en la final fueron 18 pases. Tuvimos que hacer determinados circuitos para que Vega, que fue el que terminó siendo el goleador nuestro (que tiene otras virtudes, tiene el uno contra uno, la finta, el engaño) no tuviera cobertura de zaguero o de volante, y sí quedara uno contra uno contra el lateral que lo marcara. Y bueno, salió bien, y él lo resolvió con mucho talento también. Cristian Olivera fue insustituible, entonces lo que hicimos fue modificar el modelo de juego.
"La real influencia nuestra fue en la gestión de tener la capacidad de que se emocionen los jugadores sin vergüenza. Decir: "Bo, vamos a soñar con algo grande", y que no digan: "Bo, estamos en Rentistas...', resignados".
-Dicen que sos un tipo tranquilo, más bien manso, pero durante los partidos sos un saco de nervios que caminás de un lado al otro y gritás hasta quedar afónico... ¿Te transforma el partido?
-Puede ser. Yo en realidad lo que hago es hacer un reforzamiento positivo para los jugadores, porque los empodera y los ayuda. Y a ellos les gusta. Hablo de alentarlos pos-acción positiva, como así también como alertas tácticas que ellos no están viendo por estar mirando la pelota. Yo estoy tan concentrado como ellos, lo vivo y creo que si el grupo me da el ok (y este grupo me dio el ok), creo que termina siendo un plus.
-No habían pasado 48 horas del título y ya habías dicho que la eventualidad de dirigir a Nacional le cambiaría la vida. ¿Por qué lo dijo?
-Lo que pasa es que la gente es muy pícara y muy cruel hoy en día, en las redes mucho más. A mí me preguntaron: "Nacional está atrás tuyo. ¿Te gustaría dirigir Nacional?", y yo dije: "Sí, como a todo ciudadano, me cambiaría la vida". No me preguntaron: "¿Qué pasa si viene Peñarol?" o "¿Qué pasa si viene Defensor Sporting?". Entonces quedó como que yo estaba pidiendo para ir a Nacional. Pero al obviar la pregunta, quedó la respuesta sola. Si me hubieran preguntado por Peñarol, la respuesta hubiera sido la misma.
-En la primera fecha del Intermedio, ante Liverpool, te cobraron un penal en contra que nadie vio. Vos tuiteaste: "Durísimo de digerir". ¿Por qué?
-La cena.
-Vos mismo lo tuiteaste...
-Fue durísima de digerir la derrota. Yo públicamente nunca hablo de los árbitros.
-¿Crees que ahora van a querer bajar a Rentistas para que no se la crea?
-No, no... Los rivales nos van a querer ganar, como a todos. Nos respetaron, eh. Al haberle ganado el primer partido en el año a Nacional en febrero, eso hizo que nos miraran con respeto. Y en la pos-pandemia veníamos de haber ganado los primeros tres partidos del torneo, antes de la pandemia. Entonces lo mismo. Yo creo que no esperaban que un equipo que venía de la B tuviera esos resultados.
-¿Con qué entrenadores te sentís identificado? ¿Cuáles son tus modelos?
"Durante la pandemia decidimos no hacer Zoom de entrenamiento. ¿Por qué? Para no invadir los hogares, porque viste que las cámaras pueden mostrar una realidad que quizás el jugador no quiera mostrar. Sí hicimos un zoom semanal, social. hacíamos equipos y discutíamos de tácticas".
-A nivel nacional (Paulo) Pezzolano y el Cacique (Alexander) Medina, son unos animales los dos. Y a nivel internacional, (Marcelo) Gallardo, (Miguel Ángel) Ramírez, que sacó campeón a Independiente Del Valle y (Pep) Guardiola. Te menciono esos por el tipo de fútbol de hoy.
-No me mencionaste a (Marcelo) Bielsa, ni a (Diego) Simeone, ni a (Jürgen) Klopp...
-Bueno, Bielsa me encanta. Pep es el rey del juego de posición, Klopp es el rey del juego de transiciones y cada vez más juego de posición, y Bielsa es un crack en intentar ser dominante juegue contra quien juegue, no le importa. En eso él marcó un legado. Y Simeone ha entendido los reglamentos como nadie. Que con un gol se puede ganar. Él no está vendiendo un producto y es el ser competitivo por naturaleza. Yo lo admiro muchísimo.
-¿Dejaría este estudio de abogado y escribano para vivir enteramente del fútbol? ¿Se lo propuso?
-Sí, yo vivo para el fútbol, todavía no vivo del fútbol. Me gustaría, lo que pasa que por ser padre de tres hijos, estar casado y tener que mantener un presupuesto alto, yo tengo que ser muy cuidadoso con los pasos que doy. Por eso dije que no cuando me llamaron de México y de Ecuador, porque aparte no quiero cambiar dinero por momentos familiares. El día que me vaya será el día que me resuelva la vida económica de mi familia. Todavía no tengo el curriculum para eso. Mientras, prefiero crecer en Uruguay, y no dejar el estudio. Aparte tengo mis socios (en el estudio de notariado) con los que comparto trabajo y me ayudan mucho también. Porque cada uno tiene su trabajo, pero ahora que me agarró la seguidilla de jugar dos veces por semana, ellos me ayudaron y les compartí mi trabajo.
-¿Y ahora? ¿Cuál es el próximo objetivo?
-Salvarnos del descenso: faltan 17 puntos. Por eso estaba tan enojado el otro día. Tengo muchos a corto plazo, a mediano y a largo plazo. Ganar el Intermedio no nos da nada, porque te clasifica a la Sudamericana, y nosotros ya lo logramos al ganar el Apertura. Vamos a intentar clasificar a la Libertadores, a la que van cuatro equipos. Y sería un sueño ganar el Campeonato Uruguayo, con el que clasificaría directamente a la Copa, además.
"Cuando me llamaron de México y de Ecuador, dije que no porque aparte no quiero cambiar dinero por momentos familiares. El día que me vaya será el día que me resuelva la vida económica de mi familia. Mientras, quiero seguir creciendo acá".
.¿Qué hiciste con la medalla de campeón?
-Se la regalé a Juan Ignacio, mi hijo de 13. Llegué y estaba durmiendo, lo desperté, le di un beso y se la puse en el cuello. Y me fui a dormir. Era muy tarde en la noche...
-¿Te costó dormir esa noche?
-Desde que perdí con Cerro me cuesta dormir.
-¿Sos feliz?
-Soy feliz. Familiarmente muy feliz sobre todo, y esto lo que hace es ponerle frutillas a la torta del año.
Por César Bianchi
@Chechobianchi
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