Seré curioso

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Cammarota: "No tengo miedo de decir lo que pienso y escuchar lo que piensan otros"

El comunicador ha expresado su apoyo al FA y destacado sus logros. En el plano personal, confiesa que se obliga a hacer las cosas tras la pérdida de su pareja.

10.10.2019 06:59

Lectura: 25'

2019-10-10T06:59:00-03:00
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Por César Bianchi
@Chechobianchi

Fotos: Juan Manuel López



Gonzalo Cammarota (43) quiso ser psicólogo y atender en un diván. Hasta que, casi de casualidad, y empujado por sus amigos Salvador Banchero y Carlos Tanco, se dispuso a conducir un programa de radio de jóvenes irreverentes en la 91.9. Esa insolencia fue el germen del exitoso Justicia Infinita, un programa a punto de cumplir la mayoría de edad. Haciendo Justicia creció y vio crecer a sus amigos, desbarrancó, se le fue la moto, y también entretuvo e hizo reír a mucha gente. Hoy lo considera un programa de autor, y busca renovarse todo el tiempo para no "achancharse" y terminar aburriéndose.

En plena campaña electoral y a menos de 20 días de las elecciones nacionales, Cammarota se la jugó en redes sociales, sacando la cara por el Frente Amplio y destacando los logros de las tres administraciones frentistas. Polemizó con internautas y recibió el apoyo de otros tantos que lo felicitaron por salir de una supuesta "tibieza" extendida. Él dice que no teme decir lo que piensa ni discutir con respeto con otros que piensan distinto a él.

En lo personal, Gonzalo hoy está "menos triste" que a fines de julio, cuando perdió a su pareja en un accidente de tránsito que le costó la vida. Llora, pero aún así se permite reflexionar sobre lo que ella significó para él y los que la tuvieron cerca, las enseñanzas que le dejó a su hija Josefina y cómo se sintió absolutamente contenido por su familia, amigos y también oyentes, que le dieron un abrazo o una palabra de aliento. "Hoy tengo una tristeza estable", confesó.

-¿Elegiste hacer el bachillerato en el IAVA porque sabías que el nivel era exigente y tendrías mejores profesores? ¿Es cierto?

-Sí. Era un mito urbano -en realidad era bastante cierto-, que de ahí salían muy bien preparados, que era muy exigente, eso de los profesores que te "arruinan" la vida. Yo estaba en el Dámaso, y me acuerdo de un adscripta que me dijo: "¿Pero por qué te hacés eso? ¿Por qué te vas al IAVA?". Yo para poder ir al IAVA di la dirección de la casa de un amigo, que vivía a dos cuadras de ahí. Fue una experiencia preciosa, tengo recuerdos muy lindos de ahí. No fue tan complejo tampoco.

-¿Y qué te llevó a la Facultad de Psicología? ¿Querías ser terapeuta de clínica efectivamente?

-Sí. Quería ser terapeuta. Tuve ciertos procesos en mi vocación. Primero tuve inclinación por algún profesorado, ya sea por Historia o Literatura. Y después, por allá por quinto de liceo, me empezó a tirar la Psicología, y me metí en la Facultad ya con una lectura de la psicología psicoanalítica. Me interesaba el psicoanálisis. El plan de estudios cuando yo estaba tenía una fuerte impronta psicoanalítica. Yo hacía terapia (hago terapia) desde muy joven, y en realidad como que empecé a colapsar mi vocación cuando empecé a ver la luz al final del túnel. Hasta cuarto la llevé bien, hice materias de quinto y ahí entré a ver que ya no me hacía tanto la idea del ejercicio profesional de la psicología. Como que no me veía... Empecé a ver qué otras cosas podía hacer dentro de la psicología, y en el año 99, por ahí, ya abrí otras jugadas.

Puse un boliche con mis amigos, empecé a moverme con el proyecto de hacer radio con Salva (Salvador Banchero) y con Carlitos (Carlos Tanco), yo daba clases en facultad también... Me fui desinflando de a poco con la psicología.

-Según un perfil sobre vos publicado en Sábado Show. llegaste a jugar al War solo, disociándote entre varios jugadores... ¿Crees que ejercicios como ese te sirvieron para luego poder interpretar varios personajes?

-Es probable. Yo tengo dos hermanos, pero ellos llegaron muy tarde en mi vida, por lo que yo me crié como un hijo único, estaba muchas horas solo en mi casa. Mi madre no era muy afín a que yo saliera a jugar a la calle. No quería que anduviera "callejeando", digamos. Entonces me las ingeniaba, me las rebuscaba, y jugaba al War o al fútbol de cartones, armaba campeonatos, le daba plata a los equipos, compraba y vendía jugadores. A veces venía algún amigo a casa, pero jugaban un rato y después querían ir a jugar al fútbol a la calle, y mi madre no me dejaba.

-¿Y en qué momento todo se decantó hacia la comunicación?

-Entre 2001 y 2002. Con Salva tuvimos un proyecto, y un amigo, Pablo Arana, que hoy es abogado, porque nos gustaba la radio y queríamos hacer algo en radio. Éramos muy jovencitos. El papá de Salva era muy amigo del "Puqui" (Daniel) Cancela, entonces nos juntamos con él, pero quedó en la nada. Por allá por el 99, Salva y Carlitos seguían con hacer radio, y yo estaba muy metido en la Facultad. Ellos me invitan en algo que estaban trabajando, grabamos un piloto que se llamaba "El golpe", con el que no pasó nada, y empezamos a moverlo por distintos lugares, hasta que al final dimos con Karen Jewetz y Nicole Mitnik, que eran productoras de Historias de piel, y después de Las cosas en su sitio. Y ellas proponen varias cosas, una de ellas era el personaje que terminó haciendo Carlos para Las cosas... que terminó siendo Darwin Desbocatti. Y proponen hacer un programa en la noche. Salva no lo quería hacer solo. Invita a Carlitos y ellos me suman a mí, y eso fue Arroba las manos. Eso fue año 2001.

"El norte de Justicia ha sido el entretenimiento, tratar de dejar algo a los demás, divertirnos. En 2002 tenías a una suerte de adolescentes irreverentes que le pegaban a todo lo que se movía, en un momento en que estaba todo muy jodido... Vivíamos nuestro sueño en el peor momento del país"

Ahí me metí en ese programa, me entusiasmaba, pero yo seguía en facultad, dando clases en facultad, y además laburaba en una fábrica de colchones. A mediados de ese año, yo empecé a laburar cada vez más activamente en el programa de la noche (Arroba...) y ahí es el momento en que pasan Las cosas en su sitio a Sarandí. Y me invitaron a ser movilero de Nacho (Álvarez). Entonces yo empecé a hacer móviles para Las cosas en su sitio. Como la radio pertenecía a un grupo internacional, todo el tiempo llegaban empresarios de un país distinto, que ponían la FM patas para arriba. Una de esas personas fue un chileno -Olguer de apellido-, que armó una radio muy sofisticada donde se escuchaba Frank Sinatra, Tom Jobim, pasó a llamarse Music One, pero él nos escuchó a nosotros, que éramos como los demente de la noche que decíamos cualquier cosa, y él dice: "Estos chiquilines tienen que estar en la tarde, para competir con Petinatti". Y nos pone ahí, y ahí nace Justicia Infinita, en el año 2002 en la 91.9. Estuvimos un año y medio en la 91.9, explota la crisis, viene el proyecto de Radio Disney, y por una cosa azarosa, terminamos en Océano.

-En 2002 empezaron con Justicia Infinita, que ya lleva 18 años en el aire. ¿Por dónde pasan las claves del éxito del programa?

-No sé... yo creo que la gente se entretiene. Tiene de todo. Ha sido un programa que ha cambiado muchísimo. Ha ido creciendo, como hemos ido creciendo nosotros. El norte nuestro ha sido hacer entretenimiento, tratar de dejar algo a los demás, divertirnos. En 2002 tenías a una suerte de adolescentes irreverentes que le pegaban a todo lo que se movía, en un momento en que estábamos todos muy crispados, estaba todo muy jodido... Cuando hablábamos de esto, teníamos un sentimiento muy encontrado porque nosotros estábamos viviendo nuestro sueño en el peor momento del país, cuando la gente estaba viviendo situaciones horribles, nosotros estábamos viviendo un momento mágico. Éramos tres amigos que hacíamos lo que queríamos hacer. Y ahí descubrí que mi vocación era eso.

-Dijiste "le pegábamos a todo lo que se movía". ¿Te arrepentís de alguno de esos palos?

-Sí... claro. Se nos fue la moto mil veces. El caso de Claudia Fernández, lo de Cris Namús fue una canallada (sic)... Éramos tres adolescentes -que en realidad ya no lo éramos, pero funcionábamos así- que estábamos buscando un límite, y el límite no nos lo ponía nadie. Porque era como un hijo no querido de la radio. La cabeza del grupo era Sarandí, y la 91.9 estaba ahí, alejada de la mano del Señor. Y fuimos dándonos cuenta, con ensayo y error, de muchas cosas. Además, la sociedad ha cambiado mucho. Yo hoy hay cosas que no diría. Más allá de que hay cosas que no se pueden decir, yo hoy no las quiero decir. Siento que hay cosas que dije que hoy no diría.

-¿Qué cambió para vos -y en qué te cambió a vos, como conductor- ya no hacerlo junto a Salva Banchero, tu amigo de toda la vida?

-Muchísimo. El año pasado yo estaba totalmente perdido, desorientado.

"La disciplina para escribir una novela me la dio empezar a correr. Dije: 'Quiero correr una maratón', y me fijé una disciplina. Correr 42 kilómetros implica un entrenamiento, preparar la cabeza para un trecho largo, levantarte los días que no tenés ganas. Eso lo llevé al ejercicio de escribir"

-Por eso repatriaste a Nole (María Noel) Marrone...

-Algo de eso hubo, porque Nole era la pata en la sombra de este proyecto. Nole fue pareja de Salva durante 10 años, era como una amiga más, como una hermana, como lo es Salva para mí. La adoro. Y además, ella vivió con nosotros todo el proceso de la construcción del programa. Es una persona con la que tengo una afinidad maravillosa. De hecho, cuando hacemos una pausa en el año 2008, que yo pasé a la mañana, Salva se queda en la tarde haciendo Vulgaria, yo hice el programa con Nole, y me sentí fantástico, pero lo que pasó después fue que se venían cambios en la radio, yo estaba por irme de Océano, y a Salva el equipo se le estaba desmembrando... y me acuerdo que un día yo estaba corriendo por la rambla, y me pregunté: "¿Y yo por qué me voy a ir a otra radio? Si yo quiero hacer radio con la gente de toda la vida, con mis amigos de siempre", y llamé a Salva: "Bo Salva, dejate de joder, vamos a hacer el programa de vuelta. Vamos a juntarnos y volvamos a hacer lo que estábamos haciendo". Y ahí, Nole ya era una más, y siguió, hasta que después quedó embarazada y se le complicó seguir. Pero Justicia nunca fuimos dos o tres personas, siempre fuimos 8 o 10.

Pero Justicia siempre fue un programa de amigos, del tipo: "Yo sé lo que te pasaba a vos cuando tenías 10 años". Y con Nole eso se reconstruyó también. Pero a Salva lo extrañaba y lo extraño, al aire. Es mi amigo, y lo sigo viendo, por supuesto.

-Cuando lo entrevisté a Salvador en enero del año pasado, le pregunté por qué se iba, y me habló de la necesidad de salir de la zona de confort. ¿Qué hacés vos para no caer en esa zona y terminar achanchándote y repitiéndote?

-Trato de reunirme con otros, pensar ideas, trabajar. Yo me aburro. Me pasaba cuando hacía stand up. En la radio me gusta hacer cosas distintas, cambiar, el equipo va rotando, hay gente que entra y gente que sale. Fijate que cuando estaba Carlitos éramos tres, después pasamos a ser cuatro, después cinco, después Salva y yo, con Nole, a veces un cuarto. Ahora estamos más consolidados.

-¿La Bajada es algo así como una joda que quedó? Porque da la impresión que empezó como una broma interna, y la gente se autoconvocó frente a la radio hasta imponer la marca...

-Y sí... La Bajada es como un chiste que quedó, sí. Yo ahora voy a los casamientos a pasar música. Primero fue una expresión que tenía que ver con bajarle la cortina al año. Esa cosa uruguaya de "el último ciclista", pero al revés: lo que no hiciste hasta ahora, dejalo para marzo. Carlitos hacía la proclama y decretaba la bajada, y nosotros jodíamos. Y un buen día, al tercer o cuarto año, se me ocurrió empezar a poner música. Y música lejana al rocanrol, que era lo que nos gustaba. Nosotros surgimos en la época dorada de los Pilsen Rock y cuando explota la moda del pop latino, nosotros estábamos en la trinchera anticumbia. Pero yo metía boliche a lo loco, y ahí dame cumbia. Entonces, te decía, empezamos a pasar música en la radio y la gente se empezó a autoconvocar en la radio. Primero media hora, después una hora, dos, tres, y ahora empezamos a las 12 y terminamos a las ocho, porque en algún momento hay que terminar.

-¿Cuándo se te dio por escribir ficción? Lanzaste En carnaval todo se sabe. ¿Cómo nace ese rol de escritor de ficción y novela negra en particular?

-Cuando empecé a trabajar en radio, con la tutoría de Jaime Clara y Gustavo Escanlar, también Salva, empecé a leer fuerte, ellos me recomendaban qué leer. Un día leí a (l escritor sueco Henning) Mankell y quedé fascinado. Cuando leí "Asesino sin rostro" de Mankell, me encantó, y después llegué a John Connolly, el irlandés que vive en Maine, y estuvo acá en una de las ediciones de Semana Negra, y tuve el gusto de entrevistarlo e ir a cenar con él. Ahí dije: "Pah, me encantaría escribir algo así". Y en paralelo a eso, hicimos una radioserie en Justicia, las escribíamos con Nacho Alcuri, me encantó, y bloquee ese tópico. Dije: "Ya no se hacen más radioseries policiales, porque algún día voy a escribir una novela negra de filo humorístico y no quiero que me condicione". Pero siempre pensé que nunca iba a tener la voluntad de hacerlo. Yo escribía, pero soy de tiro corto: me levantaba a las 6 de la mañana y hacía un guión que tenía que presentar ese día a las 12. Y escribir una novela no es de tiro corto. La disciplina para escribir la novela me la dio empezar a correr.

Cuando dije: "Quiero correr una maratón", y me fijé una disciplina, todo cambió. Correr una maratón no es correr una 10K, con todo el respeto a los que corren una 10K. Si estás saludable, corrés una 10K. Pero 42 kilómetros te implica un entrenamiento de verdad, implica preparar la cabeza para un trecho largo, implica levantarte los días que no tenés ganas o está lloviendo fuerte. Eso lo logré llevar al ejercicio de escribir. Y ahí fue que salió la novela. Yo siento que me fui depurando y creciendo en cada novela.

-¿Qué te aporta escribir novelas a tu oficio de comunicador?

-Me nutre de otra cosa. Yo siento que Justicia es como un programa de autor, y uno comunica... la herramienta es uno mismo. En la medida que vos te vas depurando, mejorando, te vas nutriendo, eso se vuelca en todo lo que vos hacés. Entonces, cada libro que yo leo, cada película que miro, cada serie que sigo, me va nutriendo, y eso se suma a un círculo virtuoso, digamos.

-¿Te gustaría una revancha en televisión. o no sentís ninguna deuda con la pantalla chica?

-Me gusta la televisión, me gusta. He hecho cosas puntuales recientemente como conducir el Montevideo Rock en TV Ciudad, actué para un corto de NS Now, que fue una experiencia preciosa, para Nuevo Siglo. No tengo el impulso de hacer cualquier cosa por estar en televisión. Y también es cierto que estamos en un medio donde es difícil acceder a determinados formatos, por cuestiones de mercado. A mí siempre me gustaron los late show, y es muy difícil hacer late show en este país. El otro día me contaba Manu (Manuela Da Silveira) que fue a ver a Jimmy Fallon en Nueva York, y claro, estás hablando de un país de millones y millones de habitantes... acá estamos acostumbrados a hacer todo con dos palitos, y meterle para adelante, empujar, pero hoy en día vivimos en un mundo global. Un tipo te mira los programas de la NBC, de la BBC, cada uno de nosotros tenemos acceso a cualquier cosa. Yo te banco que hasta cierto punto por ser uruguayo tengas ciertas falencias, pero si la brecha es gigantesca, perdoname pero no.

-La política te importó desde chico. ¿Por crecer en una casa de militantes, quizás?

-Sí, sí, me crié entre comités de base, marchas y asambleas. No era una casa de perseguidos ni de presos políticos, pero sí en una casa donde se militaba fuerte. Creo que tuvo que ver, sí. Me acuerdo que en sexto de escuela, en el año 88, tuvimos una huelga media grande en la educación y me agarra en el medio de un diario escolar que estábamos haciendo. Yo y dos compañeros (no me acuerdo si no había un tercero que era Rodrigo Romano, el relator, que fue compañero de escuela y liceo). No teníamos clases, pero escribíamos artículos para el diario escolar, recuerdo que escribimos sobre los Juegos Olímpicos de Seúl 88. Y yo me acuerdo que hice un artículo sobre las elecciones en Estados Unidos, las que (George) Bush padre le ganó a (Michael) Dukakis, y ahí hice un alegato donde puse cosas tales como: "Esperemos que cesen los bombardeos sobre Libia", y me acuerdo que la maestra Mecha, de sexto, me dijo: "¿Con quién escribiste esto vos?" "Solo", le dije. "Mirá, esto no lo vamos a poder publicar en el diario escolar. Guardalo, y leelo en unos años, cuando seas más grande", me dijo. Yo ya estaba muy politizado.

"No tengo miedo de decir lo que pienso. Porque tampoco tengo miedo en escuchar lo que piensan los demás, ni que vos me digas 'yo voto a tal o cual partido', y no me va a cambiar el vínculo que tengo contigo. Salvo que me digas que votás a las juventudes neonazis"

Últimamente has escrito tuits bastante audaces, comprometidos con el FA incluso. El 24 de setiembre dijiste que creías en el proyecto de país que está llevando adelante el Frente y enumerabas algunos logros del FA en un tuit, contestándole a alguien: "Consejos de salarios, redistribución de la riqueza, 8 horas a los trabajadores rurales, políticas de género, ley trans, matrimonio igualitario, cobertura de salud universal, ley de interrupción del embarazo, crecimiento histórico del salario real... falta, pero estoy orgulloso", decías. ¿Qué te llevó a pronunciarte políticamente en plena campaña electoral?

-Lo hice también en el 2014. Yo vivo en democracia, no tengo miedo de decir lo que pienso. Porque tampoco tengo miedo en escuchar lo que piensan los demás, ni que vos me digas "yo voto a tal o cual partido", y no me va a cambiar el vínculo que tengo contigo. Salvo que vos me digas que votás a las juventudes neonazis, ahí capaz que te digo: "Pah, todo bien, pero andá vos por allá y yo por acá". Pero respeto a las personas que quieren mantener esas cosas sin decirlo, pero yo no tengo problema. A mí me encantaban Los Ramones, y el guitarrista era declarado de ultraderecha, pero ta, a mí me gustaba su música, aunque no pensaba como él. Hay ahí una cosa de: "Ah bueno, ahora que estás diciendo esto, me decepcionaste". ¿Pero por qué te decepciona? Vivimos en una sociedad democrática.

Yo creo que hay una cosa en Twitter. Yo sigo a mucha gente que piensa muy distinto a cómo yo pienso, y de eso se trata vivir en sociedad, porque si no, te criás en una burbuja, en un ghetto y pensás que el mundo es lo que vos ves y cómo lo ven tus amigos. Y después salís a la calle y ves que hay otras opiniones. A mí me gusta intercambiar opiniones con otros que no piensan como yo, lástima que hay gente que no tiene las herramientas básicas para comunicarse con otros y se manejan con el insulto y el agravio. Yo digo: "A ver, contame, ¿por qué decís esto? Vamos a charlar, vamos a intercambiar". Me gusta ese ejercicio.

-Te lo preguntaba porque, precisamente, hubo muchos tuiteros que felicitaron que te comprometieras como comunicador, mientras otros te tildaban de foca (vos te calificaste de "enFOCAdo"), otros te señalaban una visión hemipléjica, que sólo veías las cosas buenas y no las malas. O te dijeron que estabas ciego. ¿Te expresaste porque sos comunicador y no periodista? O ¿te parece que los periodistas también deberíamos decir desembozadamente a quién votamos y por qué?

-Los periodistas deportivos, todos sabemos de qué cuadro son hinchas. Y de alguna manera se saben ciertas afinidades políticas de algunos periodistas o comunicadores. Si vos sos periodista y te interesa la política, vas a votar, y vas a votar a conciencia. Por lo tanto, yo creo que si una persona quiere decir a quién vota, o a quién apoya, y en su trabajo no es un fanático, no hay problema. Ahora, si estás enceguecido o sos un fundamentalista, bueno, ahí vas a ser un mal periodista, también. Yo creo que los periodistas no tienen la obligación de decir a quién apoyan, pero tampoco me decepcionarían escuchar a Fulano decir que va a votar a tal o cual. Sí me parece que no está bueno que un periodista fleche la cancha desde un periodístico. Si vos ves que a un político de un partido equis lo quieren masacrar, y a otro le levanta centros para que cabecee, bueno... No lo digo por nadie en especial.

-"No me jodan con lo buen presidente que fue Jorge Batlle", escribiste hace un par de meses. ¿No te parece que Batlle consiguió salir de la crisis de una manera decorosa y evitando el default, después que le tocó bailar con la más fea?

-Yo creo que le tocó bailar con la que él quiso bailar durante 15 años. La devaluación de Brasil fue en el 99, en el 99 la campaña política del Partido Colorado decía "no vamos a devaluar". Prender una vela y apostar a confiar en Argentina es como confiar en un orangután con problemas de atención. Si vos me decís que el próximo gobierno lo gana la oposición y le revienta una bomba en un año, bueno, capaz que es medio injusto caerle. Pero Jorge Batlle era afín a lo que pasó antes, digamos. Yo no estoy hablando de Batlle como persona, digo que decir "el buen presidente que fue Jorge Batlle" con lo que pasó durante su Presidencia, me parece que no. Yo no creo que haya salido de forma airosa de su mandato. En esos años y por una política que se llevó adelante durante una década se le arruinó la vida a cientos de miles de uruguayos. Por eso, decir que fue un buen presidente, no te la llevo.

-¿Qué te preocupa de esta campaña electoral?

-Lo de las noticias falsas se ha mejorado bastante. Me preocupa esto que me preguntabas de tomar posición, me preocupa el fanatismo, porque el fanatismo no está bueno. Me preocupa que haya mensajes de odio de parte de los políticos, porque eso después se traslada a los militantes. Es peligroso el discurso de que los migrantes te roban el trabajo. La historia nos ha demostrado que es peligroso. Agarrar a cabezas de turco, a gente que está escapando de situaciones angustiantes como le tocó pasar a muchos amigos y familiares nuestros en el primer quinquenio de este siglo, es peligroso. O los militares a la calle, en eso Larrañaga ha quedado solo. No creo que sea una idea saludable y razonable sumar militares a la seguridad, en todo caso que pongan más policías. Yo veo un tipo con una metralleta parado en la puerta de un lugar y no me siento más seguro, la verdad.

-¿Crees que efectivamente se contraponen dos modelos opuestos en estas elecciones?


"Decir 'el buen presidente que fue Jorge Batlle' con lo que pasó durante su mandato, me parece que no. En esos años y por una política que se llevó adelante durante una década se le arruinó la vida a cientos de miles de uruguayos"

-Ah, yo siento que sí, yo siento que sí. Por un lado, hay una suerte de sentimiento entre Ernesto Talvi y Lacalle Pou de "no vamos a debatir entre nosotros, porque tenemos muchas más cosas en común que discrepancias". Están hablando de reducir una cantidad de empleados públicos. Creo que desde el punto de vista económico hay un intento de aplicar un modelo liberal, eso de reducir o achicar el Estado.

-Es cierto. También aclaran que no van a dejar de reponer vacantes en tres áreas sensibles: educación, salud y seguridad. Allí seguirán cubriendo las vacantes que se creen por muerte o jubilación de empleados públicos.

-Bueno, pero yo he escuchado a Talvi decir que no van a echar a nadie, sino que no repondrán vacantes, y eso es imposible. El cero ingreso de funcionarios públicos fue lo que provocó una andanada de contratos del Estado por la ventana o la banderola. Si aparece una necesidad, ¿te vas a atar las manos porque dijiste que no ibas a reponer funcionarios públicos? Se terminaron haciendo contratos por afuera, eso es lo que pasaba antes. Tenías un arsenal de gente que estaba facturando, eran becarios, con contratos de seis meses... Lo que dijo Ney Castillo es un disparate, decir que en una oficina pública trabaja el 20 o el 30% de la gente, a mí me parece una ofensa grave.

-No puedo dejar de preguntarte por la pérdida de tu esposa Rona, el 26 de julio en un accidente de tránsito. Supongo que todavía estarás elaborando el duelo, se te notó muy conmovido en tu regreso al aire de Océano. "En estas tres horas hagámonos los boludos, es lo que necesitamos nosotros y lo que necesitan ustedes", dijiste en tu regreso. Dentro del enorme dolor que sentiste, ¿llegaste a sentir la empatía de los oyentes y tus compañeros con tu situación?

-Sí. En tiempos de Mundial de rugby, entre mis amigos y mi familia (se quiebra visiblemente, y se le caen algunas lágrimas que no se esfuerza por quitárselas de encima) yo sentía que estaba en un maul. Yo no sé mucho de rugby, pero es esa jugada en que uno va con la pelota delante y el resto va empujando. A mí me fue empujando la gente: mi familia, mis amigos, es algo impagable lo que hicieron: armaron una estructura de acompañamiento las 24 horas del día. Dormía alguien en mi casa conmigo, me levantaba y había otro. El retorno de la gente, de la audiencia, gente diciendo: "En momentos jodidos de mi vida, vos me rescataste desde la radio". Por eso hablé de la compañía mutua. Nosotros estamos ayudando a alguien, y no nos damos cuenta, que sos el rescate durante un rato para mucha gente. Sentí amor y cariño de compañeros de trabajo, de todos... Y eso es lo que te va empujando, en una situación espantosa. Fue un upper-cut que me dejó desnorteado, con la vida patas para arriba...

"A mí me fue empujando la gente: mis amigos armaron una estructura de acompañamiento las 24 horas del día. Dormía alguien en mi casa conmigo, me levantaba y había otro. Entre la audiencia, gente diciendo: 'En momentos jodidos de mi vida, vos me rescataste desde la radio'".

-¿Te apoyaste más en la terapia desde entonces?

-Mi terapeuta me ha apoyado siempre. No estoy yendo más de lo que iba antes. Carlos, a quien le estoy muy agradecido, está ahí. Parte de la persona que soy hoy se lo debo al proceso que hice durante tanto tiempo con él. Y después, a veces las palabras, los rescates vienen por lugares que ni te lo esperás. De repente te cruzás con una persona en la calle que te dice algo, alguien que te manda un mensaje por redes. Yo estoy muy agradecido con todos los que se han acercado, los que me han mandado un abrazo, todos los que me han mandado un mensaje.

-Sos papá de Josefina de 9 años, que no era hija de ella, pero la quería como una segunda mamá. ¿Qué enseñanzas le dejó Rona a Jose que le van a servir para toda la vida?

-Montones... Rona era una persona súper especial, en todo. Era esa persona que está pensando en todo el mundo, todo el tiempo. Escucha que vos decís: "Ando buscando una camisa distinta", y de repente a las once de la noche te manda una foto que vio una camisa para vos no sé dónde, o iba de mañana a ver una compañera y le llevaba un bombón, o venía el cumpleaños y pensaba en hacerte un collage. Josefina heredó muchísimo de eso: es súper atenta con los demás, y muchísimas cosas más... Convivieron juntas prácticamente desde que Josefina tiene 3 o 4 años, porque Jose vive la mitad de la semana conmigo.

-Hoy, ¿sos un poco más feliz que el 27 de julio?

-(Piensa) Cuando pasó lo que pasó, quedé shockeado. Es una sensación horripilante, nunca en mi vida había sentido algo así. Hoy no tengo esa tristeza que me inunda y no me deja hacer nada. Poco a poco voy empujando, me obligo a hacer las cosas. Estoy menos triste. Tengo una tristeza estable.