Contenido creado por Martín Otheguy
Entrevistas

Liso, llano y a la mandíbula

CARLOS TANCO ENTREVISTADO

En su casa de Malvín, uno de los conductores de Justicia Infinita, habló con El Portal del programa, Darwin, el humor, la política y demostró su implacable furia en el tenis de mesa.

07.12.2004

Lectura: 7'

2004-12-07T00:00:00-03:00
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La entrevista no podía ser sólo eso. El periodista de El Portal, oyente del programa en que el entrevistado despliega tres horas de novedad radial, no debía, no podía dejar pasar la oportunidad.

El acuerdo fue competir primero y dialogar después. El tenis de mesa resultó una carnicería apenas digna. "Soy un jugador agresivo, como Fernando González el tenista chileno" dijo Tanco antes de comenzar el peloteo. El sujeto no dejó de intentar picar en cada oportunidad que tenía, y para peor andaba más recto que Oliver Atom después de la lesión. El primer partido a 21 fue demoledor y en la revancha a 11 puntos, a fuerza de saque bajo y charla distractiva, el periodista de El Portal logró un meritorio 11 a 5 en contra.

Después del sometimiento en la mesa de ''ping-pong'', pasamos a una especie de living-oficina donde esperaba un Play Station 2 y un televisor de considerables dimensiones.


Las ingenuas esperanzas de revancha del periodista (que la noche anterior intentó ponerse a punto entrenando con un especialista reconocido en un cibercafé del Centro) se vieron nuevamente pulverizadas, pero esta vez con completa dignidad. Tanco ganó todos los partidos 1 a 0.

La entrevista duró más de una hora y los conceptos vertidos están ordenados en una serie de capítulos, el primero más en general y el resto sobre temas específicos. Ahora si, con Ustedes, Carlooooos Tanco...:

- ¿Cómo te sentís como uruguayo joven de los noventa?

- Me siento plenamente enojado. En realidad como montevideano, mi concepto de país es Montevideo, me da mucha vergüenza decirlo pero es así. Si bien conozco Canelones, Flores, Salto, mi vida transcurre en Montevideo. Este país me enoja muchísimo, me produce un dolor y una rabia tremenda que supongo que están atadas al amor que le tengo también, muchas cosas de los uruguayos...

- ¿Qué cosas?

- La autoconcepción de tipos cultos, inteligentes y solidarios que somos. Me hincha mucho porque sé que es mentira. Somos todos unos ignorantes, somos muy poco inteligentes, y muy poco solidarios. Me enoja muchísimo esa mirada hacia adentro que tiene el uruguayo, esa soberbia escondida atrás de la humildad y que encima se da el lujo de decir que es humilde. Para empezar: si fuera humilde no tendría que decirlo, el contrasentido de un país que dice tener la población más humilde del mundo es tremendo.

Eso me da bronca, me angustia muchísimo y me jode personalmente esa falta de autocrítica que tenemos. Me duele mucho porque yo sufro por mi ignorancia, por mis limitaciones y por mi falta de inteligencia y sufro mucho al ver al resto creyéndose inteligente, viviendo una mentira colectiva de la inteligencia y lo cultos que somos.


No puedo creer cómo eso no se cae a pedazos sabiendo que hay 300 mil personas que miran Zona Urbana y se creen que eso es un mensaje inteligente, y es un insulto a la inteligencia. Y en su momento había 200 mil, ahora hay 70 mil que escuchan a Petinatti, que es otro insulto a la inteligencia y que despierta esa otra cosa que yo detesto que es el melodrama uruguayo... Para mi la Operación Retorno es la bosta más grande que escuché, es la mierda más grande del mundo. Te estás aprovechando, estás ejerciendo poder sobre un tipo que está allá y hacés un chantaje emocional. Porque el tipo está aislado y cualquier cosa le sirve. Le tirás una tortafrita en el medio de la frente y se le caen las lágrimas y ¿vos que hacés? Te ponés a preguntarle si no extraña la rambla, los bizcochos... ¿qué mierda es eso? Es un chantaje emocional de un hijo de puta o de un estúpido. Ese tipo de cosas son las que me llenan de bronca y de angustia al mismo tiempo. Es la canción de Rada que es lo mismo "con tortafritas, bizcochar, chistarle al guarda" ¡Qué me importa chistarle al guarda si no tengo laburo, me voy a ir al carajo!

Así se genera una cantidad de íconos completamente superfluos y engañosos para afirmar la identidad patriótica, cosas que yo detesto. El simbolismo patriótico me genera muchas dudas en su totalidad. Esa del himno, la camiseta... me nace el llamador de los milicos. Por algo los milicos lo tenían tan arriba y lo utilizan tanto a Artigas, por algo... porque esos íconos son para afianzar ciertos recovecos emocionales que te alejan de el pensamiento y te abrazan a algo plenamente afectivo que es la patria y qué se yo. Utilizados en cierta medida a mi también me gustan y todo, pero estoy siempre controlando el grado de la utilización. Ahora, cuando ya los íconos pasan a ser las tortafritas, el chistarle al guarda y el bizcochar en la rambla es mucho peor todavía, porque te los están inventando, te los están tirando arriba y vos estás comiendo como un gil. Yo estoy comiendo como un gil... Y entonces me angustia mucho, me entristece, me da bronca. Y con lo que experimento una angustia muy poderosa es sintiendo, plenamente y de manera sincera, que no me dan las herramientas para desarticular eso. A mi me gustaría desarticularlo desde la creatividad, desde el talento y no lo tengo, siento que no me alcanza.

- ¿Qué idea tenés de los políticos uruguayos?


Me parece que no escapan a la mediocridad de todo el resto. Hay una cosa muy mediocre atrás de la mayoría de ellos que no tiene nada que ver con lo que me contaron -como todas las cosas en este país, nada tiene que ver con lo que nos contaron-. A medida que fui creciendo me di cuenta que los discursos de los políticos eran fácilmente desarmables. Bueno a eso jugaba yo con el personaje (Darwin) y me terminó resultando un trabajo fácil. Y ellos mismos (los políticos) estaban encantados con eso, lo cual está bien porque muestra que tienen sentido del humor. De todas formas son imprescindibles, quiero que estén siempre, que mucha gente se dedique a la política que es una vocación que no entiendo.

A su vez me sigo sorprendiendo con ciertos efectos populares. El efecto del "Pepe" Mujica es increíble. Es la Britney Spears de la política uruguaya, maravilloso. Me dirán: "el Pepe Mujica es él mismo", Britney Spears también es ella misma, desde los cuatro años que está en eso. Mujica es él mismo, pero encontró los resortes de su personalidad que accionaban la cohesión popular. Creo que se manejó con mucha inteligencia, supo leer dónde estaban sus puntos a favor y tuvo un costado muy hábil pero a mí a veces me asusta, no por él, por el efecto popular, esa cosa indiscutible que hace que uno no pueda decir, por ejemplo, "a mi me tienen las pelotas por el piso las metáforas del Pepe Mujica", lo digo lisa y llanamante. Y me da miedo decirlo, no porque me vayan a pegar, sino porque trabajo en radio y sé que después la gente encaja "¡Bo, le das pa´atrás al Pepe, bo no sé qué!". No le estoy dando para atrás a Mujica, sólo estoy tratando de disentir en el tema de las metáforas ¿Puedo decir que a mi me hace acordar a Desde el Jardín, al personaje que tiraba metáforas todo el tiempo y que todo el mundo decía "ohh"? Lo que digo es que ese exceso de metáforas me hace sentir la necesidad de que el tipo me deje de hablar en sentido figurado. Está todo bien, pero yo no quiero saber más de cómo crecen los boniatos para establecer un paralelismo con el FMI (Fondo Monetario Internacional).

Eso no me gusta de Mujica, me cansó y no le profeso admiración. Y ya por eso, con el grado de popularidad que tiene y con lo exaltada que se pone la gente, genera algo que a mi me da un poquito de temor. Más allá de que es un personaje espléndido y que además me cae bien.



Segunda parte: