Por César Bianchi
@Chechobianchi
Fotos: Juan Manuel López
Anthony Da Luz (31) estuvo a punto de ir a entrenar con las juveniles de Peñarol. Tenía 12 años, era su último año en baby fútbol, y entró desde el banco a un partido promediando el segundo tiempo. En la primera pelota que tocó, marcó fuerte, gambeteó a uno y le pegó al arco. Un captador de las formativas de los aurinegros estaba viendo ese partido de El Colmenar, el cuadro de baby fútbol donde jugaba Anthony, y preguntó por él. Le dijo al delegado del cuadro -casualmente, padre del jugador que había despertado la curiosidad del ojeador- que lo llevara, junto con otros dos, a entrenar a la séptima de Peñarol. Anthony no fue, decidió no ir. Si bien todavía veía relativamente bien, sabía que la visión no le daba para jugar en cancha de 11. Se quedó con las ganas.
Con la adolescencia y tras 13 cirugías en ambos ojos, Anthony quedó ciego. Recién pudo terminar de asumir su ceguera en el Instituto Tiburcio Cachón, cuando cumplió la mayoría de edad. Con el humor como bandera y muchas ganas de aprender, venció los prejuicios maternos y empezó a dominar las técnicas del bastón. Luego llegó el fútbol para ciegos: integró la selección uruguaya, lo invitaron a jugar en Estudiantes de La Plata (Argentina), luego jugó en equipos brasileños, hasta que llegó a Peñarol. Las vueltas de la vida le dieron una segunda oportunidad en el club de sus amores. Hoy se jacta de haber escuchado rumores que es uno de los 10 mejores futbolistas ciegos del mundo, y eso que todavía no pisó Europa.
Anthony, que como deportista amateur ha defendido varias camisetas en tres países, no vive del fútbol, claro. Trabaja en Antel coordinando cursos internos para los empleados, atendiendo un 0800 o enseñando cómo usar lectores de pantallas a otras personas discapacitadas. Mantiene en vivo su sueño de jugar en Italia, quizás en 2021, y antes ganar una Libertadores con los carboneros. Y lejos de lamentarse o pensar "por qué le tocó a él", cree que todo tiene un propósito: "En realidad, es una oportunidad. Si no hubiera perdido la vista, capaz que hoy en día no tendría el laburo que tengo, no estaría haciendo deporte, y seguramente, de no haber quedado ciego, no habría llegado a jugar en Peñarol. Tuve otras metas, otros rumbos, y capaz que si pudiese ver, mi vida sería otra".
¿Qué querías ser cuando fueras grande?
-Me encantaba dibujar. En la escuela pensaba en ser arquitecto, pero tenía baja visión... Veía poco, pero nítido. Andaba sin bastón. Veía todo, distinguía rostros, pero tenía baja visión. No llegaba a ver a dos cuadras, pero veía venir un ómnibus a media cuadra. Hay gente que ve nublado. Yo tenía baja visión, pero veía nítido.
A los seis meses me diagnostican un glaucoma congénito. Por eso yo tenía baja visión de niño, tenía presión en las vistas. A los 16 años me operan. Había tenido seis operaciones en el ojo izquierdo y seis en el derecho. La última operación, la decimotercera, ocasionó que yo perdiera toda la visión del ojo izquierdo. El ojo derecho lo había perdido desde muy chiquito.
Cuando vi que iba empeorando todo esto, y cada vez tenía menos visión, dije: "Ta, arquitecto no voy a poder ser". Entonces, mi gran sueño pasó a ser jugar al fútbol.
-Tu ceguera es congénita. Pero de niño veías nítido...
-A los 16 me operan por decimotercera vez. Me colocaron una válvula Ahmed, para drenar el ojo izquierdo (el derecho ya lo tenía perdido), no hubo buen proceso de recuperación y perdí lo poco que veía del ojo izquierdo. Cuando esa última operación, se me nubló la vista automáticamente, estuve un mes en casa con los ojos tapados, no quería salir a la calle... hasta que decidí salir y rehabilitarme. Fui perdiendo visión paulatinamente, y a los 19 años perdí toda la visión.
-Ya jugabas al fútbol antes de quedar ciego, supongo. ¿Llegaste a competir en algún equipo?
-Jugué al baby fútbol en El Colmenar, un cuadro de Punta de Rieles, que después se mudó al km. 15 de Camino Maldonado. Jugaba de delantero. A veces pedía para jugar de 10, para estar más en contacto con la pelota. Al no ver del todo bien, me servía estar en el mediocampo para estar más en contacto con la pelota.
"A los 16 me operan por decimotercera vez. Me colocaron una válvula Ahmed, para drenar el ojo izquierdo, no hubo una buena recuperación y perdí lo poco que veía. No quería salir a la calle... hasta que decidí salir y rehabilitarme"
-¿Y a qué te dedicás hoy, además de jugar al fútbol para ciegos?
-Trabajo en el Centro de Educación de Antel. Entré en 2017 por un concurso público, por la Ley de Discapacidad. Ahí planifico cursos internos, para los empleados de Antel. Lo mío es la coordinación de los cursos (en qué horario se van a hacer, cuál va a ser el curso, quién va a ser el instructor, qué día se va a dar). Tenemos un programa interno de Antel donde voy llenando los campos de los interesados. Hay todo tipo de cursos, desde informáticos (Android, acceso y datos, Draw, LibreOffice, tablas dinámicas), programaciones Python, entre otros.
También trabajo en el programa Antel Integra, atendiendo el 0800 2824. Antel tiene un programa de reciclado de computadoras que la gente dona, y luego nosotros las hacemos llegar a instituciones educativas u organizaciones sin fines de lucro. Y con Leonardo, un compañero, hacemos accesible una plataforma que se llama Idea, para los cursos internos. Revisamos los contenidos que suben a la plataforma, y si tienen gráficos hacemos la descripción de los gráficos, si tienen videos, hacemos la audio-descripción. Hacemos accesible el material de los instructores para todas las personas ciegas o sordas.
También dicto un taller de discapacidad (con dos o tres compañeros). Hablamos de la Convención de los Derechos Humanos de las personas con discapacidad, de la ley 18.651 (ley de protección integral para personas con discapacidad), del concepto mismo de discapacidad, y los distintos modelos de discapacidad que se fueron dando a lo largo de los años, así como de buenas prácticas para el relacionamiento con personas con discapacidad.
El año pasado dicté clases de lector de pantallas en un convenio que Antel tenía con BPS, a través del programa Antel Integra. Nosotros le donamos computadoras al programa Crenadecer (Centro de Referencia Nacional en Defectos Congénitos y Enfermedades Raras) del BPS. Les di clases a personas con discapacidad visual que se atienden en BPS enseñándoles a usar un lector de pantalla.
-Como futbolista jugás en Peñarol, pero también en Estudiantes de La Plata. ¿Cómo es eso?
-Es que como es amateur, te dejan jugar en más de un equipo. Hace ocho años estoy en Estudiantes de La Plata, hace seis en un equipo de Brasil. Jugué en Asdefipel, la Asociación de Deficientes Físicos de Pelotas, y en los últimos años estaba jugando en el INV, Instituto Nuevo de Visión de San Pablo.
-¿Fuiste al instituto Tiburcio Cachón para readaptar tu vida a la ceguera?
-Sí, en 2008 ingresé en el instituto Cachón, cuando yo tenía 18 años. Yo tenia un poco de miedo... Le tenía rechazo al uso del bastón. Ahí te atienden re bien, me sentí igual, uno más, porque son todos pares. Sabés que los que están ahí pasaron por lo mismo, algunos son ciegos y otros tienen baja visión. Me fui adaptando a esta realidad y adquiriendo las herramientas para salir adelante.
-Tuviste que aprender, por ejemplo, a cruzar una avenida importante solo...
-Exactamente. Tenés clases de orientación de movilidad, el profesor te enseña a usar el bastón. El bastón tiene una técnica para usarse, no es solo un símbolo. Tiene una técnica para que vos puedas detectar lo que tenés adelante o a los costados. Cuando llegué, uno de los muchachos que se acercó a mí fue Marcelo Silva, un muchacho que tuvo un accidente en el estadio (Centenario)...
"Cuando entré, agarré la primera pelota, y el captador le dijo a mi padre, que estaba delegado: '¿Cómo se llama este botija? Llevalo a practicar a Peñarol'. Pero yo no fui, porque era fútbol 11, y no me daba la visión para jugar..."
-Lo recuerdo. Un hincha de Nacional que recibió una bala de goma por parte de un coracero en la tribuna Amsterdam, en el año 2004... Esa bala lo dejó ciego.
-Ese mismo. Él fue el primero que se acercó. Si bien no somos de la misma generación, teníamos cosas en común, como que a los dos nos gustaba el fútbol. Él fue los que más me animaba a salir. Él me dijo: "Yo agarro el bastón y salgo para cualquier parte, y no dependo de nadie". Y eso me convenció, me animó a salir.
Yo había dejado cuarto año de liceo cuando me operé a los 16 años. Entonces, a los 19 decidí volver a estudiar. Lo había dejado porque no tenía las herramientas: no tenía Braille, no tenía la computadora, no tenía lector de pantallas, o una grabadora digital. En el instituto me dieron los recursos y me hicieron ver lo importante de crecer en lo educativo, y entonces retomé los estudios. Terminé bachillerato, después hice un año de Facultad de Psicología, y después hice Analista en Recursos Humanos. No di el examen final, y me quedó inconcluso. Pero voy a darlo.
-Después de baby fútbol y antes de perder toda la visión, ¿tuviste chance de ir a jugar en algún equipo importante?
-Sí, en el último año de baby fútbol con El Colmenar, cuando tenía 12 años en 2002, y cuando todavía veía bien, me vio un captador de Peñarol. En ese partido me habían puesto de suplente, cuando entré, agarré la primera pelota, y ahí este hombre le dijo justo a mi padre, que estaba delegado: "¿Cómo se llama este botija?". Mi padre le dijo y el hombre agregó: "Llevalo a practicar a Peñarol". Pero yo no fui, porque era fútbol 11, y no me daba la visión para jugar... Tenía 12 años, era mi último año de baby fútbol. Yo sabía que no me daba la visión para jugar en fútbol 11 en las formativas. Llevó a dos amigos míos, y yo era el tercero.
-¿Cómo incursionás en la práctica del fútbol para ciegos?
-Al mes de haber entrado al Cachón, Marcelo Silva me dio manija y arranqué a practicar con el equipo de fútbol para ciegos. Yo tenía la vista nublada, veía muy poco, usaba bastón (usaba un bastón verde, el de baja visión, porque todavía no había perdido toda la vista). Cuando empecé a jugarlo me encantó, y le pregunté cómo hacían para jugar. Él me dijo que había una pelota con un cascabel adentro que hacía ruido. Él la llevó al Cachón y me la tiró de una, yo me imaginé que para adelante no podía patearla, entonces ahí él me dice que la tenía que ir llevando entre los pies, pasándola de pie a pie. Empecé a hacerlo, y me dijo: "Bo, ¿por qué no vas a la práctica?". Me arrimé a la práctica de la selección (uruguaya) y así empecé.
-Entonces jugaste primero en Uruguay y después un club...
-Claro. Se empezó a jugar representando al país porque nos llegó una invitación de Argentina. Los pocos que querían jugar al fútbol iban a representar al país. Se juega fútbol 5 (cuatro personas ciegas y un arquero que ve), y tienen que haber cuatro suplentes, también ciegos. En cada delegación viajaban 10. Cuando pasábamos los 10 (ponele que fuéramos 12 o 13) iban los mejores 10 de ese momento. No los mejores del país, sino los mejores de ese momento. Con un mes solo de práctica, viajé a Salta, Argentina, y jugué. Yo solo corría atrás de la pelota, pero allá quedaron sorprendidos con mi rendimiento. Perdimos todos los partidos, pero contra Paraguay -que hacía seis años que jugaban juntos- perdimos solo 2-1, y habíamos arrancado ganando con un gol mío.
En 2009 fui a la primera Copa América con la selección, ahí salí Jugador Revelación y eso me empujó para seguir entrenando. Ese fue el primer premio que tuve. Eso fue en Buenos Aires. Dos años después, en 2011, fuimos a Guadalajara, México, con la selección. Le metíamos mucha garra y corazón, tratábamos de hacer un papel digno, pero nunca llegábamos a estar entre los primeros, que son Brasil y Argentina. Aún así perdimos solo 0-1 contra Argentina, y ellos sufrieron bastante. Me echaron ese partido, mal echado... porque dijeron que yo no decía "voy". Cuando vos vas a quitar una pelota o marcar tenés que decir "voy". Me cobraron cinco faltas y me tuvieron que sacar, pero en realidad yo les estaba haciendo la vida imposible, jaja.
"El guía de Argentina es a su vez el técnico de Estudiantes de La Plata. Me contactó por Facebook y me dijo que le había gustado mi juego, me invitó a jugar en Estudiantes. Y desde 2012 que juego con ellos. Estamos siempre en los primeros puestos"
El guía de Argentina -una persona que ve y se ubica atrás del arco contrario-, es a su vez el técnico de Estudiantes de La Plata. Tras el campeonato me contactó por Facebook y me dijo que le había gustado mi juego, entonces me invitó a jugar en Estudiantes. Y desde 2012 que juego con ellos. Estamos siempre en los primeros puestos. El año pasado salimos segundos en la liga argentina, perdimos la final por penales. Voy una vez por mes, ahí se juegan dos partidos: un sábado de mañana, y de tarde. En un par de torneos salí goleador.
En 2013, jugando con la selección, en la Copa América de Santa Fe, Argentina, los brasileros empezaron a ver jugadores, a los que les hacían una especie de contrato con equipos de allá. El muchacho que me contactó a mí es ciego. Un árbitro le habló de mí, le dijo que yo andaba bien, y me llamaron para ir a jugar a la Asdefipel (Asociación de Deficientes Físicos de Pelotas).
-¿Y cuándo llega Peñarol?
-Por un grupo de allegados al club, una agrupación que se llama ADN Carbonero. Uno de esa agrupación me contó que estaba trabajando con José Luis Bringa, que estaba en Peñarol, y querían formar un equipo de fútbol para ciegos en Peñarol. Fuimos a hablar con José, fue mi padre que era el técnico nuestro en la selección, y ahí se armó el grupo. Fue en 2017.
-En Peñarol les ha ido bien. Le ganaron una Copa Río de la Plata a Boca Juniors. ¿Acá cómo les ha ido?
-Jugamos por una copa acá, en Colonia, contra Boca, y la ganamos 1-0. Y después jugamos la revancha en Buenos Aires, y allá ganamos 3-0. Después jugamos contra Estudiantes de La Plata.
-Tus dos equipos. ¿Jugaste un tiempo con cada uno?
-No, no, ellos entendieron mi pedido, y jugué con Peñarol. Ganamos 1-0 con gol mío... que no lo grité, por respeto. Después hicimos un campeonato en Colonia contra Huracán, contra Plaza Colonia (fue un invento, les dimos nuestros suplentes, pretendiendo impulsar el fútbol para ciegos allá). Y ganamos ese triangular. Fuimos a la Copa Libertadores de América y quedamos terceros entre seis equipos del continente. Tuvimos para llegar a la final, pero marchamos 0-1 en un partido que pegamos cuatro pelotas en los palos. No sabés la bronca que teníamos... Ganamos el partido por el tercer puesto. Pero goleamos muchos partidos, fuimos el cuadro más goleador y el menos vencido.
-Tú jugás en Peñarol, pero no hay un Campeonato Uruguayo de fútbol para ciegos...
-No, no hay. La idea es impulsar esa liga. El año pasado se sumó Gomensoro Universitario. Son muchachos que no querían ir a Peñarol, o tenían más edad, o lo que fuere: se juntaron y armaron otro equipo. El año pasado se hizo un amistoso contra Gomensoro Universitario, como para impulsar esto. Y bueno, esperamos que se vayan creando otros equipos.
-Explicale a los lectores cómo se juega el fútbol para ciegos.
-La pelota tiene cascabel. Nosotros podemos seguirla y se hace fútbol continuo. Saber dónde está la pelota es la clave para orientarte. Los arcos son de medida de hándbol, de 2,17 por 3,66 metros. El arquero es el jugador que ve. Y hay una certificación oftalmológica para todos los demás jugadores, certifica que vos percibas luz, sombra, bulto o que no veas nada. Si llegás a ver más que eso, ya no clasificás para jugar como fútbol de ciegos. Eso se hace en todos los campeonatos oficiales. La cancha es de 40 x 20, tenés vallas a los costados (de madera o inflables) de 1,20 metro de altura, inclinadas 10 grados. Esa valla oficia de guía para nosotros y hace que el deporte sea más continuo, pega ahí en la valla y no se va.
"A mi madre no le gustaba que yo usara mucho el bastón, le daba vergüenza, porque la gente miraba... Yo al principio le pegaba a la gente, sin querer. Yo le decía a mi madre: 'Bueno, ellos son los que ven, se tienen que correr ellos'. Le costó entenderlo"
La conducción de la pelota es entre las piernas, porque cuando va hacia adelante, gira menos y suena menos. Y se entiende que si la tirás hacia adelante, la estás dividiendo. Si la pateás hacia adelante, tenés que decir "voy" para que el contrario sepa que vas a marcarlo o vas por la pelota. Si no decís "voy" te cobran falta. Cuando vas a marcar una pelota a dos metros o un metro y medio, tenés que avisar, porque ya no tenés control. Ahora, si pateás al arco, ahí no tenés que avisar.
-¿Cómo podrías definir tu juego?
-Es tipo fútbol 5, así que por lo general jugamos 1-2-1, y yo suelo jugar en el medio para poder quitar y salir de atrás rápido. Me gusta tener la cancha de frente. Soy de ida y vuelta, tengo gol, pero si tengo que marcar, marco. En realidad, mi prioridad es marcar, pero también soy ofensivo.
-Antes de la pandemia, ¿ibas a la cancha a ver a Peñarol acompañado de alguien para que te contara el partido? ¿O lo escuchabas por tele o radio?
-He ido, sí. Ahora me separé, pero iba con mi ex, o iba con amigos o con José (Luis Bringa). Llevo una radio y me pongo los auriculares. Entonces, puteo al juez cuando putean todos, jaja... Tiene su encanto ir a la cancha. No recuerdo el rival, pero la última vez que fui fue en 2018, un partido que ganamos en la hora y con eso llegamos a una final. Fue toda una emoción cuando gritamos. Y si no, lo escucho por radio en casa.
-¿Cómo se tomó tu familia tu discapacidad? ¿Cómo reaccionaron ellos?
-Mi padre fue el que estuvo más arriba mío, de hecho, fue director técnico nuestro. Yo soy músico también, toco percusión y él tocaba la batería, es retirado como músico militar. Entonces compartí con él pila de tiempo. Mi madre siempre estuvo. Yo voy a la China y ella quiere ir conmigo. Mi hermano, que tiene 32 años, también fue muy compañero. A mi madre fue la que le afectó más, en el inicio. No le gustaba que yo usara mucho el bastón, le daba vergüenza, porque la gente miraba... Hasta que se fue acostumbrando.
-¿Y qué pasa si la gente mira?
-Nada, era cosa de ella... Porque aparte, yo al principio le pegaba a la gente, sin querer. Y yo le decía a mi madre: "Bueno, ellos son los que ven, se tienen que correr ellos. Yo no puedo correrme de mi línea o mi referencia para esquivarlos a ellos". Le costó entenderlo. Pero ojo, si fuera por ellos, me llevarían a upa a todos lados.
-Borges pedía que no lo llamaran con el eufemismo de "no vidente". "Yo soy ciego, no ‘no vidente'", decía. ¿A vos te da lo mismo?
-Lo que pasa que una persona vidente es una persona que predice el futuro. Entonces, primero: el concepto de "no vidente" no está bien. Ya desde el concepto está erróneo. Se adoptó el concepto de "no vidente" para quitarle impacto (a la palabra ciego), y nosotros sentimos esa compasión, esa lástima que nos tienen, y ese miedo que tienen... La ignorancia -en el sentido de no conocer-, te lleva a repetir lo que todo el mundo dice. Y capaz que hasta suena bonito. Pero en realidad, una persona que no ve es ciega. La gran mayoría de nosotros lo tenemos aceptado.
-El humor es muy importante para sobrellevar todos los males. Una vez te escuché bromear: "Les mando un saludo, por si no nos vemos".
-Sí, claro, es fundamental el humor. Cuando entré al Cachón había una mujer cantando tipo ópera ("¡Fulanitaaaaa!"), pero como en una entonación lírica. Y yo pensé: "Acá están todos locos. ¿Dónde me metí?". Después me di cuenta que se divierten, que son felices, y es eso, en realidad.
Lo que me pasa no es porque estoy pagando por algo. En realidad, es una oportunidad. Si no hubiera perdido la vista, capaz que hoy en día no tendría el laburo que tengo, no estaría haciendo deporte, que me encanta (cuando veía, jugaba al fútbol pero no era disciplinado, y ahora sí; entreno mucho), y seguramente, de no haber quedado ciego, no habría llegado a jugar en Peñarol. Tuve otras metas, otros rumbos, y capaz que si pudiese ver, mi vida sería otra.
-Las personas ciegas, ¿tienen el apoyo que merecen del Estado uruguayo?
-Cobramos una pensión, de unos 12.600 pesos...
-Por ley, las empresas del Estado deben destinar un 4% para personas con discapacidad. Tú trabajás en Antel. ¿Se cumple?
-En Antel sí se cumple, hay un 7% de personas con discapacidad. Y este año querían llegar al 8%.
-¿Y los deportistas discapacitados tienen el apoyo necesario de la secretaría nacional de Deportes?
-Ahí no tanto. Si bien está el Comité Paraolímpico Uruguayo, que es el que trata de solicitar los apoyos a privados y entes públicos. Y para la Secretaría de Deportes, vos tenés que armar todo un presupuesto, bueno, es toda una burocracia... Yo Anthony no puedo ir a pedirle nada; tengo que ir a través de una institución, esa institución tiene que estar avalada por el Comité, el Comité hacer el pedido... todo en caso de ser eventos internacionales a nivel paraolímpico. Después, lo que son eventos como entrenamientos o preparatorios, tenés que subsistir con otros recursos, haciendo rifas o tener un auspiciante fuerte que ponga la plata.
"Lo que me pasó es una oportunidad. Si no hubiera perdido la vista, capaz que hoy en día no tendría el laburo que tengo, y seguramente, de no haber quedado ciego, no habría llegado a jugar en Peñarol".
En Argentina cuentan con el apoyo de Movistar, que destina el 1% de cada llamada (o algo así), y ellos subsisten con eso. Es un privado que le da ese dinero a la secretaría de Deportes de ellos, del Estado argentino. Nosotros acá no tenemos ningún apoyo fuerte de ese tipo. Para poder competir internacionalmente recurrimos al Comité Paraolímpico, y el comité apoya eventualmente para un torneo puntual, no para la preparación del torneo.
-¿Cuál es tu máxima aspiración como futbolista ciego?
-Cuando empecé a jugar quería estar entre los mejores del mundo. Después me encontré con jugadores brasileños, que son muy buenos... Dentro del ambiente soy bastante conocido y hasta se ha hablado de que estaba entre los 10 mejores del mundo. Eso los han dicho técnicos de Brasil y Argentina, no es oficial, no salió escrito en ningún lado. Yo no he ido a Europa. El año pasado un amigo uruguayo que juega allá en Italia, me invitó para ir a jugar a Alemania, y no pude ir porque me invitó una semana antes y yo ya había usado la licencia en Antel. Pero me dijo que en 2021 me iba a invitar para ir a Italia y jugar todo el campeonato allá, en Italia. Se juega todo en 20 días, así que sería ir algunas semanas para competir y volver.
Y mi máxima aspiración sería (piensa)... capaz que jugar otra Copa Libertadores y salir campeón con Peñarol. Y ganar algo con la selección.
-¿Qué es lo que más extrañás de tu vida anterior a perder la vista?
-Lo que más extraño es ver las caras de mis seres queridos, de mi madre, de mi padre, mi hermano. Ya van a ser 13 años que soy ciego, y la gente va cambiando, los rostros cambian. Tengo una sobrina y un sobrinito chico a los que no les conozco la cara.
-¿Sos feliz?
-Sí, sí, sí...
Por César Bianchi
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