“Vamos a hacer una criptomoneda, ¿qué tan difícil puede ser?”, se preguntaba un adolescente uruguayo antes de crear Urubit. Empezó como una broma que logró que, a media hora del lanzamiento de su preventa, se hubiera agotado. Ese mismo adolescente, junto a dos más, mantiene como objetivo acercar los beneficios de algo que se llama “cadena de bloques” a todo Latinoamérica.

El mismo adolescente fue quien instaló un cajero de criptomonedas en Punta del Este que, en febrero de 2022, realizó entre 5.000 y 6.000 transacciones.

Se divierte. Se divierten.

Tienen proyectos que se construyen en comunidad, porque una civilización que no deja a nadie atrás es una civilización que vale la pena construir.

Según el presidente del Banco Central, Diego Labat, lo que hacen ellos con el cajero es lo mismo que hace una máquina de venta de Coca-Cola, porque son monedas que no circulan ni están respaldadas por nada. Es decir, no se consideran activos financieros.

Sin embargo, en países en los que los respectivos bancos centrales no están pudiendo velar por la estabilidad sí lo están haciendo las criptomonedas. En Rusia, por ejemplo, como consecuencia de la guerra con Ucrania, el retroceso de su moneda cambió el orden establecido y generó una situación en la que la capitalización de mercado de Bitcoin -la primera y más poderosa criptomoneda- es mayor al valor del rublo en dólares.

Aunque no hace falta meterse en una economía de guerra para ver su impacto.

Latinoamérica es un laboratorio vivo respecto al avance de estas nuevas tecnologías que ofrecen soluciones a sociedades golpeadas por la inflación y la inestabilidad política, entre otros factores. Los números demuestran un avance vertiginoso que, en muchos casos, resulta asfixiante. Uruguay sabe de criptomonedas, de cadenas de bloque, de NFTs, de contratos inteligentes, de metaverso. Uruguay sabe de Web 3.0.

Un cajero de criptomonedas podría ser lo mismo que hace una máquina de venta de Coca-Cola, porque son monedas que no circulan ni están respaldadas por nada.

¿De qué hablamos cuando hablamos de criptomonedas?

Fernando Cabrera hablaba de ir “despacio por las piedras”; con estos temas es igual. Hay mucho por definir. Una criptomoneda es un activo digital, es decir, dinero digital construido sobre una cadena de bloques o, en inglés, "blockchain".

Una cadena de bloques es como un libro contable con la diferencia de que nadie la controla: está programada para que todos los usuarios estén en igualdad de condiciones y que resulte imposible modificarla.

La descentralización es un aspecto fundamental de su funcionamiento y significa gran parte del atractivo de esta tecnología que se dio a conocer con la publicación del white paper de Bitcoin en 2009. “Hasta el momento, todas las cosas eran replicables en el mundo digital. No había forma de que yo diera algo que dejara de ser mío para que comenzara a ser de la otra persona. Si yo daba algo, lo teníamos los dos. Era complejo saber quién era el dueño y por eso tenía que haber intermediarios”, explica Gastón Milano, gerente de tecnología en GeneXus.

Una cadena de bloques es como un libro contable con la diferencia de que nadie la controla.

En Uruguay, Facundo Rodríguez, junto a sus dos socios, creó Urubit: un token digital. En la diaria se utiliza muchas veces el término token digital como sinónimo de criptomonedas, aunque no lo son. Una criptomoneda es aquella que tiene su propia cadena de bloques y token aquella criptomoneda que está montada sobre otra cadena de bloques que no es propia. Hoy en día, Urubit tiene una capitalización de mercado de aproximadamente 1 millón y medio de dólares, habiendo llegado en su máximo a 2 millones y medio.

¿Con cuánto arrancaron? Con cinco mil.

Casos como este son cada vez más recurrentes. Ferret Token, desarrollado por InBierto, comenzó con una capitalización de 16.000 dólares y llegó a estar en 10 millones, todo a través del crecimiento orgánico, sin publicidad. Y hay más, bastantes más.

Las criptomonedas se almacenan en "wallets" -en español, billeteras- que en su mayoría son herramientas de una plataforma más grande llamada exchange, las que vendrían a cumplir la función de una casa de cambio. Urubit tiene su billetera nativa llamada U-Wallet, por ejemplo.

Hasta ahí el sistema funciona y lo hace en todo el mundo. Sin embargo, los integrantes de Urubit e InBierto detectaron un problema. En Uruguay, como la regulación vigente no prohíbe ni avala el uso de las criptomonedas, existía un vacío legal que frenaba su crecimiento en una fase concreta: su extracción.

“Nos dimos cuenta que la gente se preguntaba cómo hacerse de ese dinero físicamente, porque en general el uruguayo busca inversiones tangibles. Al haber ausencia de regularización, los bancos no aceptan dinero proveniente de exchanges”, dice Adolfo Varela, cofundador de InBierto.

Poder transformar estos activos digitales a dólares solo era posible a través de transacciones P2P (peer to peer o red entre pares), un método a través del cual se realizan muchas estafas. Entonces, fue que surgió la idea del cajero. Desarrollaron una primera versión que fue instalada en enero y durante los primeros quince días de funcionamiento hubo que actualizarla constantemente. “Tuvimos que cargarle carteles de aviso para que fuese más accesible, tuvimos que cambiar la tecnología porque la demanda hacía que se recalentara”.

Solo en su primer día se realizaron más de mil transacciones, en un mercado como el uruguayo en el que, según Varela, unas 50.000 personas operan con criptomonedas.

Las criptomonedas se almacenan en "wallets" -en español, billeteras- que en su mayoría son herramientas de una plataforma más grande llamada exchange, las que vendrían a cumplir la función de una casa de cambio.

Facundo Rodríguez, ahora CEO de Urubit, admite que fue “mucho más de lo que esperaban” y que en esta materia “quieren dar el puntapié”. Así es que ya están desarrollando la segunda versión: un cajero con una arquitectura distinta en el desarrollo del software, más seguro, con un servidor descentralizado, escalable y que está preparado para contemplar las exigencias que una eventual regulación por parte del estado pueda exigir. Como gran exigencia está el combate en contra del lavado de activos y cómo hacer para controlar el orígen de los fondos.

Además, piensan instalar en los próximos años unos 70 cajeros a nivel local, regional, e incluso extra regional. Si se le pregunta sobre el futuro del producto responde que en cinco años va a ser tan habitual ir a retirar dinero proveniente de una cuenta bancaria como de una wallet con criptomonedas.

Regulación en Uruguay

“Una de las mayores desventajas de la humanidad es su incapacidad de entender el crecimiento exponencial”, decía Albert Allen Barlertt (1923-2013), profesor chino emérito de física. La innovación viene, generalmente, antes de la regulación y, respecto a esta tecnología, se confirma la regla.

El Índice Global de Adopción de Criptomonedas publicado en 2021 dejó ver que, entre julio de 2020 y junio de 2021, Latinoamérica se posicionó como la sexta economía en el ámbito de criptomonedas, moviendo unos 352.000 millones de dólares. No obstante y con alguna excepción -como puede ser la de El Salvador- su regulación suele ser escasa en la mayoría de los países de la región.

La ley de criptomonedas en El Salvador, aprobada en junio de 2021, establece al Bitcoin como moneda de curso legal, otorgando “irrestricto poder liberatorio, ilimitado en cualquier transacción y a cualquier título que las personas naturales o jurídicas públicas o privadas requieran realizar”, según indica el primer artículo. En enero de este año, el mandatario salvadoreño Nayib Bukele anunció la compra por parte del Gobierno de 410 bitcoins, un equivalente a 15 millones de dólares al momento de la compra.

La ley de criptomonedas en El Salvador, aprobada en junio de 2021, estableció al Bitcoin como moneda de curso legal.

En Uruguay, el Banco Central emitió un documento a modo de marco conceptual sobre el tratamiento regulatorio de los activos virtuales en el país e hizo un llamado abierto a comentarios con plazo hasta fin de marzo. En el documento se definen conceptos importantes, se plantean las principales preocupaciones y se adelantan los lineamientos de la futura regulación.

Para Agustina Pérez Comenale, abogada especialista en tecnología, esta primera regulación va a ser “muy básica” y “la parte fiscal no va a estar contemplada”, solo la financiera. También admite notar mucho trabajo e interés en la realización del documento, que deja entrever “ideas de distintos países” y que tiene como uno de sus objetivos centrales la lucha en contra del lavado de dinero.

Intuye que una de las medidas a tomar va a ser la de solicitarle a los proveedores de servicios de activos digitales con oficinas en Uruguay que se registren dentro de determinada base de datos estatal. Sin embargo, detecta un problema: “queda una rendija abierta en cuanto a aquellos proveedores que no tengan oficina en Uruguay, pero sí operen en el país; es ilógico y fácil de burlar”. A priori, esta regulación no contemplaría esos casos.

También encuentra una debilidad en el enfoque que se le está dando a la regulación: muy centrada en criptomonedas y con poca atención en otro tipo de activos digitales como, por ejemplo, los NFTs (tokens no fungibles). “Creo que el mayor lavado de dinero se hace con NFTs. Usuarios que se auto compran este tipo de tokens desde dos wallets propias y lo hacen mil veces aumentándole el precio a su obra.” Pero no solo eso, sino que también ganan con los royalties, es decir, la comisión que los artistas reciben por cada venta de una de sus obras, sin importar la cantidad de veces que se venda.

Según Comenale, lo ideal sería que hubiera una regulación a nivel internacional o, al menos, regional para coincidir en ciertos aspectos básicos. “Al igual que lo está haciendo la Unión Europea lo podría hacer el Mercosur”.

Nicolás Ovalle, Chief Innovation Officer en Bunkerdb y colaborador en Ñeripeso, ve la necesidad de pensar en la regulación para poder tener la capacidad de “construir los negocios que se quieren construir”. “En Uruguay hay mucha motivación pero también mucho freno por no haber lineamientos generales sobre los vehículos que permitirían conectar la estructura on-chain con la estructura off-chain”, agrega.

Ovalle se sumó al equipo de Nieripeso -un activo virtual uruguayo- luego de dos semanas desde su lanzamiento: “Siento que entrar a Nieripeso hoy es como entrar a “deremate.com” en el 1999. Ahora tenemos una moneda nativa de internet que tiene la particularidad de que cualquiera puede emitirla” ¿Qué significa esto? Significa que el poder centralizado de emisión de monedas que antes estaba en los Estados deja de estar ahí y el valor de ellas va a depender de la comunidad: “cuanto más personas crean en esto, más valor va a tener”.

Y ese es un punto clave en el avance de las cadenas de bloques.

El poder centralizado de emisión de monedas que antes estaba en los Estados deja de estar ahí y el valor de ellas va a depender de la comunidad.

Especulaciones y dudas sobre la estabilidad

Federico Comesaña, periodista especializado en economía, también hace énfasis en el rol de la comunidad. “La capacidad de las monedas está en la credibilidad de su emisor. Conforme aumenta la adopción y crecen los mercados vinculados a estas monedas virtuales, aumenta su masa crítica y se convierten en mercados menos manipulables”, dice. Pero hay una realidad y es que, hoy en día, se encuentran lejos de tener los mismos comportamientos y la misma capacidad de anticipación. Su carga especulativa es aún muy grande, asegura el periodista, segundos antes de comentar que prevé un escenario de estabilización en esta misma década.

“Los riesgos de los activos virtuales también hacen a su naturaleza y están muy arraigados a los beneficios que traen. Si lo que queremos es descentralización y finanzas que no estén afectadas por intermediarios, hay que asumir riesgos”, agrega Comesaña.

Gastón Milano se mantiene más escéptico en un escenario en que le cuesta ver estabilidad en el tiempo, e incluso la posibilidad de que sean un medio de pago universalizado: “Yo tengo criptomonedas sabiendo que son un riesgo mayor que la mayoría de las otras inversiones. Lo hago para entender mejor y no tanto como inversión. Incluso las stablecoins no son tan estables como dicen que lo son: cuando las auditan sale a la luz que sus reservas no mantienen la relación que dicen mantener”.

Este tipo de criptomonedas es creado con el objetivo de mantener sus precios vinculados al valor de monedas “fiat”, como lo son el dólar, el euro o el peso.

La carga especulativa de las criptomonedas es aún muy grande y la estabilización podría llevar todavía una década. 

¿Por qué Latinoamérica?

El Índice Global de Adopción de Criptomonedas de 2021 afirma que “Asia central y meridional, América Latina y África envían más tráfico web a las plataformas P2P que las regiones cuyos países tienden a tener economías más grandes, como Europa occidental y Asia oriental”. Que ocurra esto es lógico.

“Latinoamérica tiene un potencial grandísimo porque conoce de inflación, de desigualdad, de inestabilidad política y de problemas de acceso al tipo de cambio como nadie en el mundo”, asegura Adolfo Varela, CEO de InBierto. La tecnología de cadena de bloques -en sus distintas aplicaciones- propone una solución a todos estos problemas. Por ejemplo: las criptomonedas son deflacionarias. Desde su programación se puede estipular qué cantidad del activo se va a emitir e incluso, en muchos casos, sus respectivas hojas de ruta que prevén la “quema” de parte de ellos para aumentar su valor.

Otro aspecto atractivo para la región es la “democratización de las opciones de inversión para clientes de carteras más chicas”, explica Comseaña. El eliminar las barreras entre los movimientos internacionales va a facilitar el acceso a financiamiento en poblaciones limitadas por tasas muy elevadas en materia de créditos. Comesaña trae al centro de este avance los contratos inteligentes, a través de los cuales “se va a facilitar los contratos internacionales sin entender necesariamente las particularidades de las regulaciones locales”.

Los contratos inteligentes son acuerdos digitales programados para ejecutar determinadas acciones si se cumplen determinadas condiciones. Están construidos sobre tecnología de cadena de bloques y aseguran el cumplimiento del acuerdo entre ambas partes, sin necesidad de intermediarios. Y están escritos en un lenguaje de programación universal.

Latinoamérica tiene un potencial grandísimo porque conoce de inflación, de desigualdad, de inestabilidad política y de problemas de acceso al tipo de cambio.

En la práctica, significa que se puede comprar una casa en cualquier parte del mundo sin necesidad de la intermediación de un escribano, ni de un banco, -por mencionar dos ejemplos- reduciendo los costos enormemente. Sin embargo, tienen la dificultad de que su programación debe ser perfecta: una vez que están hechos no se pueden modificar.

“Uruguay tiene la capacidad de adaptarse rápidamente a estas tecnologías. Argentina tuvo un problema de inflación y emisión gigante en el que la tecnología de cadena de bloques fue la solución. Acá no tenemos la misma situación ni tenemos tan claros nuestros problemas, lo que sí tenemos es el potencial de potenciarnos y competir en el mercado mundial”, asegura Nicolás Ovalle.

Comseaña destaca los altos niveles de adopción de tecnología, de inclusión financiera y de desarrollo a nivel de Gobierno Electrónico. No obstante, detecta limitaciones a nivel de conservadurismo financiero y falta de conocimiento en una gran parte de la población para adoptar instrumentos de gran complejidad y volatilidad que, por si fuera poco, están rodeados de estafas. “Lo que están demostrando estas tecnologías es que no están solo para los millonarios, sino que vienen a dar un impacto positivo en poblaciones de bajos recursos y economías comprometidas”, comenta.

“Tokenización”

El nivel de trazabilidad con el que cuentan las cadenas de bloques es uno de sus mayores atractivos y no solo en la industria de consumo. Se está comenzando a hablar del concepto de “identidades tokenizadas”: la representación digital de una persona a nivel público y cifrada en una cadena de bloques. “Ahí podés tener tu documento de identidad, tu certificado de vacunación, tu libreta de conducir, tu moneda de curso legal y tu criptomoneda, facilitando la gestión pública y el uso de criptomonedas”, comenta Agustina Pérez Comenale. Podríamos acceder a créditos que no se dan a las personas en concreto sino a sus identidades tokenizadas, totalmente trazables y chequeables en cuestión de segundos.

Y los usos dependen de la capacidad de imaginación: “presupuestos departamentales y sistemas electorales pueden construirse sobre cadenas de bloques”, dice Adolfo Varela. “Pero no es fácil porque eso obliga a desprenderse de gran parte del poder”.

Semanas atrás distintas instituciones firmaron en Uruguay un “acuerdo de colaboración para desarrollar soluciones digitales en el sector cárnico”, según indica la página web del gobierno. Este acuerdo consiste en la digitalización de las cadenas agroalimentarias mediante una cadena de bloques. Según el Ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Fernando Mattos, “esta experiencia piloto puede ser un primer paso de una cantidad de otros que se pueden incorporar en esto de generar información, trazabilidad, garantías y certificar procesos productivos, que cada vez son más requeridos a nivel internacional”.

En la industria alimentaria mundial ya se pueden ver casos en los que se apuesta por tecnología de cadena de bloques. IBM Food Trust, por ejemplo, es un producto del gigante estadounidense de la tecnología que “conecta a los participantes a través de un permiso, inmutable y compartido de la procedencia de los alimentos, datos de transacciones, detalles de procesamiento, etc”, según indican en su página web. Esto tiene ventajas en términos de “eficiencia de la cadena de suministros”, “confianza en la marca”, “sostenibilidad”, “lucha contra el fraude”, y “reducción en el desperdicio de alimentos”.

Se está comenzando a hablar del concepto de “identidades tokenizadas”: la representación digital de una persona a nivel público y cifrada en una cadena de bloques.

Los NFTs

Hace no mucho se contactaron con él para hacer una instalación de NFTs, es decir, obras de arte digitales. Lo que ideó fue la impresión de una escultura en 3D sobre la que luego se mapearían los NFTs. También realizó una casa “nfteable” y “metavérsica” en colaboración con un estudio de interiores que, en un futuro próximo, va a poder ser vista en Decentraland. Ahora está armando una movida con murales reales digitalizados, que van a ser fraccionados en piezas adquiribles.

Artis For Lovers realizó la primera casa “nfteable” y “metavérsica” en Uruguay, en colaboración con un estudio de interiores llamado Monoccino.

Alfonso Villagrán es un artista uruguayo conocido como Artis For Lovers. Le habían insistido bastante para que se metiera en el mundo de los NFTs, pero no lo hizo hasta que una amiga lo invitó a un proyecto en concreto para hacer cuatro obras. Parte de su carpeta está publicada en Opensea y, recientemente, le llegó una invitación a Foundation, en donde hay más “power” de ventas.

Los NFTs son tokens no fungibles de alto valor coleccionable a través de tecnología de cadena de bloques. Básicamente, son activos digitales irreplicables. “El negocio no está en la venta de las piezas aisladas ni en su precio, sino en las colecciones y en los royalties. Si la colección está en alza, capaz que se revende 1.000 veces y el creador se lleva plata cada vez. Es imparable porque lo tenés toda tu vida”, asegura Villagrán. “Uno tiene que pensar en que esa colección pueda ir evolucionando en varias ramas, que haya una fusión entre lo digital y lo físico, que puedas tener tu obra impresa, tu buzo, tu taza”, agrega.

Parte de la carpeta de obras del artista uruguayo Artis For Lovers se encuentra publicada en Opensea y, recientemente, le llegó una invitación a Foundation, en donde hay más “power” de ventas.

Un caso famoso a nivel mundial es el del “Rare Bored Ape Yacht Club”, una colección de NFTs limitada compuesta por 10.000 ejemplares. Uno de ellos llegó a venderse por 3.4 millones de dólares, un precio exorbitante si se tiene en cuenta que fueron lanzados a menos de 300 dólares por unidad.

El éxito de las colecciones puede ser gigantesco y es por eso que se han convertido en una opción de negocio atractiva para coleccionistas y artistas. “Cuando tenés lo básico resuelto, lo que te mueve son temas de estatus, de poder y de acceso. Todo eso te lo dan algunas colecciones de NFTs”, asegura Gastón Milano. Por otro lado, suponen una nueva forma descentralizada para que los artistas mejoren sus posibilidades: “Creo que a través de los modelos desarrollados por tecnologías anteriores y aún vigentes los artistas no son retribuidos de la forma en la que deberían serlo”.

Un caso famoso a nivel mundial es el del “Rare Bored Ape Yacht Club”, una colección de NFTs limitada compuesta por 10.000 ejemplares.

La mirada hacia el futuro

La aparición de la tecnología de cadenas de bloques revolucionó los medios de almacenamiento de activos digitales, dándole inicio a una nueva era: la Web 3.0. Caracterizada por ser un ecosistema descentralizado, abre las puertas a un mundo de posibilidades como la de un metaverso en el que las distintas ventajas de esta tecnología convergen y posibilitan una gobernanza y economía digital mucho más transparente.

Durante el evento digital “Facebook Connect” ocurrido en octubre de 2021, Mark Zuckerberg presentó el metaverso de Facebook y anunció el cambio de nombre de la empresa a “Meta”. “Quiero comunicarles lo que es posible, las experiencias que van a tener, la economía que todos vamos a construir y la tecnología que tiene que ser inventada, así como también cómo es que vamos a construir todo esto juntos (...) Vamos a ser capaces de hacer casi todo lo imaginable: reunirse con amigos y familia, trabajar, aprender, jugar, comprar, crear, así que categorías completamente nuevas que no se corresponden con nuestra concepción sobre las computadoras o celulares hoy en día”, anunciaba programador y empresario estadounidense al comienzo del video.

En octubre de 2021, Mark Zuckerberg presentó el metaverso de Facebook y anunció el cambio de nombre de la empresa a “Meta”.

A finales del siglo XX costaba entender qué era Internet y cuál sería su impacto; hoy resulta imposible vivir sin sus ventajas. Cambiar nunca fue ni será fácil, pero negarse a -por lo menos- darle una chance a los avances siempre fue y será un error. Habrá que probar, errar, acertar. También pensar en qué hacer con todos aquellos intermediarios que quedarían de lado, porque una parte fundamental de la vida en sociedad es no dejar a nadie atrás.

Está la posibilidad de crear un nuevo contrato social. Y está muy cerca.