En el país que alberga al Everest y a ocho de las diez cumbres más altas del planeta, un movimiento silencioso comienza a transformar el rostro del alpinismo. Cada vez más montañistas eligen renunciar a los “ochomiles” más concurridos para adentrarse en picos menos conocidos de Nepal, más remotos, menos conquistados y, para muchos, más auténticos.
Se trata de una respuesta al modelo comercial que domina hoy las expediciones al Himalaya, donde miles de alpinistas, guiados por operadores turísticos, escalan con oxígeno suplementario, cuerdas fijas y un fuerte respaldo logístico. Frente a ello, una nueva generación busca el desafío puro: montañas vírgenes, estilo alpino, autonomía total y la promesa de hacer historia.
Nepal cuenta con 462 picos abiertos a la escalada, pero más de un centenar de ellos aún no han sido conquistados. Y es ahí donde estos nuevos aventureros están escribiendo una página diferente del alpinismo.
El estilo alpino: menos es más
“Si te interesa solo la altura, las opciones se agotan. Pero si te interesa la experiencia, el campo es inmenso”, explica el francés Paulo Grobel, veterano líder de expediciones, que promueve la exploración de picos entre los 6.000 y 7.900 metros, muchos aún sin ruta ni registro histórico.
Este otoño boreal, Nepal emitió 1.323 permisos de escalada, la mayoría destinados a las rutas más populares del Everest, el Lhotse o el Manaslu. Sin embargo, pequeños equipos independientes se han dispersado por montañas remotas, muchas de ellas sin nombre ni huellas previas.
Un ejemplo es el ascenso reciente del Jannu East (7.468 m), realizado por los franceses Benjamin Vedrines y Nicolas Jean, quienes lograron la primera cumbre documentada en un estilo completamente autónomo.
“El estilo alpino es otro nivel de compromiso. No hay sherpas, ni oxígeno, ni cuerdas preinstaladas. Es solo uno con la montaña. Y la aventura es mucho más intensa”, afirma Vedrines.
Una respuesta a la masificación
El auge de esta tendencia coincide con una crítica creciente a la masificación del Everest, donde cada temporada se viralizan imágenes de largas filas en la cumbre, residuos en la nieve y rescates extremos.
Para muchos, estos nuevos exploradores representan una recuperación del espíritu original del montañismo: riesgo, exploración y descubrimiento, sin espectáculo ni récords vacíos.
“Ver a jóvenes alpinistas técnicamente muy preparados ir por montañas desconocidas es un cambio esperanzador”, sostiene Billi Bierling, directora del Himalayan Database, que documenta las expediciones en la región. Aunque advierte: “Espero que también lo hagan con responsabilidad. Las condiciones son más extremas y los rescates, más complejos”.
Con información de AFP
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