Vecinos, comerciantes y visitantes del parque Jalapão (Tocantins, Brasil) están indignados por la muerte de un guacamayo azul y amarillo (Ara ararauna). Según ellos, el animal encontrado muerto con marcas que podrían haber sido causadas por un arma de fuego sería Nina, un ave dócil y conocida por quienes frecuentan las carreteras, restaurantes y lugares de interés turístico de la región. Solía interactuar con los turistas e incluso “hacer autostop” en vehículos.
El ave fue vista por última vez el domingo 2 de octubre y fue encontrada muerta en la mañana del siguiente lunes en una plantación de frutas en la comunidad quilombola Carrapato.
El día antes de su muerte, un residente de la región filmó un guacamayo azul y blanco y creyó que era Nina. Voló sobre el automóvil y en un momento aterrizó en la ventana del vehículo, algo que formaba parte de su comportamiento habitual.
Si bien no era mascota de nadie y vivía libre, Nina llevaba cuatro años en contacto con los pobladores quilombolas y siempre se acercaba a los turistas. Confianzuda, no era raro que entrara en las casas y vehículos.
La estudiante Denisa Matos da Silva, de 16 años, fue una de las personas que reconoció al ave. Dijo que siempre se despertaba con el guacamayo entrando en su habitación. A última hora de la tarde del domingo, Nina vino a acostarse en el regazo del padre de la adolescente. Poco después, se fue volando y no se la volvió a ver.
“Es muy difícil. Estaba muy apegada a mí. Todos los días entraba en mi habitación. Cuando me despertaba, se iba volando. Estaba en el bosque todo el tiempo. Ni siquiera quería ir allí para ver si realmente era ella”, lamentó la joven en declaraciones recogidas por G1.
El ingeniero ambiental Igor Tosello, uno de los “amigos” de Nina, recordó que criar animales salvajes en cautiverio es un delito, pero ese no era el caso de Nina, ya que ella eligió vivir cerca de los humanos.
“Nina nunca sufrió esto. Siempre fue un pájaro extremadamente libre, que optó por vivir en la comunidad quilombola Carrapato. Tomó a Denisa como compañera. Se despertaba y se acostaba con ella, entraba por la ventana. Hizo felices a todos en Jalapão”, explicó.
La muerte del animal se enmarca en la figura de delito ambiental, y los vecinos exigen que se localice y sancione al responsable.
La Policía Militar informó que, al no tratarse de un delito flagrante, no puede actuar de oficio, sino que debe radicarse denuncia primero ante la Policía Civil.
De comprobarse el delito y atrapar al culpable, podría pasar hasta seis meses en la cárcel, además de pagar una multa.
La pena puede ser aún mayor si el delito ocurre, entre otras cosas, durante la noche y con el uso de métodos o instrumentos capaces de causar destrucción masiva.