Henry Engler tiene 78 años, es neurocientífico y lleva décadas radicado en Suecia.
En los últimos años, su nombre sonó en nuestro país por su rol en el desarrollo del Centro Uruguayo de Imagenología Molecular (CUDIM), inaugurado en las primeras semanas del gobierno de José Mujica.
La relación entre ambos venía de antiguo, ya que habían sido parte del movimiento tupamaro, compartieron presidio en Punta Carretas y, más tarde, junto a Raúl Sendic, dirigieron la agrupación en las “épocas difíciles” inmediatamente anteriores a la dictadura, cuando las Fuerzas Armadas golpearon a la guerrilla hasta desmantelarla.
Más allá de su presente como científico, en Uruguay el nombre de Engler va siempre asociado a un episodio de la historia reciente que aún hoy levanta ampollas en la escena política: el asesinato del peón rural Ramón Pascasio Báez Mena, ejecutado por el MLN en 1971, debido a que descubrió por casualidad una tatucera de los guerrilleros en el departamento de Maldonado.
Los tupamaros retuvieron al trabajador durante cerca de dos meses, mientras deliberaban qué hacer con él. Finalmente, se decidió matarlo mediante una sobredosis de pentotal.
Engler, que formó parte de esas deliberaciones, fue entrevistado esta mañana en el programa Desayunos informales, de canal 12. El reportaje se efectuó por vía telefónica, debido a que Engler se encuentra en su casa de Suecia.
Durante el reportaje, el exguerrillero fue consultado sobre el recordado episodio. Como en otras ocasiones, reconoció su participación, e hizo referencia a un pormenor que, si bien ya se divulgó en otras ocasiones, no es tan conocido como el resto del relato: Pascasio Báez pudo haberse salvado, en caso de que una persona del grupo —cuyo nombre Engler no mencionó— hubiera aceptado una compleja misión.
Esta mañana, Engler recordó que, junto a sus compañeros de guerrilla, habían manejado la posibilidad de enviar a Báez a Chile, en un viaje por tierra a través de Argentina, y “darle una vivienda” en el país trasandino. Sin embargo, la persona encargada “se negó a hacer ese proceso”. Así las cosas, se optó por el “plan B”, consistente en la eliminación lisa y llana del peón.
“Yo estaba ahí, en la dirección, y hubo consultas con un montón de gente”, recordó.
“No puedo sacarme la responsabilidad, no lo puedo hacer. Me parece espantoso”, aseguró el exguerrillero, quien reconoció que ese episodio influyó en la decisión posterior de abandonar la lucha armada.
Además, señaló que nunca conversó con Mujica sobre ese hecho y que tampoco tuvo contacto con la familia Báez.
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