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Por The New York Times

‘Nuestra situación es amarga’: caos y violencia en el aeropuerto de Kabul

ESTAMBUL — Miles de afganos desesperados que intentaban escapar de la toma del poder de los talibanes invadieron el principal aeropuerto internacional de Kabul el lunes, atravesaron las puertas de embarque, saltaron a las pistas, treparon sobre las alas de los aviones e incluso intentaron aferrarse al fuselaje de las aeronaves militares estadounidenses que partían.

17.08.2021 17:04

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2021-08-17T17:04:00-03:00
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Por The New York Times | Carlotta Gall and Ruhullah Khapalwak

Airports Civilian Casualties Afghanistan War (2001- ) Airport Security Diplomatic Service, Embassies and Consulates United States Defense and Military Forces Evacuations and Evacuees Military Aircraft Las imágenes de afganos desesperados que se aferraban a los aviones militares son una muestra de los errores cometidos por Estados Unidos después de estar 20 años en ese país.

ESTAMBUL — Miles de afganos desesperados que intentaban escapar de la toma del poder de los talibanes invadieron el principal aeropuerto internacional de Kabul el lunes, atravesaron las puertas de embarque, saltaron a las pistas, treparon sobre las alas de los aviones e incluso intentaron aferrarse al fuselaje de las aeronaves militares estadounidenses que partían.

Se calcula que media docena de afganos murieron en el caos, algunos cayeron del cielo cuando tuvieron que soltarse de los aviones, y al menos dos recibieron disparos de soldados estadounidenses que intentaban contener a la multitud.

Las imágenes evocaron la frenética salida de Estados Unidos de Vietnam, y simbolizan el impresionante colapso de Afganistán a raíz de la salida de las tropas estadounidenses.

Mientras los efectivos militares estadounidenses intentaban manejar el éxodo, tomando el control del tráfico aéreo para priorizar los vuelos militares que evacuaron a los ciudadanos occidentales y volando helicópteros Apache a baja altura sobre la multitud para despejar las pistas, los combatientes talibanes coronaron su rápida y devastadora arremetida por el poder posando para una foto icónica detrás de un ornamentado escritorio del palacio presidencial, horas después de que el presidente Ashraf Ghani huyera del país.

En un video transmitido por Al Jazeera, el jefe de la guardia presidencial afgana estrechó la mano de un comandante talibán. “Les doy la bienvenida y los felicito”, dijo el funcionario.

El lunes, los combatientes talibanes se dispersaron por las calles de la capital en motocicletas, vehículos policiales y unidades militares incautadas a las fuerzas de seguridad del gobierno. Combatientes armados ocuparon el Parlamento, algunos visitaron las casas de los funcionarios del gobierno para confiscar posesiones y vehículos, mientras que otros alardeaban dirigiendo el tráfico.

Los funcionarios talibanes les prometieron a los civiles que tendrían seguridad y los instaron a quedarse, pero las turbas en el aeropuerto internacional Hamid Karzai revelaron la profundidad del pánico y la desesperación de los afganos que temen los asesinatos en represalia y un retorno del gobierno draconiano de los talibanes.

“Nuestra situación es amarga”, dijo un hombre afgano que pidió mantener su anonimato por temor a las represalias de los talibanes. En medio de un alboroto de cientos de personas que gritaban y niños llorando, dijo: “No hay agua ni comida. Nos mudamos a otro lugar, pero no estamos seguros de cuándo nos darán un vuelo”.

El lunes en la tarde, el presidente Biden ofreció un discurso desde la Casa Blanca reconociendo que la retirada fue “desordenada”, pero rechazó las comparaciones con Vietnam mientras defendía su decisión de retirarse de Afganistán y culpaba a los líderes militares y políticos afganos por no defenderse después de dos décadas de apoyo estadounidense.

“Los líderes políticos de Afganistán se rindieron y huyeron del país”, dijo. “En todo caso, los acontecimientos de la semana pasada refuerzan que poner fin a la participación militar estadounidense en Afganistán fue la decisión correcta”.

Dijo que había instado a los líderes políticos de Afganistán a participar en una verdadera diplomacia. “Ese consejo fue rechazado rotundamente”, dijo.

Pero las horribles escenas del aeropuerto, que rápidamente circularon por todo el mundo, son más elocuentes que las palabras.

En una escena extraordinaria filmada por los medios afganos, cientos de personas corrían junto a un avión de carga militar estadounidense C-17 y algunos intentaron trepar a los huecos de las ruedas o aferrarse a los costados del avión mientras ganaba velocidad, lo que fue visto como un símbolo de que el poderoso ejército estadounidense se marchaba volando mientras los afganos siguen resistiendo contra toda esperanza.

Un oficial militar estadounidense confirmó que algunos afganos murieron aplastados por el avión durante el despegue o al caer desde las alturas.

Las tropas estadounidenses dispararon fatalmente contra al menos dos hombres armados que se acercaron al perímetro de seguridad del aeropuerto y blandieron armas, según un oficial militar estadounidense.

Un hombre afgano, que estaba esperando con su familia para ser evacuado, dijo que varias personas murieron cuando las tropas estadounidenses abrieron fuego para detener a la creciente multitud. Dijo que vio dos cuerpos en el suelo cubiertos con sábanas pero afirma que al menos tres personas, incluida una mujer, murieron en un incidente sucedido alrededor de las 10 de la mañana, y más gente murió durante un segundo tiroteo.

La escala del caos evidenció lo poco preparada que estaba gran parte de los organismos internacionales con presencia en Afganistán para una victoria de los talibanes. Turquía, que se había ofrecido a mantener tropas para asegurar el aeropuerto después de la retirada estadounidense, indicó que estaba abandonando sus planes el lunes por la noche, informó Reuters.

“Es insostenible”, dijo Asli Aydintasbas, miembro principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores. “No tenemos idea de cómo podrá ser el Talibán 2.0”.

Miles de personas acamparon durante la noche en las salas de embarque de las terminales para pasajeros civiles esperando tomar los vuelos para salir del país. Muchos eran empleados de organizaciones internacionales y empresas de medios de comunicación que habían sido blanco de los talibanes y temían por su seguridad bajo un Estado dirigido por los talibanes.

Los colaboradores de la Casa Blanca dijeron que varios miles de soldados estadounidenses estaban trabajando en el aseguramiento del aeropuerto. Pero algunos afganos dijeron que su prioridad era evacuar a los estadounidenses y otros occidentales, no a los afganos.

Un empleado de una organización internacional tenía un asiento confirmado en un vuelo de Turkish Airlines, pero los militares lo sacaron del vuelo para meter a un ciudadano estadounidense, según un colega.

Y después de que las tropas estadounidenses asumieron el control del tráfico aéreo, el tráfico aéreo comercial se detuvo en gran medida para que los vuelos militares entraran y salieran.

Biden ha prometido rescatar a los miles de afganos que ayudaron a los estadounidenses durante el conflicto de dos décadas, pero el destino de muchos que permanecieron en Kabul y otras partes de Afganistán era incierto. El gobierno de Estados Unidos dijo que en los próximos días evacuará a miles de ciudadanos estadounidenses, empleados de la embajada y a sus familias, y “ciudadanos afganos particularmente vulnerables”.

El Departamento de Estado dijo que Estados Unidos evacuó a 1600 personas de Afganistán durante el fin de semana, lo que elevó el número total de personas trasladadas a 3600 desde mediados de julio. El Pentágono dijo el lunes por la noche que en las 48 horas previas unos 700 afganos que trabajaban con el gobierno de Estados Unidos, junto con sus familias, habían sido evacuados. El Pentágono espera evacuar unas 5000 personas diariamente para fines de esta semana.

Otros países también estaban teniendo dificultades para evacuar a sus ciudadanos. Los funcionarios del Reino Unido dijeron que confiaban en poder sacar a unos 3000 británicos que se creía que estaban en Afganistán, pero dijeron que estaban menos seguros de poder brindar una salida segura a los afganos que ayudaron a los británicos y cuyas vidas ahora podrían estar en riesgo.

Durante gran parte del domingo y el lunes no hubo seguridad en el lado civil del aeropuerto, luego de que la policía del gobierno y las fuerzas de seguridad del aeropuerto abandonaron sus puestos cuando las fuerzas de los talibanes comenzaron a ocupar la ciudad el sábado por la noche.

A medida que la seguridad se deterioró, muchas personas a las que se les había prometido que abordarían vuelos abandonaron el intento y regresaron a sus casas en una ciudad donde los talibanes estaban reforzando el control.

Un hombre afgano que tenía programado volar el lunes dijo que visitó el aeropuerto y después de ver la locura decidió ni siquiera intentar llevar a su familia.

En Kabul, los residentes comenzaron a derribar los anuncios publicitarios que mostraban a las mujeres con la cara descubierta por temor a molestar a los talibanes, cuya ideología excluye a las mujeres de gran parte de la vida pública. Los combatientes detuvieron a algunos agentes de policía, mientras que otros se vistieron de civil e intentaron huir.

Un periodista independiente dijo que llevó algunos documentos que pensó que podrían incriminarlo a un vecino que era pastún, el mismo grupo étnico que los talibanes, y le pidió que los escondiera.

“Estaba teniendo ataques de ansiedad porque me imaginaba a los talibanes asaltando mi casa y golpeándome por usar pantalones cortos o que me arrestaban por ser periodista”, dijo el periodista, de nombre Ammar, quien pidió que no se publicara su apellido por temor a represalias. “Así que para protegerme me puse ropa tradicional afgana que sé que los talibanes aprueban”.

Según el Pentágono, los militares volvieron a abrir el aeropuerto para los vuelos el lunes por la tarde y se reanudaron los vuelos de aviones militares estadounidenses que traían miles de refuerzos de la Marina y el ejército. Se esperaba que unos 3500 infantes de marina y soldados estadounidenses estuvieran en el aeropuerto el lunes por la noche, con otros 2500 soldados en camino, dijeron funcionarios del Pentágono.

A primera hora de la tarde, los talibanes comenzaron a ejercer más control alrededor del aeropuerto. Los residentes que viven cerca dijeron que las tiendas y las casas del vecindario habían sido saqueadas, pero desde que llegaron los talibanes se sentían un poco más seguros.

Al anochecer, escucharon disparos desde el aeropuerto cuando los combatientes talibanes entraron en el recinto exterior y abrieron fuego para dispersar a la multitud.

El hombre afgano entrevistado ese día dijo que a las 8:00 p. m. estaba a punto de ser procesado para salir del país, después de una espera de más de 36 horas, cuando llegaron los talibanes y comenzaron a golpear a la gente para disolver a la multitud.

“Nos golpearon con las culatas de sus rifles y estoy levemente herido”, dijo. Su esposa e hijo también recibieron golpes, afirmó. “Fue una situación muy peligrosa pero logramos escapar. Gracias a Dios que logramos salir del aeropuerto. Regreso a casa”.

Como una muestra de las duras reglas que muchos afganos temen, los talibanes permitieron que las personas salieran del aeropuerto pero a un empleado de una organización europea que trataba de ingresar al aeropuerto le dijeron que nadie podría salir del país sin permiso del “nuevo gobierno”.

En un video publicado en Facebook, le preguntaron a un comandante talibán que conducía una camioneta de la policía fuera del aeropuerto sobre los cientos de personas que buscaban salir del país en avión. “No deberían irse”, respondió. “Estamos aquí y traeremos paz y seguridad ahora que hemos dejado atrás al régimen corrupto”.

Helene Cooper, Eric Schmitt y Lara Jakes colaboraron con reportes desde Washington y Farnaz Fassihi desde Nueva York.

Carlotta Gall es la jefa del buró de Estambul, que cubre Turquía. Antes cubrió las réplicas de la Primavera Árabe desde Túnez, informó desde los Balcanes durante la guerra de Kosovo y Serbia, y cubrió Afganistán y Pakistán. @carlottagallFacebook

Helene Cooper, Eric Schmitt y Lara Jakes colaboraron con reportes desde Washington y Farnaz Fassihi desde Nueva York.