Marco Politi, veterano vaticanista italiano, analizó, en una entrevista con AFP, las tensiones que atraviesan la Iglesia católica en la antesala de un cónclave que, según afirmó, será el más complejo de las últimas cinco décadas. A su juicio, la principal tarea del próximo pontífice será recomponer las fracturas internas mediante una gestión más colegiada, alejada del estilo impulsivo de Francisco.
Politi descartó la posibilidad de un “Francisco II”, en referencia al argentino, ya que consideró que el próximo papa no repetirá esa impronta, caracterizada por gestos y declaraciones repentinas —aunque meditadas— que sacudieron las estructuras vaticanas.
“Habrá una elección entre un papa que frene y uno que avance lentamente”, sintetizó el vaticanista. La etapa que se abre requiere una conducción más cuidadosa, con mayor apertura a la consulta y al trabajo en equipo. En esa línea, Politi recordó que a Francisco se le reprochaba no convocar con frecuencia al Colegio Cardenalicio y tener escasa interacción con las oficinas de la Curia.
Entre los desafíos que enfrentará el nuevo pontífice, Politi destaca tres prioridades: restaurar un sistema de trabajo colegiado que integre a los dicasterios de la Curia; fortalecer la participación del Colegio de cardenales como representantes de la Iglesia universal; y decidir el futuro del proyecto sinodal impulsado por Francisco. Este último, incluso durante su convalecencia en el hospital, dejó un programa trienal con tres ejes: promover el papel de las mujeres, reforzar la rendición de cuentas y consolidar cuerpos consultivos. La incógnita es si su sucesor continuará esta agenda o la archivará.
A la hora de perfilar al candidato ideal, Politi insiste en la necesidad de alguien capaz de revitalizar la vida religiosa en las bases. “Ninguno de los tres últimos papas —Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco— ha logrado superar la crisis en las estructuras diocesanas y parroquiales”, afirma. La disminución sostenida de las vocaciones es una preocupación central. Por eso, el futuro papa deberá tener carisma, presencia internacional y capacidad de diálogo con la gente. A modo de contraste, recuerda que Ratzinger carecía de ese magnetismo que sí poseían Wojtyla y Bergoglio.
Sobre la posibilidad de una sorpresa, Politi no la descarta. Considera llamativo que aún no haya emergido un candidato conservador sólido. “Los ultraconservadores no pueden decidir al próximo papa por sí solos; necesitan aliarse con el centro”, sostiene. Para ello, requieren una figura conservadora “con rostro humano”, capaz de comunicar, frenar ciertas reformas con suavidad y generar simpatía.
Aunque los cardenales hablan de un cónclave breve, Politi interpreta esa expectativa como un intento de evitar mostrar las divisiones que subyacen. La elección, asegura, será más una operación de equilibrio que un simple consenso.
Por Clément Melki para AFP