Andrea Carnevale no fue la figura principal del Nápoles que cautivó al mundo a finales de los 80 y principios de los 90. Ese equipo estaba dominado por el argentino Diego Armando Maradona, quien arribó desde Barcelona y conquistó definitivamente a la afición napolitana. Tampoco fue uno de los nombres más destacados de ese conjunto, como Careca, Ferrara o Alemão. Pero sin duda tiene una de las historias de vida más impresionantes.
El internacional italiano, que formó parte del histórico Nápoles que ganó dos títulos italianos y una Copa de la UEFA, comparte los dramas y traumas de su infancia en su biografía, Il destino di un bomber (El destino de un bombardero). Nacido en una familia numerosa —el delantero era uno de siete hermanos— con escasos recursos, Carnevale tenía 14 años cuando perdió a su madre por violencia doméstica.
"Mi madre nunca lo denunció por miedo a que les pasara algo a los niños. Mi padre era muy celoso. Había un ambiente de terror en la casa. Yo estaba allí cuando la abofeteaba y la golpeaba. La mañana del 25 de setiembre de 1975, se despertó, agarró el hacha y fue hacia mi madre, que estaba lavando ropa en el río cerca de la casa, y la mató. Corrí con el hacha manchada de sangre a la policía", declaró en una entrevista publicada hoy en el periódico al Corriere della Sera.
Si bien el hecho es conocido por la opinión pública italiana, y el mismo futbolista ya se había referido a la tragedia en otras ocasiones, nunca la había referido con tales pormenores.
Dos años después, a los 16, Carnevale visitó a su padre por primera vez en prisión. "Quería mirarlo a los ojos. Me lo había quitado todo en la vida. Pero cuando lo vi, le di un fuerte abrazo. De alguna manera, lo perdoné, aunque sabía que frente a mí tenía a un hombre muy enfermo". A pesar de todo, fue el ‘primer paso hacia la libertad’ Durante muchos años viví con el dolor, pero también con el miedo de ser como él. Pero no, no soy como él. Lo entendí cuando lo vi”, dice el exdelantero en la entrevista.
Su padre era esquizofrénico y nunca recibió tratamiento. Finalmente, la enfermedad lo condujo a la autoeliminación. “Un día, se tiró por una ventana y se suicidó delante de mí”, recuerda su hijo.
Los dramas dejaron cicatrices imposibles de sanar, pero Andrea Carnevale lucha para que otros no pasen por lo que él y su madre vivieron. Hoy, además de su trabajo en el equipo de ojeadores del Udinese, el exfutbolista quiere estar en primera línea en la defensa de las mujeres, colaborando con instituciones.
“¿Un consejo para mujeres? La primera vez que su marido o novio, sea quien sea, les levante la mano o les grite, déjenlo. Seguro que lo volverá a hacer. Denuncien”.