Contenido creado por Cecilia Presa
Política

Terminología difícil

“Hostigamiento”: López Mazz a Madres y Familiares por “agravio” y “negacionismo”

El arqueólogo y antropólogo desmintió a Ignacio Errandonea, quien dijo que “nadie lo mandó callar” sobre Operación Zanahoria.

09.06.2025 21:01

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2025-06-09T21:01:00-03:00
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José López Mazz, arqueólogo y antropólogo que lideró la búsqueda de los restos de los detenidos desaparecidos desde comienzos de siglo, luego de la conformación de la Comisión para la Paz, hasta 2014, le contestó al integrante de Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos Ignacio Errandonea a través de una carta.

Errandonea había dicho semanas atrás en el programa de streaming Hacemos lo que podemos que “nadie mandó callar” a López Mazz, en referencia a que en 2019 el antropólogo había planteado que una de sus principales diferencias con la agrupación radicaba en la “conveniencia de hablar o no” de la Operación Zanahoria y que “nunca entendió” cuál era el “peligro” de ahondar sobre ella.

Le pedimos pruebas de que era cierta la Operación Zanahoria. Él vio en el [Batallón] 14 que había remoción de tierra, pero nunca encontró un pequeño resto óseo esparcido”, respondió.

Ante esta alusión, López Mazz remitió una carta a Montevideo Portal para contestar a Errandonea, titulada “La banalidad del bien”.

En 2005, como director de un Departamento de Arqueología de la Facultad de Humanidades (Udelar) se me encomendó organizar, poner en funcionamiento y dirigir un equipo universitario capaz de proponer una estrategia para optimizar las probabilidades de hallazgos de restos de personas detenidas desaparecidas”, comenzó en su escrito.

A continuación, el arqueólogo manifestó que “entre esa fecha y 2014” dirigió “un equipo de estudiantes y egresados que elaboró una estrategia de búsqueda y recolección de información”, actividad para la que, recuerda, “no había ningún antecedente”.

El trabajo posibilitó los hallazgos de: Fernando Miranda, Ubagésner Chaves, Ricardo Blanco, Julio Castro y restos pertenecientes a otras dos personas desaparecidas que no fueron identificadas”, recordó.

El creador del Grupo de Investigación en Arqueología Forense (GIAF) admitió que “si bien en los primeros tiempos la relación con la organización Familiares de Detenidos Desaparecidos fue excelente, luego de la partida de Javier Miranda, la relación cambió”.

Sentí un hostigamiento progresivo de parte de algunos referentes de la organización. En 2014, la presión y las constantes acusaciones infundadas sobre mi persona provocaron que presentara mi renuncia en la Facultad de Humanidades y a la Presidencia de la República”, indicó.

Entonces, valoró como “decepcionante” que la organización Familiares dijera que le “retiraba la confianza”.

Fue esta declaración la que rompió el acuerdo que teníamos de no hacer un tema público con mi renuncia. No fui yo, como dice Errandonea, quien lo hizo público; le falla la memoria”, lanzó.

Debo decir que inmediatamente después de mi renuncia recibí decenas de llamadas de respaldo de familiares (organizados y no organizados) que entendían y lamentaban mi paso al costado”, reconoció.

Asimismo, lamentó “que 11 años después” se sigan “haciendo acusaciones sin fundamento”.

He tratado de bajar el perfil de este debate, que el público solo conoce de manera sesgada y parcial. Por lo tanto, trataré de responder a algunas afirmaciones del entrevistado, aunque otras precisarían espacios más rigurosos de debate científico y ético”, avanzó.

Así, aludió a que “nunca” tuvo “la intención de controlar todo”, como “acusa el señor Errandonea”.

Sí, pedí lo estrictamente necesario para dirigir un equipo de investigación como se me había encomendado. Al contrario, todo el tiempo resistí que se quisiera controlar la investigación universitaria y que se tratara de subsumirla al parecer político estratégico de algunos activistas”, manifestó.

La Universidad no me solicitó eso. La lógica del peritaje científico en estos escenarios es clara: los equipos forenses deben trabajar con independencia y sin presiones”, dijo. Además, sobre que “nunca” lo mandaron callar, respondió: “Sí señor, me dijeron al oído muchas veces que no hablara de la Operación Zanahoria y no voy a dar nombres para que esta pequeña hoguera de vanidades quede entre él y yo. Todo el mundo lo sabe. Viene a cuento decir también que les molestaba que yo apareciera en los medios anunciando los resultados de la búsqueda”, sumó.

También es inexacto que yo ‘oculté unos huesos’. Esto es falso. En los miles de metros cuadrados excavados en la búsqueda, aparecían regularmente basureros, huesos de asado, animales enterrados, etc. Resulta que un día aparece un basurero más, con un champión y unos huesos de vaca. Pero ese basurero, que en nada era relevante para la investigación, fue motivo de una gran discordia”.

Al parecer un oficial del Ejército llamó a un secretario del Ministerio de Defensa generando un teléfono descompuesto y confusión. Ahora, si ese tema [el hallazgo del basurero] no era en absoluto relevante de acuerdo con los técnicos que trabajaban en la búsqueda y que tienen que evaluarlo en el campo, ¿por qué generó tal conflictividad alrededor del tema?”, cuestionó.

Luego razonó: “Si la tarea del investigador forense es, entre otras, no revictimizar innecesariamente a los familiares, ¿en qué cabeza cabe que cada cosa que aparece en un cuartel haya que hacerla pública y crear expectativas que podrían ser falsas?”.

En esa oportunidad, se le dijo al señor Errandonea que el hallazgo no era relevante y que era innecesario generar ruido al respecto. Recuerdo que, efectivamente, fue un gran ruido y confusión, sin ningún hallazgo”.

Entiendo que a esa altura el objetivo parecía ser vigilar y/o castigar al arqueólogo. De acá se desprenden dos cosas que merecen mi consideración: ¿por qué el señor Errandonea dio más crédito al peritaje hecho por un oficial anónimo que provoca confusión, que al de los técnicos y profesionales encargados de la investigación? ¿Desconfianza?”.

Pareciera, entonces, que eran otros quienes querían controlar todo y que el equipo universitario debía prestarle obediencia. Se equivocó entonces, pues no correspondía con la metodología de trabajo apropiada para la tarea que teníamos a cargo”, enunció.

En este punto planteó que entiende que “este tipo de intercambios negativos no favorecen ni a la causa ni a la búsqueda”, y que “queda en evidencia que efectivamente se quisieron subsumir los resultados técnicos y científicos a intereses o caprichos de algunos operadores políticos”.

Por eso mismo, al sentir tanta animosidad contra mi persona y contra el rol de la Universidad de la República en la búsqueda de detenidos desaparecidos, presenté mi renuncia”.

Mi sucesión fue dura y muchos candidatos idóneos quedaron en el camino hasta que encontraron sustitutos con una disposición compatible con sus intereses”, expresó.

Aludió tras esto a que desde su renuncia ha “seguido siendo objeto de persecución y difamación”: “Pareciera que debo de ser lo necesariamente malo para que otros lleguen a ser suficientemente buenos”.

Fue triste también ver que, para defender la fuente laboral y con el pretexto de no hacerle el juego a la derecha, muchos referentes de los derechos humanos que conocen perfectamente el tema miraron para otro lado”.

Yo soy un científico, profesor universitario y tengo una trayectoria que me avala, por eso defiendo las conclusiones de mi trabajo con independencia”.

Al final, volvió al tema Operación Zanahoria, que quedó, según él, en el “todo vale”: “Yo publiqué mi interpretación y estoy dispuesto a debatir el tema, pero se ha recurrido siempre a la descalificación personal. ¿Por qué un tema que debería aclararse por la vía de un ateneo o un arbitraje científico termina dando lugar a la persecución política? Porque es eso y no otra cosa”, añadió.

Yo sentí honor y orgullo de haber participado en la búsqueda de detenidos desaparecidos desde el primer día. Lo hice con compromiso humanista y responsabilidad técnica y profesional. Lo que sí me sorprendió, y nunca pensé, fue que por el camino de los derechos humanos se pudiera llegar de esa manera al agravio y al negacionismo”, concluyó.