"Bienvenidos al infierno, Policías y bomberos están impagos. Quien venga a Río no estará seguro", reza una pancarta que un grupo de policías y bomberos sostienen en el aeropuerto António Carlos Jobim, el principal de Río de Janeiro.

Los agentes hicieron un paro de ocho horas el pasado lunes, y una multitudinaria movilización frente a la sede de la corporación, en protesta por la precariedad de sus condiciones de trabajo, debido a la reducción presupuestal e insuficiencias salariales.

Según un informe de la cadena Globo, los recortes de presupuesto afectan los servicios cotidianos (hay faltantes de combustible y productos de higiene) y también las condiciones de los detenidos.

En una carta abierta a la población, la Policía justifica su protesta en "el desguace galopante de las condiciones de trabajo", explicando que sufren escasez de agua, papel, impresoras y artículos de limpieza. Además, destacan que la falta de presupuesto "pone en riesgo los sistemas de inteligencia y el banco de datos".

La Jefatura de Policía de Río de Janeiro emitió también un comunicado donde reconoce que la protesta de los efectivos es justa "en razón de las dificultades afrontadas por esos importantes operadores de la seguridad pública".

Otro cartel, colocado en las afueras del aeropuerto, advierte a los visitantes de la crisis de los sistemas de salud: "Bienvenidos, no tenemos hospitales", dice.

Francisco Dornelles, gobernador interino de Río de Janeiro, declaró días atrás el estado de calamidad para las cuentas públicas de la ciudad.