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Mirar a los ojos

Voluntariado en el Colegio La Mennais

Desde los inicios, la institución entiende la educación como parte de una cultura de servicio necesaria para construir el bien común.

18.10.2023 09:00

Lectura: 4'

2023-10-18T09:00:00-03:00
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Desde sus orígenes, la educación menesiana fue un intento de reconocimiento de quienes estaban quedando orillados de la sociedad, en las fronteras, en las periferias existenciales o incluso totalmente excluidos o invisibilizados.

Juan María de la Mennais, sacerdote francés del siglo XIX perteneciente a una familia de la burguesía, fundó sus escuelas para contribuir a abrir horizontes de integración a quienes, por su localización geográfica o social, no accedían a gozar de sus derechos, en particular al derecho a la educación. La raíz de su inspiración fue el mensaje cristiano, capaz de conquistar corazones de diferentes credos y mentalidades.

Uno de los pilares de la propuesta del Colegio La Mennais es sostener que la educación no puede ser una isla. El contexto circundante y los condicionamientos históricos y sociales desafían la inteligencia del corazón de los integrantes de nuestra comunidad. Estudiantes, exalumnos, docentes, no docentes y familias participan de una manera u otra en salir al encuentro de personas en situación de pobreza cuyos derechos han sido vulnerados.

Entendemos que los estudiantes deben diseñar su proyecto ético de vida reconociéndose desde ya como agentes de transformación y dejarse transformar tejiendo lazos con una realidad que va más allá de su círculo de amistades y familiar.

Foto: cedida a Montevideo Portal

Foto: cedida a Montevideo Portal

A fin de asumir personalmente esta forma de ser, las generaciones de niños y jóvenes que se suman a esta tradición educativa son inmersos en una cultura de servicio. Pobreza, marginalidad, vulnerabilidad, mecanismos de exclusión, responsabilidad civil, rol del Estado, trabajo en redes sociales, lectura crítica de la realidad, amistad social, fraternidad: todos son conceptos a fundamentar desde las bases curriculares que se ofrecen en los espacios académicos.

A esto se articula la intencionalidad de educar la sensibilidad personal e institucional, dejándonos afectar de forma concreta y eficaz por los relatos y condiciones de vida de las personas que encontramos en las actividades de voluntariado. Educar comprende la dimensión cognitiva y también la emocional. El voluntariado nos descubre rostros y nombres, y nos predispone a todos, grandes y chicos, a derribar nuestros prejuicios reconociendo la dignidad de la otra persona cualquiera sea su condición. 

La cultura de servicio requiere también itinerarios pedagógicos adaptados a la etapa evolutiva de los participantes. Los educadores, docentes y padres de nuestra comunidad procuramos que cada nivel de estudiantes contribuya de forma concreta en las propuestas de voluntariado que se llevan a cabo. 

Desarrollar una mirada nueva de la realidad circundante, que nos invite a asumir, personal e institucionalmente, el compromiso de colaborar en la construcción del bien común, según las bases del mensaje cristiano del progreso, alienta la propuesta de voluntariado que promovemos en la comunidad educativa del Colegio La Mennais.

Tal como lo expresa el Papa Francisco en el libro Fratelli Tutti, “el amor implica entonces algo más que una serie de acciones benéficas. Las acciones brotan de una unión que inclina más y más hacia el otro considerándolo valioso, digno, grato y bello, más allá de las apariencias físicas o morales. El amor al otro por ser quien es nos mueve a buscar lo mejor para su vida. Sólo en el cultivo de esta forma de relacionarnos haremos posibles la amistad social que no excluye a nadie y la fraternidad abierta a todos”.

Foto: cedida a Montevideo Portal

Foto: cedida a Montevideo Portal

Daniel S., de 34 años, es una de las personas que está recibiendo la ayuda del voluntariado del Colegio La Mennais. Comparte su testimonio:

“Bueno, para responderle su pregunta sobre cómo me siento, yo qué sé, me siento motivado, con energía, con ganas. Recuperé mi dignidad al recuperar el trabajo. También me siento útil. Recuperé la higiene. Ahora camino por las calles y la gente me nota, o me miran a los ojos como si existiera; antes, no. Antes, ni siquiera me miraban a los ojos y me esquivaban. Son pequeñas cosas que ayudan mucho. Y tengo esperanza de todo lo que va a venir, porque espero seguir mejorando: conseguir un mejor trabajo, conseguir la casa, todo… Y lo más importante es que recuperé la fe en las personas; porque antes yo pensaba que todo el mundo estaba ‘podrido’, que la gente no hacía nada por nada, que todos iban por interés y ustedes me demostraron que no… Así que también eso”.



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