Summit IA 2025: el poder de las decisiones humanas en tiempos de inteligencia artificial

“El cambio es inevitable. El camino depende de nosotros”, fue el lema que atravesó la nueva edición del Summit IA organizado por Movistar Empresas, que reunió el viernes 20 de junio a destacados expertos internacionales y regionales en el LATU. El auditorio lleno, las charlas provocadoras, las reflexiones y un ambiente atravesado por la tecnología marcaron una jornada que dejó claro que el futuro no espera y avanza a todo ritmo.

Con la presentación inicial a cargo del director del Summit, Jerónimo Pino, y la economista y periodista Lara López Calvo como anfitriona, el evento abrió con una imagen potente: cada expositor fue presentado a través de un retrato hiperrealista generado por inteligencia artificial. Fue una forma sutil, pero elocuente de mostrar cómo lo artificial ya convive con nosotros, interpreta y hasta mejora lo humano, al punto que es difícil distinguir la propia realidad.

El fotógrafo y divulgador tecnológico español Jon Hernández fue el primero en tomar la palabra y dejó algunos mensajes contundentes. “Durante 25 años hice fotos comerciales, aportando mi creatividad. Luego vino la IA y me demostró que era más creativa que la media de la humanidad”, dijo y puso sobre la mesa una idea incómoda pero real: los humanos ya no somos necesariamente “los más listos de la sala”.

Jon Hernández. Foto: cedida a Montevideo Portal

Con ejemplos en vivo, Hernández mostró cómo ChatGPT puede conversar en cualquier idioma, detectar el humor en un chiste y responder con empatía. “Todo el mundo puede hablar con la IA. El nivel de inteligencia es enorme”, aseguró, al tiempo que expuso casos de uso concretos: desde la síntesis de proteínas a velocidades récord, hasta asistentes personales capaces de alcanzar un nivel de comunicación superior al 93% de la humanidad.

Hernández destacó el ritmo vertiginoso de los avances tecnológicos. “La IA duplica su capacidad cada cuatro meses. Lo normal es que la tecnología mejore, lo que no es normal es la velocidad con la que lo hace”.

Pero también alertó sobre los riesgos: deepfakes realizados con apenas un dólar y diez segundos de audio, pérdida de la capacidad de distinguir la verdad en una pantalla, y un cambio estructural en el mercado laboral: “Se estima que para 2030 podrían perderse 400 millones de empleos en el mundo”. Aunque lejos del pesimismo, Hernández aclaró que se perderán puestos, pero habrá más trabajo e instó a las empresas a actuar: “Hay que darle herramientas a los trabajadores para que usen IA. Quitarles el techo y dejarlos convertirse en superhéroes, que se sientan bien utilizándola”.

Fabricio Ballarini .Foto: Montevideo Portal

El neurocientífico argentino Fabricio Ballarini llevó la conversación a otro terreno: el de la salud y la biotecnología. Recordó que la expectativa de vida actual es, en gran parte, producto de los avances tecnológicos. Y a través de su exposición fue mostrando casos reales que fueron publicados en reconocidos papers para llegar a conclusiones como esta: “Hoy, un algoritmo puede detectar un cáncer seis meses antes que un médico. Las carreras de medicina tienen que sumar a la tecnología”.

Con ejemplos impresionantes, Ballarini explicó cómo ya es posible imprimir órganos con células propias, conectar el cerebro humano a una computadora o incluso dibujar los pensamientos o los sueños de una persona a través de resonancias cerebrales. “El Instituto Tecnológico de Massachusetts comprobó que el uso intensivo de IA puede incluso borrar ciertos movimientos neuronales. ¿Qué va a hacer la tecnología con nosotros? Ese es el verdadero desafío”, sostuvo.

Contó también cómo la herramienta CRISPR-Cas9, una especie de “tijera genética”, permitió salvar la vida de un bebé y un adolescente al editar online su genoma en tiempo real. “La tecnología es hermosa cuando el objetivo es potente”, dijo, dejando abierta la puerta al asombro.

Foto: Montevideo Portal

Además, hizo participar al público para sorprenderlos con un “experimento”. Todos los asistentes elaboraron un catalejo con una hoja de papel y se dejaron asombrar por una especie de ilusión óptica que demostró cómo el cerebro interpreta la realidad y la transforma.

Casos locales y urgencias concretas en el ámbito público y privado

En el panel de líderes participaron representantes de Movistar, Scotiabank y Uruguay Innova. Leticia Pintos, directora de Transformación Digital en Movistar Uruguay, explicó cómo la IA ya es parte central de la atención al cliente: “Nos ayuda a interpretar consultas de forma humanizada y resolver con eficiencia. Pero hay que entrenarla: no es copiar y pegar, es educar al modelo”.

Mercedes Gatti, CISO de Scotiabank, fue clara: “En ciberseguridad, la IA es una necesidad. Nos permite detectar amenazas de forma anticipada y minimizar el impacto”. También reconoció que los desafíos van en aumento, con ataques de phishing cada vez más sofisticados: “Nuestra identidad digital es cada vez más vulnerable; por eso, hay que proteger también el entorno personal, nuestras redes, porque de ahí saca datos la IA”.

Bruno Gilli. Foto: Montevideo Portal

Desde el ámbito público, Bruno Gilli, en representación de Uruguay Innova, apuntó al gran reto nacional: potenciar el talento humano. “Tenemos que atraer científicos, formar más profesionales en ciencia, y generar plataformas integradoras que funcionen mejor. Uruguay necesita una receta propia”, sostuvo, al tiempo que se mostró a favor de aumentar la inversión en ciencia y tecnología como porcentaje del PIB, pero destacó como primer pasó la fusión entre el ámbito público y el privado.

Además de las ciencias duras, Gilli mencionó la creatividad y la ciberseguridad como áreas estratégicas para el país. “Somos de los más atacados en la región. Necesitamos asociarnos, financiar y convocar a la industria tecnológica para decidir qué puede hacer Uruguay en este campo”, subrayó.

¿Qué hacemos nosotros?

Más allá de los datos duros y los avances sorprendentes, el Summit IA dejó una reflexión en el aire: la inteligencia artificial ya está entre nosotros y avanza con rapidez, moldeando industrias, redefiniendo oficios y hasta repensando la vida misma. Pero su impacto final no depende de los algoritmos, sino de las decisiones humanas.

Tal como lo definió Jon Hernández: “El futuro es una niebla. El camino lo decidirán los científicos, los gobiernos y todos nosotros como sociedad”.

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