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Plásticos y Microplásticos en playas de Punta del Este: ¿nuevos residentes ‘invisibles’?

En promedio, en las playas Mansa y Brava se encontraron 25 residuos por metro cuadrado de arena.

18.09.2021 17:09

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2021-09-18T17:09:00-03:00
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Por Juan Pablo Lozoya y Franco Teixeira de Mello – Centro Universitario Regional del Este (UDELAR)

Las costas han sido desde siempre un lugar muy especial para el ser humano, y si bien el uso de las playas para esparcimiento y recreación es algo relativamente nuevo (Siglo XVIII), estos ecosistemas son uno de los principales destinos sobre todo en el verano, congregando miles de usuarios cada año. Pero en los últimos años, cuando buscamos decorar nuestros castillos de arena o paseamos por la orilla, además de conchillas, palitos y caracoles cada vez encontramos más restos de plástico y microplástico (<5mm). Aunque seguro mejoran el colorido de nuestras obras, estos residuos son parte de una contaminación que, identificada en los 70s, es actualmente una de las principales problemáticas ambientales globales. Hoy en día los microplásticos están en ríos, arroyos, costas, océanos y fondos marinos de todo el planeta, afectando la biodiversidad, el funcionamiento de los ecosistemas y así, a nosotros mismos.

Investigaciones recientes en Punta del Este y la cuenca del Arroyo Maldonado confirman que estos residentes también están en nuestras costas. En promedio, en las playas Mansa y Brava se encontraron 25 residuos por metro cuadrado de arena (ítems/m2), mientras que en la Barra y Montoya hubo 108 y 1,2 ítems/m2, respectivamente. Pero no todos son iguales y, si bien estas investigaciones se centran en los más chicos (0,1-20mm), sus tamaños, tipos, formas y colores son muy distintos. Algunos se producen con estos tamaños y formas y son los primarios (ej. pellets). Otros surgen al romperse los residuos más grandes y son los secundarios (ej. fragmentos). Estos residuos no se reparten igual en la playa, y su presencia y concentración en algunas zonas pueden deberse al aporte marino o a los aportes terrestres, tanto por desagües pluviales o domésticos, ríos, arroyos o cañadas, al viento, o directamente a los propios usuarios. Según su composición química y el tiempo en el ambiente, los microplásticos pueden concentrar contaminantes que se encuentren en el agua de mar, con posibles consecuencias para los animales que los consuman, además de la propia ingestión.

Todas estas características nos dan pistas sobre los posibles orígenes de estos residuos, aunque establecer su trazabilidad es uno de los grandes desafíos. Generar información científica fiable es fundamental para diagnosticar una problemática tan compleja, y lograr medidas de gestión que sean adecuadas y viables. Si bien esta contaminación es de escala global, estos residuos llegan al ambiente en lo local, generalmente por una deficiente gestión individual o institucional. Esto se agrava además por la creciente producción y el consumo masivo de plástico, un material con grandes virtudes pero que en muchos casos es innecesario. Al final del día como consumidores responsables tenemos mucho que decir y hacer sobre el uso de este material, volviendo a elegir lo natural para decorar nuestros castillos de arena.