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Por The New York Times

La pérdida de autoridad de los directivos ante la lucha contra las oficinas vacías

Lo que dijo el jefe de Barrett Kime en la reciente videollamada fue muy claro. ¿Era posible que los miembros de su equipo en NBCUniversal se presentaran los pocos días de la semana que, de hecho, se esperaba que estuvieran en la oficina?

10.06.2022 06:47

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2022-06-10T06:47:00-03:00
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Por The New York Times | Emma Goldberg

Sobrevino la rebelión. Kime, un director creativo sénior, encendió su micrófono. “Estuve hablando de lo insensato que era pedirle a la gente que asistiera con mayor frecuencia cuando el COVID estaba azotando con fuerza”, recordó.

Posteriormente, otros empleados se apresuraron a compartir las razones por las que no querían regresar a la oficina: el cuidado de sus hijos, el precio de la gasolina al alza, la cantidad de casos de COVID-19. Para Kime, esto marcó una nueva fase en las conversaciones sobre su regreso a la oficina.

“Es algo como el mago de Oz”, comentó Kime. En otras palabras, su equipo se daba cuenta de que no había ningún ser omnipotente que los obligara a ir a la oficina; solo había un hombre detrás de una cortina (o pantalla de Zoom). “Por mucho que rezongáramos sobre regresar al trabajo, todos entendíamos que eso iba a suceder. Pero desde el momento en que empezamos a ir, nos dimos cuenta de lo absurdo que era”, añadió.

En todas las industrias y las ciudades, poco a poco va disminuyendo el optimismo relacionado con los planes de regresar a la oficina. Cuando en 2021 les preguntaron a los directivos acerca del porcentaje de sus trabajadores que regresarían a la oficina cinco días a la semana en el futuro, dijeron que el 50 por ciento; ahora, de acuerdo con una encuesta reciente de la empresa de consultoría Gartner, ese porcentaje ha disminuido al 20 por ciento. Según los datos de Kastle, una compañía de seguridad, el mes pasado, la ocupación de las oficinas en todo Estados Unidos se detuvo en aproximadamente el 43 por ciento mientras los casos de COVID volvieron a repuntar.

La gran mayoría de los estadounidenses, sobre todo quienes están en el sector de servicios y en empleos de bajos ingresos, han estado trabajando de manera presencial durante toda la pandemia. Pero quienes podían trabajar a distancia se acostumbraron a la flexibilidad. En una encuesta de enero, el Centro de Investigaciones Pew descubrió que el 60 por ciento de los trabajadores cuyas tareas se pueden realizar en casa querían trabajar a distancia todo el tiempo o la mayor parte de él.

“Lo que es muy evidente es que cada vez hay menos empresas que esperan que sus empleados estén en la oficina cinco días a la semana”, señaló Brian Kropp, vicepresidente de recursos humanos de Gartner. “Incluso algunas de las principales compañías que salieron a decir que querían que sus empleados estuvieran en la oficina cinco días a la semana están comenzando a dar marcha atrás”.

Por ejemplo, Apple, la cual hace poco retiró la exigencia de que sus empleados regresaran a la oficina al menos tres días a la semana. También tenemos a McKinsey, la cual, con el propósito de asegurarse de que las personas vean el valor de la participación presencial, pretende establecer reglas más claras sobre la asistencia a la oficina en algún momento, pero, por ahora, según su director de recursos humanos, está permitiendo que los empleados se pongan de acuerdo con sus clientes y gerentes.

Google aplazó el regreso a la oficina que había planeado para enero y, por ahora, aproximadamente el diez por ciento de sus empleados tienen permiso de trabajar totalmente a distancia o reubicarse. En algún momento, la compañía Intuit había pensado en un riguroso plan de regreso a la oficina para sus 11.500 empleados en Estados Unidos, pero mejor les dio permiso a los gerentes y a los equipos de que establecieran sus propias previsiones de los días que iban a asistir.

“Ser normativos genera todo tipo de burocracia debido a que tienen que participar los diferentes niveles de gestión y, entonces, solo se convierte en algo muy basado en reglas”, señaló Sasan Goodarzi, el director ejecutivo de Intuit. “No creemos que haya que estar en la oficina 40 horas a la semana ni tampoco que todo se pueda hacer a distancia”.

Los planes de regreso a la oficina se han desarrollado como un gran juego de estira y afloja. Los directivos les dijeron a los empleados que regresaran a la oficina; luego, pospusieron sus planes cuando los casos de COVID siguieron aumentando. Aceptaron esta incertidumbre con la esperanza de que fuera temporal hasta que fue evidente que no lo era. Los empleados siguieron trabajando en casa y tuvieron un mayor margen para comprobar la poca flexibilidad de los planes de sus jefes. Ahora, algunas empresas esperan que la gente regrese, pero han perdido la autoridad para implementarlo debido al constante cambio de las fechas límite.

“Lo que hemos decidido hacer es decir: ‘¿Qué nos está funcionando?’”, comentó Joan Burke, directora de recursos humanos en la compañía DocuSign, misma que pospuso cuatro fechas de regreso a la oficina antes de decidir que, por el momento, no necesitan que vaya la gente. “Tomemos nota de lo que está funcionando e implementemos una red de protección si pensamos que las cosas no marchan bien”.

Algunos directivos esperan que, si pueden lograr que sus empleados pasen algún tiempo en la oficina, estos se darán cuenta de que les gusta más de lo que recordaban.

Christina Ross, directora de Cube, una empresa de software con 75 empleados, solía considerarse una orgullosa defensora de la oficina. Antes de la pandemia, contrató a un ingeniero que vivía en Texas y le insistió que se mudara a Nueva York para trabajar. No se podía imaginar entablar una relación a largo plazo con un empleado al que nunca había conocido en persona.

Ahora, a su empresa le dice “mejor a distancia”. Por poco tiempo contempló la idea de exigirles a sus empleados que regresaran a la oficina, pero luego decidió hacerla lo más atractiva posible. Incluso cambió su ubicación en Nueva York para facilitarle el traslado al personal que vivía en Brooklyn.

“Al no presentarse, la gente votó por no tener que regresar a la oficina”, comentó Ross. “Puede ser muy frustrante hacer tanto esfuerzo en construir un buen entorno de oficina y que luego la gente no acuda”.

Algunos directivos han sido más estrictos. Por ejemplo, Elon Musk les dijo a los empleados de SpaceX y Tesla que tendrían que pasar al menos 40 horas en la oficina o, si no, los despediría. Muchas otras empresas, como Google y Microsoft, han optado por algo menos rígido al poner en el lugar de trabajo bebidas frías, refrigerios, bolsas de asas y cerveza. Pero esos incentivos corporativos tienen sus límites y pocas personas están dispuestas a picar el anzuelo.

“Ahora, es casi un meme de las oficinas de 2018: ‘Oigan, hay panecillos, refrigerios y tenis de mesa”, mencionó Ross. “No es una compensación por el traslado”.

Muchas empresas están aceptando la realidad de que exigir que los empleados regresen a la oficina podría ponerlas en desventaja con sus pares e implicar que pierdan trabajadores valiosos. En algunas industrias, y en algunas regiones del país, la cultura que se centra en la oficina está dejando de ser una norma para convertirse en algo poco común. Otros directores, convencidos del valor de tener a las personas frente a su escritorio cinco días a la semana, insisten en que regresen por completo. Tom Siebel, director de C3 AI, una empresa de inteligencia artificial de 800 personas, en junio les exigió a sus trabajadores que regresaran a la oficina de tiempo completo. Siebel comentó que esa exigencia solo había acentuado su atractivo para un cierto tipo de solicitantes de empleo.

“Para las personas que quieren trabajar en casa por Zoom, hay empresas para ello”, explicó. “Que vayan a trabajar a Facebook o a Salesforce”.

Siebel mencionó que su estacionamiento era “el único que estaba lleno en Silicon Valley” y considera que eso es una ventaja competitiva. “Nosotros no inventamos cohetes que aterrizan junto a las personas que trabajan una vez a la semana en llamadas por Zoom”, añadió. “Tenemos que reunirnos en una sala, seguir escribiendo en las pizarras y fracasar, fracasar y fracasar hasta que tengamos éxito”.

Pero para los directores que no se han arriesgado, hay temas más importantes que se ciernen sobre el futuro de sus oficinas. Por ejemplo, para Manny Medina, director de Outreach, una empresa que vende inteligencia artificial y que cuenta con unos 600 empleados en Seattle a la mayoría de los cuales se les alienta a que pasen el 40 por ciento de su tiempo de trabajo en la oficina. Desde una oficina casi vacía, Medina mencionó que se había acostumbrado a atender cuestionamientos de los empleados acerca de la utilidad de la participación presencial.

Hace poco, un empleado de rango inferior estuvo presente durante el horario de oficina virtual del director general y expresó que no entendía por qué tenían que exigirle trasladarse cuando trabajar en casa le permitía equilibrar su productividad con su vida social y su entrenamiento de jiu-jitsu.

“Le dije: ‘Estoy de acuerdo, pero tienes que pensar cuál es tu prioridad’”, comentó Medina. “Si quieres ser un boxeador de artes marciales mixtas, adelante”. El director Tom Siebel en C3 AI, una de las pocas empresas grandes de Silicon Valley que han ordenado que los empleados regresen a la oficina de tiempo completo, en Redwood City, California, el 3 de junio de 2022. (Aaron Wojack/The New York Times). El director Tom Siebel dirige una reunión de personal en C3 AI, una de las pocas empresas grandes de Silicon Valley que han ordenado que los empleados regresen a la oficina de tiempo completo, en Redwood City, California, el 3 de junio de 2022. (Aaron Wojack/The New York Times).