A dos cuadras de su histórico edificio de Maldonado y Ejido, el Colegio y Liceo Elbio Fernández suma un nuevo espacio deportivo. Entre las calles Maldonado, Quijano y Durazno se levanta el Polideportivo Elbio Fernández, un espacio que nace pegado a la sede central, tanto en el mapa como en la visión educativa.
El proyecto no apareció de un día para el otro. En diálogo con Montevideo Portal, Enrique González de Toro, presidente de la Sociedad de Amigos de la Educación Popular (SAEP), cuenta que la institución tiene por costumbre realizar encuestas de satisfacción cada dos o tres años para escuchar a las familias. De esas respuestas surgió con fuerza la necesidad concreta de tener más espacios para la práctica deportiva en una comunidad grande, con padres y estudiantes que participan en múltiples disciplinas colectivas.
González de Toro lo resume con una idea que atraviesa todo el proyecto. “La educación no es solo en el aula, es en todos los espacios donde el colegio puede incidir en la formación” afirma. En ese marco, el deporte aparece como una actividad colectiva que enseña solidaridad, esfuerzo compartido, respeto por el contrario y, sobre todo, respeto por las normas, algo que el presidente de SAEP considera cada vez más desafiante en la sociedad actual.
Foto: Javier Noceti
La búsqueda de una solución llevó tiempo. Se analizaron opciones, se estudiaron posibles alianzas y se exploraron distintos metrajes. Sin embargo, la oportunidad definitiva llegó cuando se abrió la posibilidad de adquirir la antigua sede del Club Atlético Peñarol, un predio particular por su tamaño y, sobre todo, por su cercanía con el colegio. “No es fácil conseguir los metrajes que hemos conseguido a dos cuadras del colegio. Eso para nosotros era muy importante”, explica González de Toro.
Hoy ese predio se transforma en un polideportivo de escala mayor. El espacio, de 2.000 metros cuadrados, alberga una construcción indoor de 5.800 metros cuadrados. Allí conviven tres canchas con pisos de última generación, con medidas reglamentarias para voleibol, básquetbol, handball y futsal, además de fútbol cinco y hockey, junto con dos gimnasios pensados para actividades como danza, gimnasia artística y propuestas de corte más tradicional. Se suma un área social con barbacoa y espacio multipropósito que también incluye cancha de fútbol cinco. El acceso principal se realiza por la calle Quijano mediante molinetes, reforzando la seguridad en los ingresos.
La centralidad es una de las claves del proyecto. Desde el principio, Elbio Fernández apostó a un centro deportivo ubicado cerca del colegio para evitar largos traslados de estudiantes y familias. González de Toro destaca que, hasta ahora, muchas actividades implicaban desplazamientos por Montevideo con los consecuentes costos y riesgos. La nueva ubicación simplifica tiempos, optimiza la agenda de la comunidad y permite que el deporte se integre de forma cotidiana a la vida escolar.
Foto: Javier Noceti
Detrás de las modernas canchas late también una historia centenaria. La antigua sede de Peñarol, obra del arquitecto Julio Vilamajó, fue declarada patrimonio nacional, lo que obligó a conservar y restaurar la fachada sobre la calle Durazno. Para ello fue necesario conseguir azulejos originales con la clásica tipografía diseñada por Vilamajó y rescatar la bóveda interior catalogada por la Intendencia de Montevideo, hoy transformada en área social y espacio multipropósito. González de Toro explica que hubo que recomponer estructuras que, en otras circunstancias, se habrían retirado, además de atender lucernarios concebidos como espinas de pescado que hoy se aprecian desde el interior.
El polideportivo fue diseñado para los estudiantes, aunque el proyecto abraza a toda la comunidad del Elbio. Allí se integran padres, exalumnos, docentes, funcionarios y socios del Club del Elbio, muchos de los cuales ya compiten con la camiseta de la institución en diferentes deportes, disciplinas y ligas.
En la actualidad, el colegio participa con la escuela y el liceo en diversas competencias estudiantiles, además de formar parte de la Liga Universitaria, las ligas de handball y hockey, y múltiples categorías de fútbol de padres y madres. El nuevo polideportivo amplía esa base con una propuesta que González de Toro define como “un proyecto intergeneracional”, en el que conviven estudiantes actuales, exalumnos, familias y funcionarios. En el predio se distinguen con claridad un área social y otra deportiva, lo que permite que actividades recreativas y de encuentro potencien la práctica física sin superponer espacios ni dinámicas.
Foto: Javier Noceti
La mirada educativa se extiende también al futuro de quienes eligen el deporte como vocación. El presidente de SAEP subraya que en el colegio hay estudiantes que ya juegan básquetbol y fútbol en equipos de Primera División, incluso con presencia en entornos de selección y que el desafío es acompañarlos para que puedan competir sin renunciar a sus estudios. Reflexiona que hoy se exige a los deportistas un nivel de educación, de expresión y de comportamiento mucho más alto que hace una década, mientras la vida deportiva sigue siendo corta.
En ese sentido, el Elbio viene trabajando desde hace años con los bachilleratos extraedad, una modalidad mixta y flexible que permite a quienes no pueden concurrir en horarios convencionales, entre ellos muchos deportistas, cursar y rendir exámenes a distancia con un plantel docente especialmente preparado. “Eso es un gran adelanto para facilitar el estudio”, afirma González de Toro al repasar una experiencia que la institución desarrolla desde hace unos quince años.
El nuevo polideportivo también profundiza el compromiso social del colegio con su entorno. Cuando se concretó la compra del predio, la negociación con Peñarol incluyó un componente social dirigido a que jugadores y familiares puedan completar el bachillerato y acceder a oportunidades de formación. Esa vocación se amplía ahora con un convenio con ANEP mediante el cual el Elbio ofrecerá sus instalaciones sin cargo a niños de escuelas públicas ubicadas entre las calles Ciudadela, Magallanes, Colonia y Gonzalo Ramírez. “Es, de alguna forma, nuestra contribución a una zona en la que estamos hace más de 100 años”, señala González de Toro.
Foto: Javier Noceti
Las fechas también hablan del esfuerzo sostenido. El proyecto comenzó a gestarse hacia fines del 2018, aunque la prioridad durante los años siguientes fue mantener el proyecto educativo en marcha durante la pandemia. La institución ya venía trabajando con una fuerte base tecnológica y docentes preparados para integrar la tecnología al aula, lo que permitió responder con rapidez a los cambios de modalidad. Una vez retomado el impulso, la obra comenzó en octubre del 2023 y se completó en noviembre del 2025, con gerenciamiento de MPR y construcción a cargo de Bauten.
La inauguración formal, el jueves 4 de diciembre, es el paso previo al comienzo, en 2026, de toda la actividad deportiva y social que empezará a latir con fuerza en el nuevo espacio. Ya hay horarios diseñados y una planificación detallada, mientras se ajustan los últimos detalles de una obra grande. El histórico gimnasio contiguo a la sede central se conservará, sobre todo, para los más pequeños, de modo que el crecimiento no implique renunciar a los lugares que forman parte de la memoria afectiva de varias generaciones.
Foto: Javier Noceti
Enrique González de Toro insiste en que el Polideportivo Elbio Fernández no es solo un edificio nuevo. Para él, es una forma concreta de equilibrar tecnología y deporte, aula y cancha, pantalla y encuentro cara a cara. “Somos una institución innovadora que trabaja con la tecnología como herramienta para acceder a conocimientos, con criterios críticos, no para aislarse”, explica. El deporte, añade, es una actitud sana que ayuda a mantener ese equilibrio, en un tiempo en el que los algoritmos ordenan gran parte de la vida cotidiana.
En las canchas recién estrenadas, cada línea reglamentaria marca un límite que enseña a respetar reglas, a ganar y perder, a compartir esfuerzos en equipo. En esa trama de vínculos, tradición arquitectónica y futuro deportivo, desde el Elbio Fernández se busca que el nuevo polideportivo sea un símbolo de lo que se entiende por educación completa, esa que empieza en el aula y se prolonga en cada espacio donde la comunidad se encuentra para aprender, competir y crecer.