China dio un paso significativo en su estrategia para independizarse de los fabricantes occidentales en la aviación comercial. Por primera vez, una aeronave diseñada por la empresa estatal Comac (Commercial Aircraft Corporation of China) realizó un vuelo internacional, marcando un hito en la industria aeronáutica del país asiático.

El modelo utilizado fue el Comac C909, un jet regional de pasajeros operado por Air China, que ya empleaba estos aviones en rutas domésticas. El destino elegido para esta primera operación internacional fue Ulán Bator, la capital de Mongolia, en un vuelo que partió desde la ciudad china de Hohhot.

Este movimiento, aunque simbólico en alcance, tiene una fuerte carga geopolítica y económica: refleja el interés de Beijing por reducir su dependencia de Boeing y Airbus, los dos gigantes occidentales que dominan el mercado mundial. Comac busca ganar terreno con modelos como el C909, y también con el más ambicioso C919, diseñado para competir directamente con los Boeing 737 y Airbus A320.

El gobierno chino respalda firmemente este desarrollo, no solo como una apuesta industrial, sino como un instrumento estratégico de soberanía tecnológica. A futuro, la expansión internacional de Comac podría alterar el equilibrio en el mercado global de la aviación comercial, particularmente en regiones donde China ejerce influencia diplomática o económica.