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Polos opuestos

“Shackled” y “Despotic Leviathan” en acción: Taiwán y China continental frente aL COVID-19

“Shackled” y “Despotic Leviathan” en acción: Taiwán y China continental frente al coronavirus

23.03.2020 13:45

Lectura: 6'

2020-03-23T13:45:00-03:00
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Por Pedro Isern, director de CESCOS, Centro para el estudio de las sociedades abiertas.

¿Cómo ha enfrentado China continental la aparición del coronavirus? Como una clásica dictadura: primero, negándolo y castigando aquellos que, como el oftalmólogo Li Wenliang, informaron de la aparición de un problema de salud. En segundo lugar, con una clara estrategia represiva, autoritaria y violenta desde arriba hacia abajo. En tercer lugar, obviamente manipulando los números, como hacen todas las dictaduras, sobre todos los temas, en todo momento y en todo lugar. Si bien se intentó manipular y esconder la información, en China continental emergió el virus en noviembre-diciembre de 2019, habiéndose alcanzado hasta el momento (17 de marzo de 2020) allí un número (supuesto) de 80,881 casos con 3,226 muertes mientras que en Taiwan ha habido 77 personas contagiadas y u único muerto. El número de casos en el mundo es 197,161 con un total de 7,949 muertos

¿Cómo ha enfrentado Taiwán a la pandemia? Con una clara política pública dirigida desde el Estado pero sin manipular la información y complementando las decisiones (no violentas) de arriba hacia abajo con incentivos para generar soluciones desde abajo hacia arriba, es decir, desde la sociedad civil hacia el aparato estatal.

Así, ¿cómo se enfrenta una pandemia desde el aparato estatal y desde la sociedad civil? El aparato estatal privilegia lo colectivo por sobre lo individual, el supuesto bien común por sobre el bien individual. La sociedad civil, en cambio, ubica en pie de igualdad el bien colectivo y el bien individual. Esta es un adecuado enfoque para marcar las profundas diferencias entre el manejo que han realizado de la crisis del coronavirus los gobiernos de China continental y Taiwán. Como mencionamos, el régimen continental ha utilizado la represión y la manipulación de la información para privilegiar lo colectivo por sobre la persona. Es decir, en su estrategia para la contención del virus el régimen continental ha definido al individuo como una potencial amenaza. Por su parte, el gobierno de Taiwán ha involucrado a la sociedad civil para diseñar la estrategia contra la pandemia. Si bien es un asunto de salud pública vital, donde el aparato estatal de Taiwán ha definido los pasos a seguir, el papel de la sociedad civil es clave en la búsqueda de la innovación que, por definición, es un elemento central para enfrentar la incertidumbre. Al involucrar a la sociedad civil como parte de la solución y no como parte del problema, se ha generado en Taiwán un círculo virtuoso de la confianza en tanto el aparato estatal no percibe conspiraciones en los potenciales errores de las personas cuando intentan desarrollar estrategias innovadoras para enfrentar el virus.

En cambio, en China continental el ejercicio autoritario de la crisis hace que los intentos individuales para aportar soluciones sean percibidos como amenaza. Esto ha quedado ejemplificado en el mencionado caso del fallecido oftalmólogo de Wuhan, Li

Wenliang, quien informó a sus contactos de Wechat (un sistema similar al WA que se usa en China) sobre la existencia de un virus nuevo y cuyo accionar fue inmediatamente percibido por el régimen como una conspiración y no como una iniciativa individual y espontánea para informar y prevenir, es decir, para ayudar a su comunidad. La información es un input crucial en las sociedades abiertas y, por cierto, en las sociedades cerradas. Compartir información transparente es una condición necesaria para la innovación y deviene un círculo virtuoso que genera confianza en las sociedades abiertas incluso cuando los intentos de innovar fallan. Es decir, compartir la responsabilidad en el error es posible allí donde impera la confianza entre la sociedad civil y el aparato estatal. Por otro lado, en las sociedades cerradas las crisis profundizan los círculos viciosos de la desconfianza porque allí la persona siempre es un problema (en esta situación particular, el individuo es un literal problema porque es un vector o transmisor del virus) y, si los intentos de la sociedad civil por innovar fracasan, serán percibidos como un intento de opositores por desestabilizar al régimen. Aquella persona que, como el Dr. Li Wenliang, piensa y actúa por fuera de las pautas establecidas, no es alguien que quiere innovar para ayudar sino es para el régimen un desestabilizador y, por lo tanto, una amenaza. Por el contrario, "los Li Wenliang" en Taiwan no son solo permitidos sino celebrados. Más aún, no solo se incentiva a "los Li Wenliang" dentro de la comunidad médica y científica sino en la propia sociedad civil, estimulando por ejemplo la posibilidad de pensar por fuera del standard tradicional a los niños en la escuela.

En su fascinante reciente libro, "The Narrow Corridor, States, Societies, and the Fate of Liberty" (Penguin Press, 2019), Daron Acemoglu y James Robinson articulan un marco teórico que contribuye a entender esta dicotomía. Los autores desarrollan un sólido enfoque para profundizar sobre la estabilidad en el tiempo de un "Despotic Leviathan" (China continental) y de un "Shackled Leviathan" (Taiwan). Su análisis nos ayuda a pensar que el avance de lo público para ser virtuoso debe ir acompañado de una creciente articulación con la sociedad civil. Ello ha ocurrido en Taiwán, donde el éxito contra la contención del virus es una responsabilidad compartida entre el estado y la sociedad civil y no ha ocurrido en China continental, donde el supuesto éxito en la contención del virus tendrá como consecuencia un "Despotic Leviathan" más fortalecido versus una sociedad civil que sale de la coyuntura más controlada, más asustada y más penetrada por el aparato represivo. Tanto China continental y Taiwán han sido hasta hoy (17 de marzo de 2020) exitosos en la contención del virus. Sin embargo, en el continente ha salido fortalecido el aparato estatal represivo y ha quedado debilitada y atemorizada la sociedad civil mientras que el éxito en la contención del virus en Taiwan ha consolidado al "Shackled Leviathan", es decir, ha fortalecido tanto al aparato estatal como a la sociedad civil. La diferencia entre una y otra experiencia es sustancial pero no evidente. Hacerlo evidente, explicitarlo, es un desafío posible y razonable para el futuro cercano de las sociedades abiertas.



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