Bife y achuras.
Según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Escuela de Salud Pública de la Universidad Nacional de Singapur (Singapur), la carne roja provocaría insuficiencia renal.
"El objetivo de nuestro trabajo era ver qué consejos podíamos ofrecer a los pacientes con enfermedad renal crónica o a la población general preocupada por la salud de sus riñones en función de los tipos o fuentes de proteínas en su dieta. Y según los resultados, las personas pueden mantener su ingesta habitual de proteínas, pero deben considerar cambiarse a las proteínas de origen vegetal. Y si todavía eligen comer carne, deben tener en cuenta que el pescado, el marisco y las aves de corral son mejores alternativas que la carne roja", explica Woon-Puay Koh, director de esta investigación, según informa el periódico matritense ABC.
Cada vez hay una mayor incidencia de enfermedad renal crónica, patología caracterizada por una pérdida progresiva de la capacidad de los riñones para eliminar los deshechos del organismo. Una condición que en muchos casos progresa hasta la denominada ‘enfermedad renal terminal', en la que los riñones ya no funcionan y el paciente acaba requiriendo diálisis o un trasplante.
En este contexto, numerosos estudios han constatado la existencia de una relación entre la ingesta de proteínas y la progresión de enfermedad renal crónica a enfermedad renal terminal. Incluso se recomienda que los pacientes que han desarrollado la enfermedad limiten su ingesta de proteínas. Pero, ¿las proteínas y el tipo de proteína también provocan un deterioro de la función renal en las personas ‘sanas'?
Para responder a esta pregunta, los autores analizaron los hábitos alimenticios y los historiales médicos de 63.257 adultos de China y Singapur. Concretamente, los participantes adquirían sus proteínas a través de la ingesta de aves de corral, pescado, marisco, huevos, productos lácteos, soja y legumbres. Y asimismo, de carne roja, en hasta un 97% de los casos de origen porcino -según la edad y alimentación del animal, el cerdo puede ser considerado como carne roja o como carne blanca.
Los resultados, alcanzados tras un promedio de 15,5 años de seguimiento, mostraron que el consumo de carne roja se asociaba con un riesgo mucho mayor de enfermedad renal terminal, así como que esta relación era ‘dosis-dependiente' -es decir, a mayor ingesta de carne roja, mayor riesgo de padecer la patología.
De hecho, y comparadas frente al grupo de participantes con menor consumo de carne roja, las personas cuyas dietas incluían las mayores cantidades de este tipo de carne tuvieron un riesgo hasta un 40% mayor de padecer enfermedad renal terminal.
Por el contrario, no se observó ninguna asociación entre el consumo de aves de corral, pescado, marisco, huevos o productos lácteos con la enfermedad renal terminal. Es más; la ingesta de soja y legumbres parece tener un efecto protector, aun mínimo, frente al desarrollo de esta patología.
En definitiva, y con objeto de proteger la salud de nuestros riñones, el estudio sugiere que evitemos la carne roja en nuestra dieta y la sustituyamos por otras fuentes de proteínas. "En nuestro estudio, la sustitución de una ración de carne roja por otras fuentes de proteínas se asoció con una disminución del riesgo de enfermedad renal terminal de hasta un 62%", concluye Woon-Puay Koh.


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