Con todas las letras.
“Change Dyslexia” es una empresa social que acaba de crear un detector de dislexia, en procura de evitar la deserción escolar mediante la detección precoz.
Change Dyslexia es una empresa social creada en Barcelona, pero en la que participan investigadores de todo el mundo que tiene una ambiciosa y altruista misión: reducir la tasa de abandono escolar a través de la detección precoz de la dislexia, responsable de un alto porcentaje del fracaso en las aulas.
Para ello, diseñaron un detector que se saldrá a la luz en noviembre y que se ha probado en 10.000 personas de 7 a 70 años. Se trata, según Luz Rello, doctora en ingeniería informática y quien está al frente de este proyecto, "de la mayor investigación sobre dislexia en español que se ha hecho hasta el momento" y que se ha llevado a cabo en la Universidad Carnegie Mellon junto al especialista en inteligencia artificial Miguel Ballesteros y Jeff P. Bigham, director de laboratorio.
Rello tiene dislexia por lo que ha vivido el "sufrimiento de los niños a los que se tacha injustamente de tontos porque suspenden mucho y, en realidad, ni ellos, ni los maestros, ni los padres saben del problema que tienen".
El detector, que ya cuenta con el apoyo de un proyecto financiero para nuevos emprendimientos, funciona gracias a la unificación de toda la información recabada sobre el comportamiento de las personas disléxicas delante de la computadora (tiempos de reacción, número de clicks, movimientos con el ratón, errores, rapidez, etc.). Estos datos se transfieren a un motor de inteligencia artificial que es capaz de detectar a un disléxico.
Mientras el proyecto llega al público, Change Dyslexia ya tiene en marcha una app llamada "Piruletras", (disponible en IOS) que ayuda a los niños a mejorar su ortografía.
"Piruletras se probó en niños con dislexia diagnosticada de 6 a 11 años del Centro Creix y del colegio Lestonnac de Barcelona y todos ellos mejoraron significativamente su ortografía", cuenta Rello entusiasmada, en declaraciones citadas por ABC.
La aplicación recurre a juegos lingüísticos que parten de los errores más frecuentes que cometen los disléxicos. En vez de partir del uso correcto de las palabras aquí se enseña desde el error, porque el sistema de aprendizaje tradicional no funciona. Así, por ejemplo, se escribe «havía» con «v» para que el niño lo modifique por la palabra correcta.
Si bien tanto el detector como la aplicación sirven no solo para niños sino para personas disléxicas de todas las edades, se han centrado en los más pequeños porque es precisamente al inicio «cuando empiezan a discriminarlos y estar excluido desde el principio hace muy difícil desenvolverse», explica Rello.


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