El mobiliario de exterior dejó de ser un mero accesorio para pasar a ser el verdadero centro de la vida al aire libre. La fibra sintética, el aluminio y la madera tratada permiten que sillones, mesas y sillas resistan las inclemencias del tiempo sin perder estilo ni comodidad. Lo que antes se limitaba a un par de sillas plegables, hoy se traduce en sofás de diseño, mesas amplias y poltronas que compiten con las del interior de la vivienda.
La clave está en concebir el patio como una extensión del living. Pensar en continuidad estética y funcional es fundamental: colores neutros para quienes buscan serenidad, tonos vibrantes para quienes prefieren un espacio dinámico. Las alfombras de exterior, cada vez más populares, aportan calidez y delimitan sectores, transformando el suelo en un lienzo sobre el cual se organiza la vida social y familiar.
Los textiles resistentes al sol y la humedad son otro de los grandes protagonistas. Cojines, mantas y cortinas fabricados con materiales técnicos ofrecen confort y estilo, pero también la tranquilidad de saber que soportarán el paso del tiempo sin deteriorarse. Con ellos, los patios dejan de ser un lugar esporádico para convertirse en un escenario permanente del día a día.
La iluminación es otro capítulo esencial. De poco sirve contar con un mobiliario atractivo si, al llegar la noche, el espacio se apaga. Guirnaldas de luces cálidas generan atmósferas íntimas y festivas a la vez, mientras que las lámparas solares son aliadas prácticas y sostenibles. También se imponen los faroles de pie y los apliques de pared que, además de iluminar, suman un toque decorativo.
Y si la idea es prolongar las reuniones más allá del verano, los fogoneros son casi imprescindibles. No solo funcionan como fuente de calor, sino que se convierten en el punto de encuentro natural. Sentarse alrededor del fuego, compartir una charla o simplemente contemplar las llamas transforma el patio en un espacio atemporal, válido para todas las estaciones.
En este esquema, cada detalle cuenta. Incorporar plantas en macetas de gran porte refuerza la sensación de estar en un ambiente natural, aunque se trate de un balcón urbano. Del mismo modo, sumar piezas móviles —como biombos, pérgolas o toldos retráctiles— permite adaptar el espacio según la ocasión, ya sea para un encuentro íntimo o para recibir a un grupo numeroso.
Con estos elementos, cualquier terraza, balcón o patio puede convertirse en un auténtico living a cielo abierto. Un lugar en el que el diseño se fusiona con la practicidad y donde la comodidad deja de estar limitada a las cuatro paredes del hogar para expandirse bajo el cielo, invitando a disfrutar todo el año.
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