Pintar la casa es mucho más que aplicar color: es una oportunidad para renovar espacios, proteger superficies y mejorar la sensación de confort. Antes de empezar, conviene organizar todo el material necesario, desde rodillos y brochas hasta bandejas, escaleras y la pintura suficiente, y definir un plan por habitaciones o por sectores del exterior.
Preparar las superficies, limpiarlas y reparar imperfecciones asegura un acabado más uniforme y duradero. Si existen problemas de humedad, hay que solucionarlos primero, ya que pintar encima de estos implica una pérdida de tiempo y dinero.
También es aconsejable proteger muebles, pisos, ventanas y puertas ya que facilita el trabajo y evita accidentes o manchas.
En interiores, la elección del color y del tipo de pintura depende de la función de cada ambiente. Los tonos claros ayudan a ampliar visualmente espacios pequeños, mientras que los colores más oscuros aportan calidez y sensación de intimidad.
Pinturas resistentes a la humedad y lavables son ideales para cocinas, baños y zonas de alto tránsito. Además, aplicar una capa de imprimación (preparación) previa puede ser clave si se pasa de un color muy oscuro a uno claro o si las paredes presentan manchas.
En exteriores, la pintura cumple una función doble: embellecer y proteger. Las superficies enfrentan sol, lluvia y cambios de temperatura, por lo que conviene elegir pinturas resistentes a rayos UV, agua y hongos. Los colores claros reflejan mejor la luz y ayudan a mantener la temperatura interior más fresca, mientras que los tonos oscuros pueden intensificar la exposición al sol y requieren un mantenimiento más frecuente.
Limpiar las paredes y reparar grietas o imperfecciones son pasos fundamentales para asegurar durabilidad. Aplicar al menos dos manos de pintura permite un acabado uniforme y resistente, que se mantenga en el tiempo. Elegir el tipo de acabado también es parte de la planificación: mate, satinado o brillante, según la función del espacio y el efecto que se quiera lograr.
Hacer pruebas de color en un sector pequeño antes de pintar toda la pared evita sorpresas y permite ajustar la elección. Siempre es aconsejable solicitar y revisar al detalle la paleta de colores.
Además, es fundamental elegir el momento adecuado para pintar. Primavera y otoño son las épocas ideales por el clima templado, la baja humedad y buena ventilación. Hay que evitar hacer esta tarea en invierno porque la pintura tarda más en secar y puede quedar mal adherida. En verano, el calor excesivo puede provocar que se seque muy rápido y se cuartee. Lo ideal es mirar el pronóstico para trabajar cuando haya tres o cuatro días seguidos sin lluvia, en caso de pintar en exteriores.
Con cuidado, paciencia y atención a los detalles, pintar la casa se puede convertir en una experiencia gratificante y una buena actividad familiar: no solo cambia la estética, sino que protege la vivienda y transforma los ambientes en espacios más cómodos y agradables para vivir.
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