“Estamos en un mercado activo y dinámico, y lo bueno es que es muy diversificado. Eso refleja la confianza de los compradores y el interés sostenido de los inversores en Uruguay”, dice a Montevideo Portal Beatriz Carámbula, presidenta de la Cámara Inmobiliaria Uruguaya (CIU).

El 2024 marcó un hito con 52.246 compraventas, lideradas por Montevideo, que concentró el 37% de las operaciones, seguida por Maldonado (18%) y Canelones (13%). Sin embargo, Carámbula observa un leve cambio en el mapa inmobiliario: “Montevideo sigue liderando, porque es la capital y concentra la mayor población, pero está perdiendo participación. En cambio, Canelones viene aumentando su volumen de compraventas”.

Ese corrimiento geográfico responde, en parte, al auge de los barrios privados y a la búsqueda de espacios más amplios o entornos suburbanos, un fenómeno potenciado desde la pandemia. “Los barrios privados crecieron muchísimo en Canelones y Maldonado. Transformaron zonas rurales, revalorizaron el suelo, mejoraron la infraestructura y sumaron servicios. Ha sido un cambio total en esas áreas”, sostiene la presidenta de la CIU.

Un motor clave del sector ha sido la Ley de Vivienda Promovida, que continúa impulsando la construcción y venta de inmuebles, sobre todo en Montevideo. “La tipología que más rápido se vende, ya sea por precio o por costos de mantenimiento, son los monoambientes y los apartamentos de un dormitorio”, señala Carámbula.

En cuanto a precios, aporta referencias concretas: “Hoy, un monoambiente ronda los 110.000 dólares y un apartamento de un dormitorio sobre los 130.000 dólares. En barrios más consolidados como Punta Carretas, un dormitorio puede superar los 170.000. En la Ciudad de la Costa, una casa de dos dormitorios parte de unos 250.000, aunque depende de la zona y de las terminaciones”, detalla.

Barrios como Cordón, Tres Cruces y La Blanqueada se mantienen entre los más demandados, mientras que Ciudad Vieja comienza a reactivarse. “Ciudad Vieja está levantando. Hay planes de la Intendencia de Montevideo con beneficios para los desarrolladores. Tenemos un casco histórico espectacular que hay que potenciar”, apunta Carámbula.

Foto: Javier Noceti

Foto: Javier Noceti

Desde 2020, el sector ha debido adaptarse a cambios profundos en las preferencias de los compradores, impulsados por la pandemia y el auge del teletrabajo. “Hubo un cambio total en las costumbres. Muchas personas hacen home office, y eso obligó a rediseñar espacios más flexibles, con tecnología que permita trabajar cómodos en casa”, explica. Eso también se traduce en nuevas demandas en los proyectos: “Hoy, los coworkings son un amenity fijo en los edificios nuevos”, destaca.

Estabilidad que el extranjero mira con buenos ojos

Uno de los grandes motores del mercado es la inversión extranjera, en especial desde Argentina, pero también de Paraguay, Chile, Perú, Estados Unidos y Europa. Uruguay, dice Carámbula, ofrece un diferencial difícil de encontrar en otros destinos: estabilidad política y económica, seguridad jurídica, reglas claras y calidad de vida.

“Uruguay ha demostrado ser un país confiable. Las reglas del juego no cambian, es un país sólido, y eso es muy valorado por los inversores del exterior”, asegura. Además, recuerda que el país facilita el ingreso de capitales: “No se necesita un socio local, no hay restricciones para la entrada o salida de fondos, hay secreto bancario y no sufrimos desastres naturales. Todo eso suma”.

El flujo de extranjeros no solo dinamizó el mercado en Montevideo y Punta del Este, sino también en zonas como José Ignacio, en donde hay barrios privados habitados por argentinos. “La llegada de extranjeros cambió el mercado inmobiliario y lo hizo mucho más dinámico”, resume.

Pese al entorno global incierto, Carámbula es optimista sobre lo que viene. “Tenemos un mercado seguro y confiable, con buena renta y revalorización. Creemos que va a seguir creciendo. Capaz que en algunos momentos con más fuerza que en otros, pero el sector se adapta rápido a los cambios y a lo que la gente busca”, sostiene.

Con un récord reciente, un mercado diverso y un país que sigue proyectándose como refugio seguro, el ladrillo uruguayo se mantiene firme como uno de los activos más atractivos de la región. Y, según la presidenta de la CIU, “hay público para todas las opciones”.