Si una persona mira los indicadores establecidos por instituciones internacionales dirá que en los últimos 25 años Uruguay progresó. Lo dicen el producto bruto interno (PBI) per cápita, el Índice de Desarrollo Humano de Naciones Unidas, el índice de coeficiente de Gini y la medición de la pobreza a nivel global. Sin embargo, ¿eso es suficiente? El economista Fernando Esponda desarrolló en una columna de La Diaria otros indicadores que podrían ser un “retruco” a los establecidos, los clásicos.
Esponda, que fue asesor de la Oficina y Planeamiento (OPP) entre 2017 y 2020, planteó a En perspectiva que, a la hora de medir si Uruguay progresó o no, tomó en cuenta los dos tipos de indicadores. Unos “son una materia tradicional de indicadores”, pero también consideró “la sensación”: lo que uno ve en la calle, lo que se escucha en las noticias o lo que conversan con los vecinos.
Para el economista, este tipo de conversaciones “daban cuenta de que había una situación que no estaba bien reflejada en esa batería tradicional de indicadores macro”. Entonces, dijo Esponda, buscó entre “qué es lo que sucedía” y trató de llevarlo “de una sensación a una medición”.
Es de ese modo que decide enfocarse en otras estadísticas: la cantidad de suicidios, las personas en situación de calle, los homicidios y la tasa de personas en prisión. Ya que, en esas variables, las que refieren a los “márgenes” de la sociedad, Uruguay ha tenido retrocesos importantes en el último cuarto de siglo.
Por eso, propone una medición alternativa del desarrollo, que tiene, además, giros con clásicos de la literatura como Los miserables y La Divina comedia.
Así, Esponda analizó cada nuevo indicador, desde los primeros días del siglo XXI hasta la actualidad, para determinar si en estos aspectos Uruguay había progresado.
En lo que refiere a la cantidad de personas privadas de libertad, Esponda señala que cuando arrancó este siglo eran un total de 4.000, mientras que en la actualidad son más de 15 mil. Es decir, hubo casi una cuadruplicación.
Al estudiar el escenario de las personas en situación de calle, se basó en el censo de 2006, en el que se registró que había 700. El último censo del Ministerio de Desarrollo Social habla de 2.800, señaló el experto.
Un tercer indicador que utilizó el economista es la cantidad de homicidios. “A niveles gruesos, a principio de siglo nos ubicamos en los 200 anuales, y actualmente estamos arriba de los 350”, expresó. Si se suma la cantidad de muertes dudosas, se podría estimar que el volumen se duplicó.
Por último, inspirado en el círculo del infierno de Dante Alighieri, Esponda consideró cuánto aumentó el número de suicidios por año. A comienzos de siglo, el total era de unas 500 personas, mientras que en la actualidad son 800.
“Tenemos otro conjunto de indicadores que nos dan otra visión del Uruguay”, señaló el exasesor de la OPP al programa radial.
Para el economista, su planteo es un “retruco”: “No solamente Uruguay se desarrolló y tiene estos debes, sino que desde determinado enfoque filosófico y de Justicia, uno podría decir: en realidad, este segundo set de indicadores debería ser el que deberíamos usar para medir el desarrollo”.
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