
Las honras fúnebres de José Mujica este miércoles volvieron a evidenciar el singular carisma y la enorme popularidad del expresidente. Desde la mañana, miles de personas acompañaron el traslado de su féretro por Montevideo, desde la Torre Ejecutiva hasta el Palacio Legislativo. Más tarde, una larga fila esperó durante horas para ingresar a la capilla y despedirlo.
Junto a ellos, también llegaron dirigentes de todos los partidos políticos, así como autoridades y referentes internacionales. La figura de Mujica trascendió generaciones y fronteras. Pero, ¿qué es lo que hace que un líder se convierta en algo más? ¿Qué diferencia a un dirigente político de un gran líder?
En entrevista con En Perspectiva, el politólogo Fernando Rosenblatt, doctor en Ciencia Política y docente en la Universidad de Manchester, propuso una reflexión más amplia a partir del caso Mujica.
“No se trata sólo de analizar por qué Mujica se volvió un referente. Lo que planteo es una pregunta general: ¿qué factores hacen que un dirigente político se transforme en un gran líder?”, explicó.
Según Rosenblatt, hay cuatro condiciones principales que permiten alcanzar esa categoría. La primera es estar en el momento histórico adecuado. “La historia hace a los líderes. Es necesario habitar un momento crítico que marque a una comunidad política y genere lealtad retrospectiva”, dijo. Pero advirtió: “Muchos estuvieron en ese momento y sólo administraron el poder”.
La segunda es proyectar un propósito. “Un gran líder plantea un horizonte. Construye lealtad prospectiva: sigamos juntos porque vamos hacia allá. Para eso, necesita audacia, capacidad de proponer ideas contraintuitivas, incomodar un poco. No sigue las reglas del marketing político, las reinventa”.
En tercer lugar, señaló la importancia de construir organización. “Ningún liderazgo se sostiene solo. Incluso los casos más personalistas, como el peronismo, se sostienen por estructuras políticas. La organización no es cosa del pasado. Hoy vemos partidos reducidos a máquinas electorales, sin trabajo a largo plazo”.
El cuarto elemento clave es la incorporación política de las demandas sociales. Rosenblatt subrayó que los grandes líderes integran de forma sostenida los intereses de sectores populares al sistema democrático. “Eso es fundamental en América Latina, y cada vez más en Europa. Hoy la centroizquierda reacciona en lugar de proponer. El Frente Amplio uruguayo es una de las pocas excepciones”.
Aunque reconoció que Uruguay sigue siendo un ejemplo democrático, el politólogo remarcó que este tipo de liderazgo es necesario en un contexto global donde las democracias enfrentan crecientes tensiones. A partir de la figura de Mujica, propuso repensar qué tipo de liderazgos necesita el mundo actual.
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