Pasados más de sesenta años de la Revolución cubana, ¿qué queda? ¿La izquierda democrática es capaz de analizar de manera crítica los resultados de un proyecto político que inspiró a varias generaciones?
El último libro del escritor uruguayo Carlos Liscano plantea estas preguntas que resultan incómodas para parte de la izquierda latinoamericana y uruguaya.
En Cuba, de eso mejor no hablar, Liscano va narrando su progresivo desencanto con aquella “revolución”, a la que le declaró su “amor” de joven, según admite. Y, en ese trayecto, llega a la conclusión de que el socialismo en la isla fue un rotundo “fracaso”.
“Cuba es un país muy pobre y no a causa del bloqueo, sino porque no produce nada. En Cuba no hay libertades de ningún orden. Es la dictadura del Partido Comunista. Más concretamente: es la dictadura de la familia de Fidel Castro y de un pequeño grupo de generales y de burócratas que durante seis décadas aceptaron y aplaudieron los delirios mesiánicos del jefe”, señala Liscano en su libro.
Además de hacer un diagnóstico lapidario sobre la realidad de Cuba, Liscano lanza una acusación severa a parte de la intelectualidad de izquierda. “Es incomprensible la relación de la izquierda democrática uruguaya y latinoamericana con Cuba, la aceptación acrítica de todo lo que pasa en la isla, una dictadura conducida por dos hermanos. Pero mucho más incomprensible es la actitud de los profesionales de las letras hoy, repitiendo la conducta de los colegas de los años sesenta y setenta”, afirma.
El libro se editó hace tres meses, va por la tercera edición y es el más vendido del año para la editorial Fin de Siglo. Sin embargo, este alegato tan crudo y dolido no ha generado mayor repercusión política. ¿Por qué? Sobre esto conversó el autor en En Perspectiva.
En la década del 60, integró el MLN-Tupamaros. Estuvo preso durante 13 años, de 1972 a 1985. Fue liberado con el retorno a la democracia y decidió ir a vivir a Suecia, donde permaneció hasta 1996.
“Yo soy votante del Frente Amplio (FA) desde el año 71. Cuando me han dejado, he votado, he ayudado, muy poco, pero he ayudado al FA”, dijo. Si bien señaló que, a sus 73 años, no piensa mucho en el futuro, la coalición de izquierda lo desilusionó.
“El Frente Amplio está totalmente agotado, las últimas elecciones lo mostraron: no hay un debate, no hizo las reformas que podría haber hecho, que prometió, no hizo nada en materia de derechos humanos y eso me da mucha bronca”, condenó.
En este sentido, agregó: “Tres gobiernos con mayoría parlamentaria y no fueron capaces de hacer nada con la Ley de Caducidad. Votaron la ley interpretativa después de haber sido saboteada por Mujica, Tabaré Vázquez, Semproni, Danilo Astori, Nin Novoa, Bayardi, Breccia”.
“Está todo documentado”, advirtió: “Yo no estoy inventando nada”. “Por eso, los familiares de los desaparecidos dicen: “No confiamos en ningún gobierno, el problema es el Estado, el Estado tiene que dar respuesta’”, sostuvo.
“Mientras la izquierda no tome posición y reconozca que Cuba ha sido una dictadura nefasta, no va a tener arreglo”, lamentó, y añadió: “Ahora ponen a Nicaragua, sí, bueno, que es una dictadura más o menos, pero no a Cuba, ‘es una democracia diferente’, ¿y qué democracia?”.
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