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El nacimiento del Uruguay moderno

Nacimiento del Uruguay Moderno (54)

Las exportaciones uruguayas: desde las corambres a la era de la lana y los frigoríficos

Hacia 1913 las principales exportaciones de Uruguay eran lanas, cueros, tasajo, conservas, carnes refrigeradas, trigo y maíz.

01.05.2025 07:00

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2025-05-01T07:00:00-03:00
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Por Miguel Arregui
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La Primera Globalización, que se extendió entre 1870 y la Primera Guerra Mundial (1914-1918), e incluso hasta la Gran Depresión iniciada en 1930, se caracterizó por un comercio mundial basado en el intercambio entre materias primas y alimentos, por un lado, y manufacturas, por el otro, lo que favoreció a América Latina dado su patrón de especialización. La región aumentó su participación en las exportaciones mundiales de 6% a comienzos de los años 1880 a poco más de 8% en la antesala de la Gran Depresión de la década de 1930. Nunca más recuperaría ese peso relativo en el comercio mundial (1).

En la década de 1860 los principales bienes exportados por Uruguay fueron, por su orden, los cueros salados o secos, el ganado en pie, el tasajo, la grasa y otras gorduras, y la lana de oveja (un rubro que iniciaba un fuerte ascenso y que terminaría por sobrepasar al cuero en 1884, aunque con altibajos posteriores).

Los principales mercados para los cueros eran Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Bélgica. Las lanas se vendían sobre todo a empresas de Bélgica y Francia, y luego a Estados Unidos y muy poco a Gran Bretaña. Los industriales británicos se proveyeron de lanas mucho más en Australia y Nueva Zelanda, sus colonias, que en el Río de la Plata. Algo similar ocurriría mucho después, en la década de 1950, con las carnes refrigeradas, cuando Londres privilegió a los Estados de la Commonwealth.

La producción de extracto de carne y de ciertas conservas a fines de la década de 1860 significaron un gran salto tecnológico e incorporación de valor agregado a las exportaciones uruguayas, hasta entonces muy básicas (ver los capítulos 14 y 19 de esta serie).

La Liebig’s de Fray Bentos se convirtió en la única empresa radicada en Uruguay con real trascendencia fuera de fronteras: la primera gran empresa trasnacional dedicada a la alimentación. Las colocaciones de extracto de carne, básicamente suyas, representaron el 4% de las exportaciones uruguayas entre 1870 y 1879.

A principios de la década de 1870 Uruguay era, con largueza, el país de América Latina con mayor exportación per capita (o sea, en proporción a su población), seguido por Costa Rica, Argentina y Chile. Sin embargo en el período 1900-1914 habían tomado la delantera por lejos Cuba (entonces gran exportador de azúcar y tabaco) y Argentina (trigo, lana, carnes congeladas), seguidos por Chile (salitre, cobre, oro) y Uruguay (1).

En términos absolutos, el mayor exportador en la década de 1870 fue Brasil, seguido por Argentina, Chile y México. Pero en 1910-1914, las colocaciones en el exterior de Argentina eran abrumadoras: equivalían a cuatro veces las de Brasil y México, más que duplicaban las de Cuba y Chile, y multiplicaban por 10 las exportaciones de Uruguay (1).

Argentina fue realmente el gran fenómeno económico y social de América del Sur entre fines del siglo XIX y las primeras décadas del siguiente (ver capítulo 49).

A principios del siglo XX, entre 1900 y 1913, el peso del extracto de carne y las conservas en el total de las exportaciones uruguayas cayó a 3%: en parte por el creciente desvío de la producción de la Lemco hacia Argentina, en parte por el constante aumento de las exportaciones totales de Uruguay.

La era de la lana y la carne refrigerada

Entre 1880 y 1913 el valor de las exportaciones de lanas uruguayas había aumentado mucho, hasta alrededor del 40% del total. Le seguían en orden de importancia los cueros bovinos secos o salados sin curtir, cuyo peso relativo decaía (poco más de 20% del total), el tasajo (16-18%), las grasas, el ganado en pie y las conservas.

A partir de 1905, y más marcadamente desde 1912, se agregaron las exportaciones de carnes refrigeradas, además de otros rubros relativamente nuevos, antes insignificantes, como cueros curtidos, trigo y maíz.

En 1913, cuando comenzó a operar el Frigorífico Montevideo, de la estadounidense Swift, la exportación de carne refrigerada de Uruguay superó por primera vez la de tasajo, una sencilla industria que databa de la era colonial. Pero la lana mantuvo la vanguardia absoluta hasta bien entrado el siglo XX.

La lana representó entre el 30% y el 50% de las exportaciones de Uruguay desde la década de 1880 hasta la de 1950. Luego incluso superó el 60% de las exportaciones totales, hasta la aguda decadencia iniciada en la década de 1960, que se extendió hasta fines de la de 1990. Entonces las exportaciones de lana llegaron a significar menos del 10% del total. El stock ovino y las ventas de lana decayeron en las últimas cuatro décadas del siglo XX debido a la competencia internacional de las fibras sintéticas. La tecnología puede acabar con lo que parecen dones eternos de la naturaleza.

Argentina, una potencia agrícola

Argentina comenzó a exportar carnes congeladas a Gran Bretaña a mediados de la década de 1880, según se vio en el capítulo anterior de esta serie. Ese rubro representó aproximadamente el 5% del total de sus exportaciones ya en los últimos diez años del siglo XIX y, junto con las enfriadas, sumaron más del 12% de la canasta entre 1900 y 1913 (2).

Sin embargo Argentina era más una potencia agrícola que ganadera, al modo de Estados Unidos, aunque a menor escala. Sus principales granos de exportación eran el trigo, el maíz y el lino cultivados en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Entre Ríos y Córdoba.

En la segunda mitad del siglo XIX esas regiones argentinas, la Pampa húmeda, que equivale a 3,5 veces la superficie de Uruguay, sufrió una fenomenal revolución: el área cultivada aumentó a un ritmo de 8,5% anual, pasando de unas cincuenta mil hectáreas a casi dos millones.

El rendimiento agrícola por hectárea en Argentina era similar al de Estados Unidos: una producción extensiva, mucho menos rendidora que en los pequeños predios intensivos de Europa occidental, pero también mucho más barata.

“La transformación real de la Argentina, su ubicación hacia 1900 entre las naciones más avanzadas del mundo considerando el ingreso per capita, estuvo dada por su impresionante expansión agrícola”, resumió el historiador Carlos Sempat Assadourian (3).

La agricultura exportable uruguaya siguió un proceso similar, aunque mucho más lento. La ganadería siempre fue más importante.

La clientela estaba en Europa occidental

A partir de la década de 1860 y hasta el inicio de la Gran Guerra en 1914, Uruguay fue una pequeña potencia exportadora de alimentos y materias primas. Se enriqueció con el comercio exterior, muy elevado en proporción a su población, la alta tasa de natalidad y el arribo en masa de inmigrantes entre los años de 1850 y 1880.

La producción de la Liebig’s de Fray Bentos, un gran exportador de conservas y subproductos, mostró grandes variaciones, según la demanda internacional y los precios de la materia prima. Su faena de vacunos osciló entre cien mil y doscientas mil cabezas anuales entre las décadas de 1890 y 1900.

El precio internacional del extracto de carne fue alto entre 1870 y 1884, con un techo de 1.135,78 libras esterlinas la tonelada FOB en 1873 y un piso de 690,53 libras en 1879. A partir de 1885 y hasta 1899 el precio de la tonelada cayó severamente, hasta un piso de 235,27 libras por tonelada FOB en 1890, en el epicentro de una grave crisis internacional tras el desplome de la banca Baring (4). La empresa compensó en parte la caída del precio con un aumento muy grande de las exportaciones de extracto, que alcanzaron 821.000 kilos en 1890, ayudada por la caída de la cotización del ganado vacuno.

La cotización de la tonelada de extracto de carne tendió a subir a partir de 1900, aunque con altas y bajas pronunciadas y sin llegar jamás al esplendor de la década de 1870.

La recuperación de los países del Río de la Plata fue firme a partir de mediados de la década de 1890. El ciclo de José Batlle y Ordóñez iniciado en 1903 se benefició de una larga expansión económica, gracias al gran auge de los precios internacionales de los alimentos y las materias primas. La bonanza en Uruguay acabaría recién en 1913 con la crisis interna del crédito. Esa depresión local empalmaría en 1914 con el inicio de la Gran Guerra europea y un nuevo default de la deuda del Estado uruguayo en noviembre de ese año.

Los principales clientes de todas las exportaciones de Uruguay en las décadas de 1870 y 1880 fueron Reino Unido, Brasil y Francia. Después de superada la depresión de la primera mitad de la década de 1890, la importancia del Reino Unido y Brasil como clientes decayó mucho, en tanto Francia permaneció más o menos estable y Alemania y Bélgica aumentaron sus compras significativamente (4).

Pese a su caída relativa como comprador, el Reino Unido continuó siendo el principal proveedor de Uruguay en bienes industriales y de consumo —y el principal inversor en servicios públicos.

El vínculo de Argentina con el Reino Unido fue mucho más estrecho. El mercado británico acaparó entre el 82% y 98% de las exportaciones de carne vacuna congelada argentina entre 1885-1889 y 1910-1913: un comprador casi monopólico (2). Uruguay recién alcanzaría un estatus parecido a partir de 1913, cuando su industria frigorífica por fin se tornó significativa con la instalación en el Cerro del Frigorífico Montevideo (Swift).

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(1) Desarrollo, vaivenes y desigualdad – Una historia económica de América Latina desde la Independencia, de Luis Bértola y José Antonio Ocampo – Secretaría General Iberoamericana, 2010.

(2) Destinadas a un destino. Los inicios de las exportaciones argentinas de carnes frigoríficas, 1883-1913, de Agustina Rayes - Instituto de Estudios Histórico-Sociales – CONICET, 2015.

(3) La economía del Río de la Plata durante el siglo XIX, de Carlos Sempat Assadourian - Anuario del Instituto de Historia Argentina, Nº 11, 2011.

(4) Uruguay and the First Globalization. On the accuracy of export performance, 1870-1913, de Nicolás Bonino Gayoso, Antonio Tena-Junguito y Henry Willebald. Serie Documentos de Trabajo, DT 02/2015. Instituto de Economía, Facultad de Ciencias Económicas y Administración, Universidad de la República, Uruguay, 2015.

Próximo capítulo: El sentido épico de los blancos y el último corcovo de la llanura.

Por Miguel Arregui
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