El extracto de carne y conservas producidos por la Liebig’s Extract of Meat Company (Lemco) en Fray Bentos, a partir de 1864-1866, y por La Trinidad en San José, desde 1868, significaron un gran salto cualitativo en las exportaciones uruguayas, hasta entonces muy primarias, basadas en los cueros sin curtir, la grasa derretida, la lana ovina sucia, el tasajo y otros pocos subproductos ganaderos.
Sin embargo el impacto de esas plantas de conservas, en cierta forma el último episodio de la industria saladeril, fue más cuantitativo que cualitativo. No provocaron una mejora de la calidad de la ganadería bovina y ovina pues solo consumían cantidad, no calidad.
“La característica fundamental de [los] requerimientos [de la Liebig’s] fue que las haciendas fuesen baratas, [por lo que] la contribución de la empresa a la modernización de los rodeos fue muy limitada”, escribió el historiador británico Henry Finch (1). Así, la empresa representó una salida para los excedentes pero no promovió un cambio cualitativo que aumentara la productividad.
Mientras tanto los frigoríficos de capital inglés prefirieron la Provincia de Buenos Aires a partir de 1880 pues allí conseguían un ganado vacuno de mejor calidad.
En la segunda mitad de la década de 1860 los saladeros y la producción ganadera de la región del Río de la Plata estaban en crisis por una gran caída de la demanda brasileña y cubana. Pero mientras caía la demanda de carnes saladas en los países esclavistas, aumentaba la de lanas y cereales en los países industrializados.
El valor agregado por la Liebig’s fue ciertamente extraordinario. Incluyó una gran fábrica, maquinaria compleja, cámaras y sistemas de frío, un laboratorio, talleres anexos —carpintería, herrería, mecánica, electricidad, hojalatería—, alrededor de 1.000 empleados directos durante la zafra, un gran volumen de negocios, el transporte con barcos propios y el arrendamiento de bodegas en otros, y una cadena de almacenamiento y distribución en Europa (2).
Uruguay no contaba entonces, ni por asomo, con otra empresa similar, al menos hasta el auge del ferrocarril, a partir de la década de 1880.
El extracto de carne llegaba a Amberes, Bélgica, en grandes envases y allí se fraccionaba en pequeños recipientes de cerámica.
Durante 1866-1867, su primera zafra, la Liebig’s Fray Bentos faenó 47.548 vacunos para producir extracto de carne, tasajo y otros productos. En la zafra siguiente ya se faenaron 90.000 animales; mientras el muelle de la empresa en Fray Bentos recibió 20 barcos con insumos y despachó 26 con su producción.
La compañía adquirió sus propios depósitos en Bélgica, Gran Bretaña y Alemania, así como barcos de propulsión mixta (vela y vapor). También explotó una pequeña fábrica de extracto de carne en Gualeguaychú, Argentina, frente a Fray Bentos, del otro lado del río Uruguay.
Entre 1867 y 1870 la producción de extracto de carne saltó de 145.000 a 479.000 kilos. A partir de 1871 la faena de la Liebig’s ya no bajó de al menos 100.000 vacunos al año, y llegó a 173.000 en 1883. En 1884 dejó de producir tasajo y se concentró en el extracto, las conservas, grasas, cueros y fertilizantes. En la zafra 1890-1891 se faenaron 208.980 cabezas, un incremento de 132% respecto a la zafra de 1866-1867.
Los principales mercados consumidores del extracto de carne Liebig’s en 1891 fueron Alemania (33% del total), Gran Bretaña (30%), Francia (17%), Italia (7%), Estados Unidos (5%) y Bélgica (4%) (2).
A partir de 1868 la Liebig’s Company comenzó a experimentar y luego a producir fertilizantes orgánicos y minerales, una de las obsesiones del químico Justus von Liebig. Los fertilizantes aprovechaban los desechos de la faena de ganado, incluido los huesos molidos.
“La labor científica de Julius von Liebig provocó un gran avance en el uso de fertilizantes y abonos”, comentó el historiador Hugh Thomas. “Acabó la era de los esclavos y comenzó la era de los fertilizantes, que completó la liberación de los agricultores de la esclavitud del barbecho”, nombre que se le da al descanso rotativo de la tierra (3).
En la práctica, la Lemco tardó varios años en alcanzar el nivel prometido de rentabilidad debido a las revoluciones y turbulencias políticas en Uruguay y en Europa, los brotes de cólera en la mano de obra local, un episodio de contaminación y putrefacción de sus productos en 1869, los problemas con el diseño de la fábrica y la escasez de ganado adecuado, además de los aranceles europeos de importación y otras tasas de aduana (4).
Los tiempos de la presidencia del general Lorenzo Batlle y Grau, entre 1868 y 1872, fueron particularmente desgraciados (ver capítulo 30 de esta serie).
El dominio de la Lemco sobre el mercado ganadero
A fines del siglo XIX la Lemco se transformó en una de las mayores empresas del mundo en la crianza y faena de ganado, y agregó otros productos a su línea. También fue con mucha distancia el principal comprador individual de ganado para faena en Uruguay. Pagaba los novillos un poco menos que los saladeros de la bahía de Montevideo, porque estaba más cerca del productor del litoral, que ahorraba en tropas (y más tarde, después de 1890, en fletes de ferrocarril). Esa posición dominante también fue empleada a veces por los saladeros de la capital, con sus propios acuerdos de precios para restringir la competencia.
La exportación de ganado en pie hacia Brasil, legal o ilegal, solía ser una válvula de escape para los estancieros, al menos los del noreste, si creían abusivo el precio ofrecido por los saladeristas y la Liebig’s. A su vez, éstos presionaron muchas veces a los gobiernos para que se prohibiera la exportación de ganado en pie, o la gravara con más peso, como forma de reducir el precio interno de los vacunos.
En la década de 1890 la Liebig’s de Fray Bentos representaba por sí sola casi el 40% de la inversión total en fábricas de conservas y saladeros, que sumaban unas 20, la mayoría instaladas en Montevideo (5).
Entre 1863 y 1911 la Lemco compró casi 640.000 hectáreas de campo en la región: primero en Uruguay, pero luego en Argentina (el 33% de ese total) y en Paraguay (49%), donde las tierras eran mucho más baratas.
El corned beef Fray Bentos
El corned beef enlatado que la Liebig’s comenzó a vender en 1879 a semejanza de otros países ganaderos, representó un nuevo salto cualitativo, que incluso iba a superar al extracto de carne como el producto más rentable de la empresa.
Diversas empresas produjeron corned beef en muchas partes del mundo, desde Argentina a Estados Unidos, pasando por Australia y Kenia. Incluso el Frigorífico Nacional (Frigonal) de Uruguay lo incorporó a su menú exportable en la década de 1930. Pero las latas de 340 gramos de la marca Fray Bentos, impresa en grandes caracteres en su etiqueta de papel, que cargaron millones de soldados británicos y sus aliados durante la guerra anglo-bóer en Sudáfrica (1899-1902), y la Primera y Segunda Guerra Mundial, se hizo muy conocida, hasta convertirse casi en nombre genérico y objeto de culto (6).
En 1884 las acciones de 20 libras esterlinas que la Lemco había lanzado en la bolsa de Londres en 1865 y 1866 se cotizaban a 40 libras o más, o sea un 200% o más de su valor nominal. En otras palabras: los inversores estaban dispuestos a pagar el doble por una acción con tal de obtener un interés seguro, de una gran compañía, que entonces rendía 10% o 12%. En torno a 1895 los dividendos por acción oscilaban entre 15% y 17,5%, y después del 900 llegarían al 20%.
En un mundo casi sin inflación, donde la libra esterlina reinaba, esa rentabilidad por acción era colosal. La Liebig’s era ciertamente un gran negocio, como habían pronosticado sus fundadores.
La cotización de las acciones y su rendimiento aumentarían mucho más en las décadas siguientes, hasta la Gran Guerra iniciada en 1914, después de que la Liebig’s incorporara otra línea de productos muy exitosa, como los cubos de extracto Oxo (1899), competidora a nivel mundial de los caldos Knorr (Alemania, 1886), Maggi (Suiza, 1887) y Bovril (Inglaterra, 1889).
Georg Giebert, el gran gestor de la Lemco, murió en Fray Bentos el 27 de marzo de 1874, con 51 años, ciertamente muy envejecido.
Su yerno, el médico renano Eduard Kemmerich, casado con Elena Giebert, asumió de manera provisoria la gerencia general. Pronto tuvo diferencias con el Directorio londinense, renunció en 1875 y se instaló en Montevideo. Fue docente en la Facultad de Medicina, que comenzó a funcionar en 1876, y su decano entre 1878 y 1879. Al frente de la Liebig’s quedó Charles Crocker, hacendado de Soriano de ascendencia inglesa, ejecutivo de ferrocarriles y uno de los fundadores de la Asociación Rural en 1871.
A partir del 1879 Eduard Kemmerich y su cuñado, el ingeniero Walther Giebert, el hijo mayor del creador de la Lemco, se asociaron e instalaron una nueva fábrica de extracto (que denominaron Peptonas) en un gran saladero abandonado en Entre Ríos, en la costa oriental del río Paraná, a más de ciento veinte kilómetros aguas arriba de la ciudad de Paraná. La llamaron Santa Elena.
“Y sobre todo eso ondeaba la bandera alemana”, escribió el médico Carl Brendel, uno de los accionistas (7).
La Compagnie des Produits Kemmerich también fabricó extracto de carne y otros productos para la Liebig’s de Fray Bentos, por encargo, debido a que las exportaciones desde Argentina no pagaban gravámenes como las uruguayas. En 1887 comenzó a elaborar corned beef, y compró el saladero San Javier al otro lado del río Paraná, en la provincia de Santa Fe, para producir extracto de carne.
Kemmerich y sus socios vendieron ambas fábricas en 1908 a la firma Establecimientos Argentinos Bovril, un competidor de la Lemco, de capitales británicos. Estos hicieron de Santa Elena una ciudad fábrica, hasta su decadencia y cierre entre 1972 y 1993.
Decadencia de la Liebig’s Fray Bentos
Tres factores acabaron con la producción del extracto de carne y las conservas Liebig’s en Fray Bentos: las críticas fundadas en Europa por el escaso valor nutritivo del extracto de carne; los crecientes impuestos a las exportaciones aplicados en Uruguay en la década de 1880, en los inicios del proteccionismo (ver capítulo 45 y siguiente); y la asociación de la empresa con el Imperio alemán, el bando derrotado en la Gran Guerra europea de 1914-1918, pese a que, en buena medida, era un producto de la bolsa de Londres (4).
En la década de 1890 la Liebig’s comenzó a desviar su producción hacia Argentina, para escapar a los impuestos a las exportaciones aplicados por el Estado uruguayo.
La faena en la planta de Fray Bentos cayó de 208.980 vacunos en la zafra 1890-1891 a solo 101.409 en la zafra 1900-1901. En 1903 adquirió un segundo frigorífico próximo a Colón, Entre Ríos, donde ya tenía tierras, y dio origen al pueblo Liebig, similar al barrio anglo-fraybentino (company town). Más tarde, en 1923, la Liebig’s también comenzó a producir extracto de carne y conservas en Zeballos Cue, en las inmediaciones de Asunción, Paraguay.
El frenético ritmo de desarrollo de Uruguay había comenzado a ceder en la década de 1890. La emigración y los capitales entonces preferían dirigirse a Argentina, “una segunda Estados Unidos”.
Sobre el 900 el comercio hacia Europa de la carne refrigerada, desarrollado por empresas de Estados Unidos, Australia y Argentina, dejó a la Lemco de Fray Bentos un poco mal parada.
Los frigoríficos uruguayos, mientras tanto, prefirieron establecerse desde principios del siglo XX sobre la bahía de Montevideo para reducir el tamaño de la cadena de frío hasta los barcos, en tanto los vacunos les llegaban por ferrocarril.
En 1922 la Liebig’s gestionó ante el gobierno uruguayo la incorporación de un frigorífico a su planta tradicional de extracto de carne y conservas. Aseguró que actuaría con independencia del trust angloestadounidense, y que entraría “a la nueva actividad comercial sin combinaciones de ninguna clase” (8).
La Liebig’s efectivamente incorporó un frigorífico a su planta de Fray Bentos, pero enseguida, en 1924, se formalizó su venta al Vestey Group Ltd. de Liverpool, Gran Bretaña, que ya operaba en otra planta, en el Cerro de Montevideo, y pasó a llamarse Frigorífico Anglo del Uruguay.
La fábrica de extracto de carne y conservas que la Lemco poseía en Colón, Entre Ríos, sustituyó a la de Fray Bentos.
El Anglo tuvo un papel central en la economía y la vida social de Fray Bentos durante varias décadas. Alcanzó a producir —además de carne fresca y congelada— cien variedades de conservas de carne, legumbres y dulces, jabonería, óleos y grasas, y empleó a miles de personas.
El Frigorífico Anglo dejó de operar en 1967, y al año siguiente sus instalaciones pasaron a producir en manos del Estado, como Frigorífico Nacional, hasta su cierre definitivo en 1979. La planta fue declarada monumento histórico nacional en 1989; alberga un Museo de la Revolución Industrial y un parque industrial para pequeñas empresas, administrado por la Intendencia de Río Negro.
En 1968, en medio de la intensa expansión del sistema de comercio de alimentos de posguerra, la Lemco fue comprada por Brooke Bond Tea Company (Brooke Bond Liebig se convirtió en el título de fabricación, con Brooke Bond Oxo como agencia distribuidora). En la década de 1980, esta empresa a su vez fue absorbida por los intereses gigantes de Unilever (4).
(*) Una versión más amplia de este artículo fue presentado por el autor al concurso internacional de ensayo histórico convocado por el Ministerio de Educación y Cultura en 2021-2023 sobre la instalación de la Liebig’s (Lemco) en Fray Bentos.
(1) Historia económica del Uruguay contemporáneo, de Henry Finch, Ediciones de Banda Oriental, 1980.
(2) La Compañía Liebig de Fray Bentos: la otra Revolución Industrial, de René Boretto Ovalle, 2006.
(3) Una historia inacabada del mundo, de Hugh Thomas, en dos tomos, Mondadori, 2001.
(4) Justus von Liebig. The Chemical Gatekeeper, de William H. Brock, Cambridge University Press, 1997.
(5) Historia rural del Uruguay moderno. Recuperación y dependencia, tomo III, de José Pedro Barrán y Benjamín Nahum, Ediciones de la Banda Oriental, 1973.
(6) El corned beef es carne bovina cocida, salada y molida, de un corte económico conocido como “falda”, aunque no solo, que se envasa en una lata trapezoidal para facilitar su extracción, contiene unos 340 gramos e incluye una pequeña llave de apertura lateral. La carne pastosa se conserva inalterada durante años. El corned beef producido con la marca Fray Bentos y, a partir de 1924, por el Frigorífico Anglo, que adquirió las instalaciones del Liebig’s, ganó gran popularidad en Gran Bretaña. Fue alimento básico de sus soldados en los frentes de batalla, desde la guerra anglo-bóer de 1899-1902 hasta la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Latas de corned beef Fray Bentos se aprecian, como un objeto de época, en filmes como Galípoli (1981) y El paciente inglés (1996). Los soldados alemanes también cargaron extracto de carne (fleischextrakt) durante la guerra franco-prusiana de 1870-1871 y la Primera Guerra Mundial como parte de su “ración de hierro”. (Tomado de La enciclopedia de El País, diario El País, 16 tomos, 2011).
(7) El gringo de confianza – Memorias del médico alemán Carl Brendel en el Río de la Plata 1867-1892, editado por Fernando Mañé Garzón y Ángel Ayestarán, Moebius Editor, 2010.
(8) Ingleses, ferrocarriles y frigoríficos, por Guillermo Vázquez Franco, fascículo de Enciclopedia Uruguaya, Editorial Arca, 1968.
Próximo capítulo: La búsqueda de puertos cada vez más profundos y competentes.
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