Federico Valverde fue el protagonista de una nueva edición de The players tribune, un espacio en el que los futbolistas escriben en primera persona. El volante uruguayo del Real Madrid se explayó en extenso sobre sus comienzos, los amigos de la fama, las chicas que le escribían “y la semana anterior ni te miraban”, y el “puto infierno” que vivió previo al nacimiento de Bautista, su segundo hijo con Mina Bonino.

“Repasando un poco mi vida, diría que he tenido tres días perfectos. El primero fue el día en que me vino a buscar el Real Madrid. El segundo fue el día en que nació mi hijo Benicio. Y el tercero fue el día en que nació mi hijo Bautista. Para ese tercer día perfecto, con mi familia tuvimos que pasar por un infierno”, comenzó el mediocampista de 25 años.

“Si voy a hablarte como el hombre que soy ahora, entonces tenés que entender el niño que fui”, agregó, a modo de preámbulo de una historia que nace en su niñez, con su padre trabajando de guardia de seguridad en un casino y su madre vendiendo ropa y juguetes en ferias, donde “empujaba un carrito que solo lo podía mover Hulk, pero ella lo movía sola”.

“Ella trabajaba desde las 8 de la mañana hasta las 7 de la tarde. Y mi papá entraba a las 8 de la noche hasta las 6 de la mañana. Podemos hacer el cálculo. Nos quedaba una hora para sentarnos todos juntos y comer un pedacito de carne entre los tres. Y lo que es increíble para mí ahora, mirando cómo estaban las cosas, es que mi madre siempre se aseguraba de que yo tuviera mi Coca. Era todo un niño mimado con la gaseosa. En España o en muchas partes de América, no les parecerá gran cosa. ‘Es solo una Coca. No cuesta nada’. Pero, para mí, era casi como un champagne”, recordó.

No al Arsenal, sí al Real Madrid

Narró algunas situaciones precarias que se vivían en su hogar, dijo que “canalizaba las emociones en el fútbol”, y aseguró que “fue a través del fútbol” que pudo “cambiar la situación de la familia”. “Lamentablemente, también me cambió un poco a mí. Cuando me convertí en profesional en Peñarol a los 16 años, me creía Dios. No sé si la gente de verdad puede entender lo que significa pasar de ser nadie a alguien que camina por la calle de tu barrio y, de repente, los adultos se te acercan porque quieren una foto. Recibís mensajes de chicas que la semana anterior ni siquiera te miraban. Todos quieren ser tu amigo”, repasó.

“Recuerdo a mi papá diciéndome: ‘¿Por qué no te ves más con tal y tal? ¿Qué te pasa? ¡Este es tu amigo desde que jugaban juntos en la calle! Andá pa’llá’. Pero yo había perdido el rumbo y reemplazado a muchos de los amigos con nuevos, como tantos jugadores jóvenes”, lamentó, y recordó otras situaciones en las que “quizás estaba cegado por la fama tan repentina”.

Recordó cuando no quiso irse al Arsenal con 16 años por preferir “duchas heladas y estar con la familia”, y pensó que se quedaría toda su vida en Uruguay, hasta que en pleno Sudamericano sub-17 en Asunción apareció el Real Madrid, se contactó con su madre y empezó a seducirlo hasta que se lo llevó.

Y en filas merengues recibió una combinación que es “una droga muy dañina”, como “dinero y elogios”, aunque el primer día en el vestuario lo hizo sentirse “un niño estúpido” al ver lo que había a su alrededor. No obstante, se fue ganando el lugar hasta considerarlo “el paraíso”, a medida que fue transcurriendo el tiempo y de su mano, el éxito.

Nació Benicio y el cuento siguió siendo de hadas, hasta que el embarazo de Bautista, su segundo hijo, presentó complicaciones. “El doctor nos dijo que el embarazo estaba en un muy alto riesgo, y que había apenas una pequeña posibilidad de que mi hijo sobreviviera si el embarazo continuaba. Iba a tener que controlar la situación por el próximo mes, pero hasta entonces, nosotros no podíamos hacer nada más que esperar”, recordó.

El episodio Baena

“Mi esposa estaba sufriendo física y psicológicamente cada día. Y yo es como que me encerré, me apagué”, narró. “Era un puto infierno. Mi consejo para cualquiera que esté atravesando una situación similar es que no hay que ser un cabezadura como fui yo. No hay que sufrir en silencio”, reflexionó, y tras contar cómo lidiaba con el día a día, habló por primera vez del incidente con Alex Baena, el futbolista del Villarreal al que agredió tras un partido porque se burló del complicado embarazo que estaba padeciendo su pareja, Mina Bonino.

“En abril, después de un partido contra el Villarreal, todo se fue a pique. Todo el mundo leyó los titulares. Todos saben los dos lados de ‘la historia’. No quiero volver a traer a la luz estas cosas horribles otra vez. Todo lo que quiero decir es… En una cancha de fútbol, podés decirme lo que quieras, y no me va a molestar. Soy uruguayo, por Dios. Pero hay ciertas líneas que no hay que cruzar. No como futbolista, sino como ser humano”, indicó.

“Hablá sobre mi familia, y esto ya no es más fútbol. Ese día se cruzó una línea. ¿Debería haber reaccionado? Quizás no. Quizás tendría que haber vuelto a casa a compartir una hamburguesa con mi hijo, a comerme unos nuggets y a mirar dibujitos. Pero soy un ser humano, y a veces tenés que saber plantarte por vos mismo y por tu familia”, explicó.

“Me dolió ver que los medios me describieran como un tipo violento, se dijeron muchas mentiras que luego se probaron que no eran verdad. Pero honestamente puedo decir que no me arrepiento de nada, porque me hizo crecer todavía más como persona, e hizo que nuestra familia estuviera más unida que nunca. Gracias a Dios, después de ese día negro, las cosas empezaron a mejorar”, valoró.

“Cuando mi esposa le dijo al mundo lo que estábamos viviendo, todo cambió para nosotros. Que mis compañeros y que los madridistas nos apoyaran como lo hicieron, es algo que nunca olvidaré. Tienen el respeto mío y de mi familia para siempre. Quizás erraba un pase, y ellos respondían cantando mi nombre. En el Bernabéu, donde las expectativas siempre son altísimas, esto ya es un pequeño milagro. Tener a 80.000 personas apoyándome de esa manera, en mi momento más bajo, se sentía como tener 80.000 abrazos”, destacó.

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