Juventus demoró algo más de una hora en liquidar un partido que a priori le tenía como gran favorito. De hecho, llegaba a esta cuarta fecha con puntaje perfecto y arrastrando el tremendo invicto de toda la liga pasada, que ganó, y su rival apenas había acumulado tres unidades en igual cantidad de presentaciones.

Sin embargo, le costó en el primer tiempo a la Vecchia Signora, que en la primera media hora generó peligro en cuenta gotas y anotó un gol por medio de Vucinic que fue mal invalidado por una posición adelantada inexistente. Sin embargo, de a poco fue transformando en figura al arquero Stefano Sorrentino, de sobresaliente actuación.

El meta le tapó una pelota de gol clara a Giaccherini en la primera mitad, y en la segunda un cabezazo a quemarropa de Chiellini en el área chica. El gol estaba al caer, y cuando cayó se supo que se liquidaba el pleito. De un tiro de esquina llegó una tijera espectacular de Quagliarella, quien conectó en el corazón del área y venció al que hasta ese entonces parecía imbatible. De hecho, Sorrentino tocó la pelota y casi la ataja.

Apenas cinco minutos más tarde, lo terminó de sentenciar el propio Quagliarella, quien pisó el área, se sacó un hombre de encima y definió cruzado ante la salida del guardameta. De allí al final, sobraron poco más de 20 minutos. El chileno Arturo Vidal, sustituto de su compatriota Mauricio Isla a los 52’, fue clave con su ingreso, dándole más profundidad a un equipo que se dio el lujo de dejar entre los suplentes de Martín Cáceres y Andrea Pirlo.