Montevideo Portal
Escuchar hablar al español que comentaba para TVE el partido Real Madrid - Peñarol, por la Intercontinental de 1966 en "Chamartín" (hoy Santiago Bernabeu) pone la piel de gallina. Y no hace falta ser manya. Los uruguayos ya nos olvidamos -y muchos nunca vivieron- cuando Peñarol o Nacional recogían admiración en el mundo.
Palabras como "formidable" o "maravilloso" en boca de un extranjero, para describir un equipo de estas tierras, parecen resultado de un delirio.
Néstor "Tito" Gonçalvez era el capitán de aquel "cuadro" que derrotó 2 a 0 al Real en su casa y que mereció del español comentarios como los que ahora podemos escuchar -y no muchos tampoco- sobre equipos ingleses, brasileños o españoles mismo.
Gonçalvez no era de los mejores entre aquellos gladiadores: ahí estaban Rocha, Spencer, Abbadie, Joya, Mazurkiewicz. Pero su leyenda se cimentó en su tranquito de media cancha, la "vueltita" sobre la pelota y, sobre todo, su voz de mando sobre propios y extraños. Con eso le bastó para hacerse un lugar entre los elegidos del viejo fútbol oriental.
No tuvo pases al exterior -desechó ofertas de River argentino y del propio Real Madrid- pero igual se las arregló para juntar unos pesos. Tuvo una estación de servicio, fue entrenador y engendró tres hijos de los cuales dos siguieron sus pasos y uno, Jorge, llegó también a campeón de América con Peñarol, aunque nunca calzó sus zapatos.
Con el grabador apagado me cuenta que lo llamaron de Fox Sports por una entrevista y los mandó a pasear cuando le dijeron -en tono imperativo- que debía trasladarse al Mercado del Puerto. "¿Y vos quién sos?", dice que le dijo al periodista. "¿Te pensás que voy a ir a dónde vos quieras? ¡Acá estás en Uruguay!" Como si todavía tuviera la 5 en la espalda.
Por Gerardo Tagliaferro (entrevista publicada en diciembre de 2008 en el semanario Crónicas)
1) Usted fue el primer jugador que vino del Interior directamente a la selección uruguaya.
Sí, tenía 20 años y fue la selección uruguaya, que se estaba preparando para un Sudamericano, a jugar con la selección de Salto.
2) ¿Qué pensó cuando el técnico de la selección, Juan López, lo convocó para integrarse al plantel?
Era una cosa rara porque usted podía jugar muy bien en el Inteiorr pero había poca información. Siempre le dije a Juan López que se jugó una parada difícil, cortó una tradición, porque usted tiene que tener un pasaje por la capital para ver si está adaptado al fútbol profesional.
3) Debe haber sido un cambio muy grande: de un equipo amateur del Interior a la selección uruguaya.
No lo sentí porque había una gran muchachada en ese momento. Encontré una recepción notable, había muchachos muy humildes, de equipos chicos, porque los de Peñarol no fueron en ese momento porque estaban de gira. Entonces no extrañé nada.
4) ¿Inmediatamente pasó a Peñarol?
Yo ya tenía un compromiso verbal con Peñarol. Hice un acuerdo verbal en junio del 56, pero Peñarol tenía que esperar a febrero porque recién ahí podía venir libremente. Peñarol sólo pagaba unos pesitos a OFI. Los dirigentes del Universitario de Salto habían pedido mucha plata por mi pase, entonces esperando hasta febrero yo podía arreglar directamente con Peñarol. Un dirigente, el doctor Gelpi me dijo que el club no quería nada, que arreglara directamente. Desde julio del 56 hasta febrero del 57 Peñarol me pasó un dinero por mes por ese acuerdo verbal.
5) ¿Por cuánto dinero firmó su primer contrato con Peñarol?
Eran 500 pesos jugando en Reserva y 750 en Primera. El dólar estaba a 4 pesos. O sea que eran menos de 200 dólares.
6) ¿Qué le permitía ese dinero?
Vivir bien, comprar un cachilito en cuotas. El presupeusto mensual eran 40 pesos: alquiler, desayuno y merienda. Mire... (me muestra una tarjeta social de marzo de 1957, que dice que pagaba 2,50 pesos como socio de Peñarol).
7) Era socio además de jugador. ¿Siempre fue hincha del club?
Sí, claro. Generalmente en el Interior se es de Peñarol o Nacional. En Montevideo se peude ser de otros equipos por el barrio, pero en el Interior no.
8) Para la gente de menos de 40 que no lo vio jugar, ¿cómo era Gonçalvez?
Bueno, lo que yo ponía era mucha voluntad. Podía salir mal o bien, pero no bajaba nunca los brazos. Y me preocupaba de corregir, porque la base fundamental del fútbol es la coordinación neuro-muscular, que se trae generalmente de nacimiento. Después usted puede pulir sus condiciones, sobre todo si tiene quien le enseñe. Yo no quería pasar vergüenza, no quería que usted me silbara en el estadio, entonces me quedaba después de los entrenamientos para entrenar fundamentos. Porque si usted le erraba tres o cuatro veces se quedaba sin trabajo. Nunca me gustó pasar vergüenza.
9) ¿Qué jugador de hoy se asemeja a usted?
Y yo qué sé... cuando empezó este botija Gonzalo (De los Santos)... ahora juega poco. Era un muchacho que miraba toda la cancha, porque el medio es un sector donde usted tiene que saber siempre dónde está e inmediatamente tiene que resolver a quién entrega. Yo lo aprecio mucho a Gonzalo.
10) ¿Usted hablaba mucho dentro de la cancha?
Sí, hablaba mucho.
11) Con los compañeros... ¿y con los rivales también?
Y, a veces con los rivales también. Lo que pasa es que nosotros teníamos dos rivales eternos que eran los equipos brasileros y argentinos. Los brasileros tenían el complejo del 50, entonces querían demostrar su superioridad, subestimándonos, sobrando.
12) Además, si los dejaban jugar...
Ah no, si uno abandonaba lo que tenía, esa rabia, no podía competir. Entonces, usted para jugar un poquito más tranquilo, les hablaba un poquito. Y a ellos no les gustaba, querían tener la última palabra siempre, y el uruguayo sacaba... la impotencia a veces lo lleva a eso. Y no había disculpas cuando a uno se le iba la mano... ¡qué disculpame ni disculpame! "La próxima te..." esas cosas que se dicen. Un día le dije algo a un francés y casi me llevan preso.
13) ¿Qué le dijo y a quién?
"Te voy a matar", le dije a Raymond Koppa y el tipo me denunció. Era aquél que jugó en el Real Madrid, fue en un partido amistoso en Marruecos, cuando él jugaba en un equipo de Francia. No se lo podía tocar, se tiraba al suelo y la gente nos tiraba de todo y nos insultaba, porque el señor era la vedette. Y le dije: "En el segundo tiempo te mato". Y vino la policía a buscarme al vestuario, por amenaza de muerte (se ríe).
14) ¿Y qué pasó?
No pasó nada, pero el susto me lo llevé. Después del partido hubo una cena para los dos equipos y los uruguayos lo querían agarrar, y vino (Just) Fontaine, aquel que tiene el récord de goles en un mundial, un gentleman, y nos dijo que era un muchacho muy especial... calmó a las fieras.
15) Me habló de los partidos con los brasileños, pero con los argentinos eran batallas, porque ellos eran más parecidos a los uruguayos ¿verdad?
Sí, pero eran más artistas, nosotros éramos más amateurs. "El honor no me lo vas a sacar". Además nosotros somos más apasionados, queríamos tener la pelota y ellos jugaban más en conjunto. El mal estado de las canchas acá hacía que no se pudiera jugar de primera, porque usted le pegaba con la canilla a una pelota que venía picando, se la entregaba el línea y lo relajaba todo el mundo. ¿La gente qué sabía que estaban los tacuruses en la cancha? Y los argentinos siempre tuvieron canchas prolijas.
16) ¿Tenía duelos personales con algún rival?
No... con Montero Castillo puede ser. Hoy nos vemos y nos acordamos de esas cosas. No nos podíamos ver, pero sin que llegara a mayores. No había agravios, como había gente que sí agraviaba muy feo, por ejemplo recordaba un problema de salud de un hijo o cosas por el estilo. Hubo casos muy graves.
17) ¿Tuvo alguna vez un problema con un colega que se trasladara afuera de la cancha?
No, yo no. Pero hubo. Nosotros entrenábamos en Las Acacias, y a veces aparecían jugadores de otros equipos a aclarar algún tema.
18) Cuénteme cómo fue aquello de que increpó a un jugador de Peñarol porque cambió la camiseta con uno de Nacional después de un clásico que perdieron.
Yo ya había dejado de jugar, y es un paso muy complicado. Es bravo no escuchar más el ruido de los tapones, el olor al masaje... hay que tener una actividad, prepararse antes para limpiar la mente. Si está pendiente de eso se enferma. Y vino Alberto (Spencer) y me invitó a ir al clásico; yo no quería pero al final fui. Perdió 4 a 0 Peñarol, mire qué debut como hincha. Y veo que un jugador, llamado (Daniel) Quevedo, le pide la camiseta a (Luis) Artime; él se la da pero no agarra la de Peñarol. Un hombre de carpeta, sabía lo que era este medio y lo que era un clásico. Y yo vi eso y no podía creer.
19) ¿Qué hizo?
Me fui correindo al vestuario, Alberto me agarró del brazo, quiso pararme. Y viene Quevedo con la camiseta de Artime en el hombro... yo no sabía que existía un Quevedo, porque estuve un tiempo sin saber nada de fútbol. Entonces le saqué la camiseta y le dije: "¿Te gusta? Andá a buscarla", y se la tiré al baño. Me quedó mirando. Y me apronté, pensé que me iba a pegar porque era un hombre grande. El tipo era un provinciano, recién había llegado.
20) Poco tiempo después lo dirigió.
Sí, a los tres meses me llama (Gastón) Guelfi para hacerme cargo del equipo, junto a Faccio. Ahí me encontré con el tal Quevedo. En la primera charla pensé que tenía que hacer algo para no hacerlo sentir mal, entonces le dije: "Venga Daniel que tengo que hablar con usted". Le dije quién era y él me dijo: "Sí, ya sé, yo no me di cuenta de lo que hice". Cuando lo conocí me arrepentí tanto, un tipo bueno, un provinciano que se enfrentó a un ídolo de la selección argentina como Artime, la camiseta era un trofeo. ¡Pobre Daniel! Era un pan de Dios.
21) Usted decidió retirarse abruptamente, en 1970, después de un clásico famoso en el que Peñarol fue abiertamente perjudicado por el árbitro Pablo Víctor Vaga.
Sí, no cobró un penal clarísimo al "Tano" Bertocchi: Brunell lo agarró de la camiseta de tal manera que se quedó con la mitad en la mano; cae Bertocchi, la pelota la agarra Manga y nosotros vamos todos a protestar. Saca Manga, gol de Artime. Yo no dejaba mover de la mitad de la cancha. "Expulsame" le dije. Lo llevé contra la Olímpica, estaba decidido: "Ah, le pego, o me pega él, pero yo armo un escándalo".
22) ¿Lo expulsó?
No. Cuando fui a firmar el formulario la seguí, y nos desafiamos a pelear al otro día en Propios y Rivera, al mediodía. Fui con unos amigos por las dudas que no viniera solo, y no fue. El jueves siguiente fui a declarar a la Asociación. Me leyeron todos los cargos en mi contra, las cosas que yo le había dicho al juez y yo dije que faltaba algo: "Aparte de todo eso, que es cierto, es un cobarde, porque quedamos de encontrarnos el lunes a las 12 horas en Propios y Rivera, lo esperé hasta la una y media y el cobarde no concurrió. Ahora sí, ahora firmo". Me suspendieron 16 partidos, y él no arbitró nunca más.
23) Decía que estuvo un año sin hacer nada, y que le costó mucho.
Yo tenía otra actividad, entonces... pero igual. ¿Qué hace uno un sábado o un domingo en Montevideo?
24) ¿Qué hacía usted?
Me iba para afuera, me iba al monte, tranquilo.
25) ¿Cuesta mucho ir perdiendo el cariño de la gente, el reconocimiento?
No, porque queda lo mejor. Porque el mismo que le daba cariño lo insultaba, porque la persona en la que uno cree no puede fallar, entonces sale espontáneamente el insulto. Tuve la suerte de hacer después más amigos de los que tenía, porque aparece el jugador-hombre. A veces un jugador que parece un recio, un prepotente, usted lo encuentra en la calle y es una señorita.
26) ¿La gente lo sigue reconociendo en la calle?
Sí, los veteranos. Como siempre, las macanas se olvidan. Y como uno tuvo la suerte de competir en un equipo muy ganador.
27) Enfrentó muchas veces a Pelé, ¿cómo era él dentro de la cancha?
Era un hombre muy correcto, pero que estaba muy hostigado, todo el mundo se quería lucir anulándolo. Y si usted le daba, también recibía.
28) Dicen que era bastante sucio para jugar.
Tuvo que ir cambiando, tenía un físico privilegiado, un hombre que calculaba los tiempos: veía que llegaba justo a la pelota y ponía el talón arriba, y si usted iba descuidado... Escúcheme, el tipo jugaba ochenta o noventa partidos por año, y cuando jugaba en el exterior le pagaban 20 mil dólares por presentación... el que lo marcaba se quería lucir. Y el hombre tenía que defenderse.
29) ¿Usted jugó aquel famoso partido en Villa Belmiro, la cancha de Santos, que el juez dio por terminado antes de tiempo pero siguieron jugando igual?
Sí. Le tiraron un botellazo al juez y lo dio por suspendido. Cobró un penal a favor de nosotros y viene el línea y le dice "no, cobrá técnico contra Peñarol, si no nos matan a todos". Y yo le digo "no, no", y él me dice "el partido está terminado, ya ganaron". Entre los jugadores no pasaba nada, estábamos sentados esperando que resolvieran. Le pusieron un revólver en la cabeza a Guelfi.
30) ¿Quiénes y cuándo le pusieron un revólver en la cabeza a Guelfi?
Los delegados del Santos, cuando fueron a estampar en el formulario "en tal minuto se suspendió dando por ganador a Peñarol", ahí fue. Y el partido siguió, pero ya estaba terminado. El Santos empató y la gente se quedó tranquila. Nos habían ganado acá, les ganamos allá y fuimos a definir a Buenos Aires. Alberto (Spencer) tuvo una noche negra, erró cinco cara a cara con Gilmar, el arquero. Y nos hizo dos goles Pelé y nos eliminaron de la Libertadores.
31) ¿Alguna vez -además de esa- la pasó fea dentro de un estadio?
Sí, en Puerto Sajonia (Paraguay). Y en Quito también. Entró todo el público a la cancha, sálvese quien pueda. Y en Puerto Sajonia estuvimos media hora recibiendo todo tipo de cosas que tiraban, después no sé a qué hora pudimos salir del estadio. Ese día le rompieron la cabeza a Guelfi de un ladrillazo, le hicieron un corte como de quince centímetros. Si usted se amilanaba no podía competir, porque llegaba al aeropuerto y eran agresiones; en el hotel cánticos toda la noche. Nosotros salíamos por la ventana y les gritábamos "vamos, canten otra". ¿Qué íbamos a hacer?
32) También se cuenta que les ponían cosas en las camas para producir picazón.
"Pica-pica". En Ecuador nos pasó, lo hacían con ají molido y lana de vidrio. Ponían en las mesas de masaje, en los bancos. Pero siempre hay alguno que está radicado allá y que avisa, entonces lo que hacíamos era agarrar un diario, prender fuego y pasar por todos los lugares; eso elimina la lana de vidrio.
33) ¿Les mandaban mujeres a los hoteles también?
Ah sí. Una vuelta fuimos a Lima a jugar contra Alianza. Llegamos a las doce de la noche al hotel y entraron a caer mujeres. Era un cabaret el mismo hotel. A la una de la mañana con las valijas a buscar otro hotel.
34) Alguno se querría quedar.
Y, es posible. La intención de muchos capaz que era quedarse, pero los dirigentes se pusieron bravos: "Todos para afuera". Y a buscar hotel, con las valijas me acuerdo.
35) Fue protagonista de una gresca muy grande en la final de la Libertadores de 1970 contra Estudiantes de la Plata, en el Centenario.
Perdimos 1 a 0 en la hora allá y empatamos 0 a 0 acá. Hablaban mucho los de Estudiantes, y tenían las famosas alfileres que pinchaban en los córners... Y nosotros: "Después del partido arreglamos". "Sí, cuando quieran". Y termina el partido y viene Bilardo y me dice "disculpá, terminó el partido", y me estiró la mano y lo dejé con la mano estirada. Se armó una batalla campal.
36) Usted jugó profesionalmente sólo en Peñarol, ¿pudo hacer buena plata?
Sí, agarré una época linda donde entraba plata y se podía exigir. Además se estableció una prima que podía ser, por decir una cifra, 100 mil dólares por un año, y el sueldo aparte. Y había buenos premios. Había muchas giras, íbamos a Europa y hacíamos buenos papeles. La primera Copa Intercontinental se jugó en Europa, después fuimos varias veces, Copa Carranza, giras en las que hacíamos diez, doce países en un mes.
37) ¿Por qué a Peñarol le cuesta tanto reconocer a sus viejas glorias?
Es el Uruguay. Personalmente no me afecta, yo soy un agradecido a Peñarol, que me dio la chance de presentarme al mundo, de conocer gente, filosofías de vida, una cantidad de cosas. Eso cuando usted no se preocupa sólo por la pelota.
38) ¿Tuvo ofertas del exterior?
Sí, tuve dos: del Real Madrid y de River. Y no me quise ir. Nunca fui ambicioso, siempre tuve una vida muy sencilla, sin molestar a nadie y no acepto que nadie me moleste. Mi mayor diversión es agarrar el auto y llamar a algunos amigos para juntarnos y charlar de bueyes perdidos. Siempre dije, y lo aprendí de mi padre, que en la vida hay que trabajar para tener la plata suficiente para ser feliz en cosas chicas: reunirse con amigos, recordar viejos tiempos, conocer sus vidas... por supuesto la parte superficial, porque todos escondemos una parte que la tenemos en la intimidad. Y nada más. Levantarse sin problemas y acostarse y hacer un racconto de las cosas que se hicieron bien y las que se hicieron mal. Y si estuve mal con alguien: "Che Fulano, disculpame".
39) ¿Todavía siente la pasión de un clásico?
Hay pila de cosas... no sé cuántos clásicos jugué, creo que cuarenta o cincuenta. Cuando pienso ¿me gustaría jugar un clásico a estadio lleno? Hay que rebobinar todo otra vez y meterse, porque se necesita un tiempo de madurez para enfrentar un clásico. Vivir presionado es difícil. Pero nos preparamos, tenemos una maquinaria que nos prepara, y cuando pasa uno dice: "Pucha que lo tiró, ¿yo hice aquello?"
40) ¿Todo tiempo pasado fue mejor?
Había más dificultades antes y había que hacer más esfuerzo que hoy para conseguir algo, pero cuando lo conseguía lo adoraba. Por ejemplo, si me tocaba ganar un clásico, sólo quería disfrutar. Me sentaba en el fondo de casa, tranquilo, y me daba pena por los que habían sido derrotados, no disfrutaba con la derrota del otro. Yo me sentía bien, pero había lugar para pensar: "Pucha, pobres muchachos, están en la misma que yo".
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