Peñarol y una eliminación entre errores de marca y definición, y la mala fortuna

La eliminación de Peñarol a manos de Racing de Avellaneda en los octavos de final de la Copa Libertadores resultó dolorosa para los carboneros por la forma en que se dio el 3-1 en Argentina y por lo cerca que estuvieron de lograr la clasificación, en una serie que terminó definiéndose por demasiados detalles.

Ya en el primer gol del equipo de Gustavo Costas, la jugada nació por una falta innecesaria de Javier Méndez sobre Adrián Balboa, que estaba pegado a la línea lateral, controlado y de espaldas al arco. Esa infracción generó un tiro libre en el que Maximiliano Olivera perdió la marca de Marcos Rojo, así como Javier Méndez la de Santiago Sosa.

Rojo ganó de arriba y bajó de cabeza una pelota que habría sido despejada por Emanuel Gularte si picaba. El estado de la cancha mató el pique y el esférico pasó por abajo del botín del zaguero aurinegro, generando un rebote que capitalizó Adrián Martínez. La referencia defensiva de Maravilla era Nahuel Herrera. Ocho minutos después, el juvenil le ganó el duelo aéreo a Agustín Almendra para poner el 1-1.

El gol bien anulado a Marcos Rojo se gestó desde una falta evitable de Javier Cabrera, pegado a la línea de fondo, sobre Gabriel Rojas, quien ganó la mayoría de los duelos por ese sector. Olivera volvió a perder la marca de Rojo, quien antes de conectar el cabezazo empujó claramente a Méndez, que iba libre a la pelota.

Previo a la jugada del penal tan protestado por Peñarol, por una polémica falta de Gularte sobre Maravilla Martínez, hubo más mérito ofensivo de Duvan Vergara al colocar el cuerpo para escapar de Cabrera que erró en defensa. Pedro Milans había salido lejos a tapar la subida de Rojas y el Cangrejo no pudo relevar.

El colombiano no pudo centrar al medio porque Gularte tapó la línea de pase ante Maravilla Martínez, por lo que Vergara remató. Brayan Cortés tapó el disparo, y el rebote lo ganó Maravilla Martínez, quien se desplomó al sentir el antebrazo de Gularte en la nuca.

La falla más notoria de Peñarol estuvo en la jugada del gol de Franco Pardo a los 94’, cuando a juzgar por lo visto en la incidencia, no había una marca asignada para el autor del tanto. Si bien había dos futbolistas sobrando por el medio y el que aparecía más atrás era Méndez, el 23 aurinegro estaba referenciando a otro rival, por lo que el error fue colectivo a nivel de concentración y comunicación.

Claro que los errores no solo estuvieron atrás. En ofensiva hubo situaciones de contragolpe malogradas por mérito del arquero Gabriel Arias, como un remate que le tapó a Maximiliano Silvera en el primer tiempo y dos en la misma jugada a Matías Arezo sobre el final, y también hubo imprecisión a la hora de definir. A los 68’ Ignacio Sosa le remató a las manos a Arias, y Cabrera tuvo dos llegadas que remató desviado: una trabada por Rojo y la otra incomodado por Gastón Martirena.