Ganar una medalla olímpica no es cosa de todos los días, conlleva años de trabajo, entrenamiento, dedicación y sacrificio, para recibir un premio que trasciende el tiempo y recordará para siempre la epopeya concretada.
En el caso de la actual cita de París, las preseas están pensadas y diseñadas hasta en su último detalle.
Así lo pudimos corroborar al apreciarlas de cerca, una sensación única y difícil de describir, una obra de arte dispuesta a perdurar en el tiempo.
Cada una de las 5.000 medallas que se entregarán llevan incrustado un pedazo de la Torre Eiffel original de 1889, un símbolo del país y la capital francesa.
“El metal más buscado de los Juegos, el oro, la plata y el bronce, unidos al metal más preciso del país, del símbolo nacional. Es un encuentro entre ambas cosas”, explicaron desde el comité organizador.
El hierro original de la Torre Eiffel está formado por un hexágono, las hierbas geométricas de la propia Francia.
Las medallas de oro tienen un peso de 529 gramos; las de plata, 525; y las de bronce, 455.
Como en cada edición de los Juegos, la otra cara de la medalla olímpica cuenta la historia del renacimiento de los juegos en Grecia, una adaptación introducida de la diosa de la victoria y el estadio de los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 diseñado por Elena Votsi.
Recordemos que Uruguay tiene 10 medallas en su historia, la última de la mano de Milton Wynants, cuando fue de plata en Sídney 2000.