“Nos dimos un abrazo con todos los jugadores. Yo los felicitaba y ellos me decían: ‘nosotros te felicitamos a vos’. Eso me llena de alegría. Esto lo sacamos entre todos y fue una linda situación”, valoró Juan Tejera en diálogo con el programa ‘Locos por el fútbol’ de FM Del Sol tras lograr el objetivo de la permanencia al frente de Boston River.

El entrenador destacó el rol de los referentes “por la transmisión de las situaciones y por hablar por los jóvenes”. “Cuando yo llegué eso no pasaba. No es que no hablaran, pero estaban como entregados o disminuidos anímicamente. Yo les di y les pedí a los grandes otro rol. Les dije que tenían que hablar y manejar el grupo”, señaló.

“Hay gurises muy jóvenes y tenían que escuchar. Fueron creciendo en el trabajo, más allá de que nos costó. No sé dónde estaríamos si no hubiésemos perdido esos tres partidos de corrido. Capaz que peleábamos por un lugar en la Sudamericana”, dijo, y aclaró que sus palabras no encierran una crítica a Sebastián Abreu, su antecesor en el cargo.

El Loco Abreu: Uno de los 195 mensajes

“Lo quiero resaltar. Recibí 195 mensajes de WhatsApp. Tengo un par de grupos y después todo gente amiga y conocida. Entre ellos encontré un mensaje del Flaco (Abreu) felicitándome por el logro. Tenemos una relación desde hace muchos años. En 1990 jugué en el fútbol de Lavalleja y en la selección de Minas. En esa época era rival del padre, el Negro Miguel. Tenemos una amistad de muchos años y después lo dirigí en juveniles”, recordó.

“Capaz que no se le dieron los resultados y no le encontró la vuelta al equipo, como todo técnico joven que arranca sin hacer escalera. Lo digo siempre; vos en la escuela no pasás de primero a sexto. Es un proceso. Hay que tener personalidad fuerte y saber expresarse, aunque por más que hables lindo a veces las cosas no se dan. Pararse delante de 30 tipos, manejar el grupo, plantear una idea, imponer normas y lograr funcionamiento es algo que se va aprendiendo con el tiempo”, reflexionó.

La estética y la forma de manejarse

Cuando se le preguntó si cree que la estética y la forma de vestirse le juega en contra al momento de “venderse” para ser contratado por los clubes, fue claro: “La ropa que me pongo la elijo yo. Vivo en la Costa de Oro y salgo a hacer los mandados de chancletas y bermudas. No me cambia nada ser técnico de fútbol. Soy como soy. No soy un mugriento ni ando con ropa desprolija. Si voy a trabajar me pongo la ropa de batalla con la que estoy cómodo. No creo que la ropa determine cosas”.

“Yo tengo mi manera de manejarme. Soy un tipo de perfil bajo que no habla de nadie, y menos de mi trabajo. No ando diciendo palabras raras ni vendiendo mi trabajo. Mi trabajo se ve en los números, en las campañas. No me considero un gran técnico. Me gustan los trabajos en la cancha, logro los objetivos y hasta ahora por suerte me ha ido bien”, resaltó.

“Hay gente que se fija mucho en la estética y en la silueta, pero yo de nabo puedo tener el envase nomás. Tampoco ando sacándome cartel de nada, no llamo a dirigentes ni voy a ver partidos de cuadros que tienen posibilidad de cambiar el entrenador. Tampoco llamo representantes. No ando pidiendo laburos. Entre 2008 y 2013 no trabajé, hasta que me sacaron del placard y me sacudieron la telaraña”, recordó.

Defensor y el recuerdo de “la espera” en 2005

Anoche le tocó, tras ganarle a Liverpool, esperar un par de minutos por la finalización del partido entre Cerro Largo y Defensor Sporting. Hubo nerviosismo y ansiedad, y recordó que en 2005 le tocó vivirlo del otro lado cuando dirigía a los violetas y estaba por coronarse campeón uruguayo, pero Nacional le ganó a Rocha en el último minuto por un penal inventado por el árbitro Gustavo Méndez y forzó un desempate que nunca se jugó.

“Decímelo a mí que en 2005 me fumé esa. Yo ya era campeón uruguayo e inventaron un penal sobre la hora. Hace 16 años descontar seis minutos era una locura. Cuando el club decidió no jugar la final yo estaba convencido que la íbamos a ganar. El arbitraje iba a ser tan transparente que no nos iban a cagar de vuelta. Yo cometí un error y me la banqué, pero tendría que haberme ido en ese momento”, confesó.

Recordó sus años en Defensor Sporting, donde tuvo varios pasajes entre divisiones formativas y el plantel mayor, y lamentó que sean los violetas quienes pierdan la categoría. “Me da una pena porque es un club donde trabajé e hice muchos amigos. Fue de las mejores etapas de mi vida. Lógicamente no estoy disfrutando eso. Yo disfruto cuando yo paso bien y cuando se me dan las cosas. Pero esto en la vida es así; cada uno elige su destino”, concluyó.