Jayson Granger fue operado el 30 de setiembre del año pasado por una rotura del tendón de Aquiles izquierdo en el arranque de la temporada 2019/20 de la Liga ACB de España, donde defiende al Baskonia. Hoy está “engrasando la máquina” para volver y “muy contento”, según contó a Basquet Caliente en un vivo de Instagram.

“En teoría la semana que viene el médico me da el alta, así que estoy re contento”, comentó, ya con la mira puesta en el retorno a la actividad oficial, que sería a mediados de junio. “Llevo laburando como un caballo los últimos tres meses, hasta tres veces por día. Mis sensaciones son muy buenas. Estoy sin ritmo porque llevo nueve meses sin competir. En el confinamiento intenté meterle a full para recuperar ese tono perdido y me encuentro bárbaro”, explicó.

Casi tres años de lesiones

Tras jugar la Americup 2017 con la selección uruguaya no pudo volver a estar a pleno. “Las lesiones no me respetaron. Tuve tres meses bárbaros a un nivel individual muy bueno de la mano de Pablo Priogioni como entrenador, pero los resultados a nivel colectivo no llegaban y en noviembre de 2017 empezaron las lesiones una atrás de otra y nunca me pude terminar de recuperar. No me pude operar, recaí y nunca pude volver a estar ni al 50 %”, lamentó.

“A veces se me caían las lágrimas por el dolor en el talón, pero ahora me siento bárbaro y el dolor desapareció. Estoy muy contento por volver a correr y saltar sin tener que pensar qué pie me duele. Me encantaría ganar algo con un club con mucha historia como Baskonia y esperemos que cuando se retome la Liga tengamos esa oportunidad”, señaló, y valoró el nacimiento de su primer hijo en diciembre para sobrellevar la recuperación.

“Tenía una calentura bárbara cuando me rompí el tendón de Aquiles porque me había partido el lomo en la pretemporada, y en el primer minuto me lesioné. Estaba en el vestuario muy frustrado, pero una de las primeras cosas que se me vinieron a la cabeza fue que iba a tener un hijo en diciembre e iba a tener tiempo de pasar los primeros meses con él. Es lo que me empuja a seguir peleando cada día porque quiero estirar la carrera lo máximo posible. Perdí dos o tres años por las lesiones y quiero recuperarlos para que mi hijo me vea jugar”, dijo.

Con ganas de selección y de probar el Antel Arena

De cara a lo que viene, dijo tener ganas de jugar por la selección uruguaya, más allá de que no siempre puede. En el último proceso eliminatorio para el Mundial de China 2019 no estuvo en ningún partido porque no lo permitió el calendario de la Euroliga, cuyos clubes no ceden jugadores a sus países. Cuando las fechas eran compatibles, las lesiones le impidieron viajar.

“Disfruté un montón la Americup (Montevideo 2017) y me quedé con rabia por no haberle podido ganar a Estados Unidos. Fue muy lindo ver el ambiente que había en el Palacio Peñarol. Me quedé con ganas de volver ahora y probar ese Antel Arena del que mucha gente me está hablando”, expresó.

“Si las circunstancias son las adecuadas y me respetan las lesiones, mi idea es volver con la selección. Lo de las ventanas lo veo complicado por estar jugando Eurocup o Euroliga. No sé qué será de mí de cara al futuro, pero una vez que terminen las competiciones internacionales y domésticas mi intención es ir a Uruguay y dar una mano”, explicó.

“Quería jugar el repechaje olímpico de junio, pero desgraciadamente no se pudo por este tema del COVID. Mi intención siempre fue jugar por Uruguay. Por A o por B hubo cierto tipo de circunstancias que no permitieron que yo fuera; sea lesión o problemas burocráticos”, dijo.

Las primeras ausencias en la Celeste

Volvió a recordar que sus primeras ausencias a la selección, siendo muy joven, fueron por diferencias con el entonces presidente Ney Castillo, a quien responsabilizó de haber puesto trabas en su pase de Cordón a Estudiantes de Madrid cuando “era un pibe de 15 que fue a cumplir su sueño a Europa y su propio país se lo trancó”. “Eso me dolió mucho, pero hace muchos años limé esa espina que tenía con esos problemas y quiero volver a Uruguay porque es mi casa. Es donde tengo a mi familia y mis amigos, y ahí me formé hasta los 15 años”, dijo.

“Estuve un año sin jugar. La FUBB no me dejó jugar porque decía que el club tenía que pagarle derechos de formación a Cordón, un club al que quiero mucho pero que no me había dado nada económicamente; ni una ayuda para el ómnibus”, narró, y lamentó que se hayan inventado historias en su momento al referirse a sus renuncias a la Celeste.

“Una vez me llamaron de un día para el otro por una lesión previa a un campeonato en Chile (Puerto Montt 2008) y yo había mandado una foto con el tobillo hinchado. No tenía el alta médica para competir y empezaron a decir que yo había pedido pasajes para mi novia. Yo ni estaba al tanto y me enteraba de esas cosas por la prensa. Un día mi viejo me llamó y me preguntó qué pedí. Fueron muchas situaciones que de joven me molestaron”, reveló.

Cuando aceptó jugar por primera vez para la Celeste a nivel mayor fue en el Sudamericano de Chaco 2012, todavía bajo la presidencia de Ney Castillo, quien presidió la FUBB hasta 2016. “Llegué con 22 años y nada más llegar me dijeron que tenía que pagar derecho de piso. Después, la forma en que se hacían las cosas en ese proceso de selección no era serio”, indicó sobre aquel equipo al que dirigió Pablo López, y en el que Esteban Batista fue baja a último momento.

El ambiente no me inspiró la confianza necesaria

“Yo estoy acostumbrado a que quien mande sea el técnico, no que sea tal o cual jugador y que uno mande a la puta madre al otro. Pensaba de cara al futuro con cabeza de querer vivir de este deporte y encontrarme con esas situaciones me hacían pensar: ‘Estoy dando un paso atrás’”, reconoció, y recordó que “el ambiente no era el adecuado” y que “no se estaban haciendo bien las cosas”.

“Yo fui a jugar a la selección sin seguro, y si me pasaba algo me jodía yo. No es como los del fútbol, que van con un seguro que vale un huevo y la mitad del otro. Yo con 22 años estaba aprendiendo cómo funcionaba este negocio, pero ver las situaciones y todo ese ambiente turbio no me inspiró la confianza necesaria”, reveló.

“Años después fui viendo que las cosas se van haciendo mejor y hay cosas esenciales como un lugar y ropa para entrenar. Son cosas básicas. Me vine a España y cuando te acostumbrás a ese manejo profesional, donde vos sólo te dedicás a jugar al básquet, te cuesta adaptarte a eso. Vi más profesionales a las selecciones U16 y U17 cuando entrenábamos en el Cilindro que a la mayor cuando fuimos a ese Sudamericano de Chaco”, manifestó.

En los últimos años estuvo en contacto con el ex seleccionador Marcelo Signorelli y con el presidente Ricardo Vairo, y conoció el CEFUBB, que lo dejó impresionado. “Me sorprendió un cambio drástico. Hay un proyecto que se está elaborando para que las selecciones mejoren, no sólo la mayor, sino las formativas a nivel masculino y femenino. Me dejó una linda sensación que haya un lugar como el CEFUBB, donde las selecciones puedan crecer”, concluyó.