Contenido creado por Gonzalo De León
Fútbol Internacional
Los caminos de la vida #23

Gonzalo Ferreira, de Nacional a buscar en Google los siguientes países en los que jugaría

Hizo juveniles en Nacional y Deportivo Maldonado; una llamada de un contratista le cambió la vida y brilló en Europa y Australia.

12.10.2025 08:10

Lectura: 9'

2025-10-12T08:10:00-03:00
Compartir en

Por Gonzalo de León

Según datos oficiales del Ministerio de Relaciones Exteriores, Australia (junto con Nueva Zelanda y Samoa) tiene una de las principales colectividades de uruguayos en el exterior, con más de 10.000 compatriotas viviendo en esa zona del mundo.

En contrapartida, hay otros países que, si bien cuentan con uruguayos en su territorio, son realmente pocos. Esos son los casos de Malasia y Vietnam, con unos 20 cada uno, Egipto, con 15, India y Polonia, con 10, Finlandia, con solamente tres, y Armenia con unos nueve.

Increíblemente, hay un caso de un uruguayo que ha vivido ambos extremos. Primero residió en Armenia y luego en Australia, donde está actualmente. Él es Gonzalo Ferreira, protagonista de la historia de hoy.

Este futbolista, nacido hace 22 años en Montevideo, comenzó su andadura en este deporte en el club Náutico, hasta que con cuatro años se mudó junto a su familia a Maldonado, donde estuvo hasta los 18.

Al mudarse a ese departamento, jugó en Ituzaingó, y tuvo la gran fortuna de que, jugando un triangular contra clubes de Montevideo, lo vieron desde Nacional. Se marchó al Tricolor e inició su camino en AUFI, para después hacer la captación entre 900 niños y pasar a la Séptima División, en la que estuvo dos años.

En todo ese proceso de juveniles en Nacional, seguía viviendo en Maldonado: “Terminaba el liceo a eso de la una de la tarde, comía algo rápido y me tomaba el bondi para ir a entrenar a Montevideo, haciendo las tareas en el bondi. Después me tomaba el bondi para atrás. Así, todos los días, estuve dos años”.

“Tuve la suerte de que siempre me entendieron y me apoyaron”, contó a FútbolUy sobre su familia, y añadió sobre su rutina diaria: “Llegaba, comía algo, dormía, y al otro día lo mismo. Desde el club ayudaron bastante y, a veces, mi viejo me llevaba. Mi hermano estaba en Montevideo y me ayudaba mucho”.

Sin embargo, “llegó un punto” en el que se agotó de “estar viajando tanto” y decidió “dejar el club y empezar en Deportivo Maldonado”. 

“Jugué dos años más y tuve unos problemas con un técnico, y decidí dejar el club. Seguí entrenando por mi cuenta, solo, pero ya con la cabeza de que ya estaba el fútbol, que se cortaba por ahí. Tenía en mente dejarlo”, recordó.

Cambió su vida

“Una tarde cualquiera, cuando pensaba que el fútbol ya no daba para más, me llegó una llamada de un contratista que había laburado con mi hermano diciendo que tenía una opción para ir a Chipre, que estaban buscando un jugador con mis características”, mencionó.

En ese momento, le dijo que no “porque no sabía ni qué era Chipre y porque ya había dejado el fútbol”. “Me dijo: ‘Pensalo, mirá el país, creo que va con vos’. Me puse a ver qué era Chipre y vi que era una isla frente a Grecia, un paraíso, todo el día verano. Ahí me cambió la cabeza y dije: ‘Vamos para ahí’”, siguió.

Y es así como inició su andadura por Europa, jugando en el PO Xylotymbou de la Segunda División de Chipre.

“Me apoyaron en todo; si no tenés apoyo, te mata la cabeza. Tuve muchísima suerte porque es algo que no cualquiera podría hacer”, destacó sobre la reacción de su familia.

“Lo bueno fue que coincidí con un técnico paraguayo. Eso me ayudó mucho para tener alguien con quien hablar en español”, dijo, y agregó: “Al principio, costó. Extrañaba. Estaba solo, pero estaba luchando por algo que me gustaba; eso es algo que te ayuda. Había días, noches y domingos solo en que la cabeza me mataba”.

Gonzalo Ferreira jugando en Casey Comets de Australia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

Gonzalo Ferreira jugando en Casey Comets de Australia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

El fútbol en Chipre “es muy distinto” al uruguayo: “Primero, por el estilo de juego: más toque e ida y vuelta, pero no tan físico”. “No he encontrado fútbol como el uruguayo, con huevo y garra. Acá lo viven de otra manera y no te entienden: se gane o se pierda, la semana que viene se entrena de nuevo, se sigue”, continuó.

“Hay clubes de segunda que tienen una infraestructura bastante buena; al que me tocó llegar, no te podés quejar. Pero, de mitad de tabla para abajo, son cualquier cosa”, indicó, y aseguró que los chipriotas “no son nada pasionales comparado a lo que pueden ser en Grecia; no llegan a sentir el fútbol”.

El país, por su parte, es “un paraíso”, con “playas hermosas y calor todo el día”, pero, si bien “es divino para vivir, es caro”. “Tiene de todo: te podés encontrar una montaña nevando y manejás 20 minutos y estás en la playa con calor”, subrayó.

Las personas allí “son frías. Parece que están todo el día enojadas, mismo por la forma en la que hablan, pero, cuando entrás a conocerlos, son bien, tratan de ayudarte”.

“En lo deportivo, no nos fue tan bien. En un punto echaron al técnico, se empezó a complicar el club y en la segunda mitad del año no nos fue muy bien y quedamos cerca del descenso. Ahí decidí hablar con el que me llevó para ver qué opciones había”, repasó.

A raíz de eso, se dio su salida hacia un nuevo destino, y, nuevamente, algo exótico: “[El agente] me dijo que había una opción en Armenia. Ahí le digo ‘no seas malo, ¿cómo que Armenia?’. Me dice: ‘fijate, haceme caso’. Empecé a ver y, bueno, llegamos a Armenia”, que es un país “completamente distinto” a Chipre.

Su destino fue Andranik, club de la Segunda División: “Coincidí con un técnico español que me guio bastante. Quería plantear una idea de juego clara, que tocáramos más”.

“Nos fue bastante bien”, dijo, y recordó: “Fuimos al receso de mitad de año y, cuando volvimos, no sabés lo que era: partidos y prácticas abajo de la nieve. Todos los días bajo cero”.

Había “canchas lindas, pero mucho pasto sintético, que a mí no me gusta”. “Mucho ida y vuelta, no es tanto tiqui-taca”, destacó sobre la liga.

“En cuanto al profesionalismo, era un poco mejor que el anterior club en el que había estado: “El técnico ayudaba mucho. Teníamos todos los días dos horas de videoanálisis antes de los entrenamientos, a veces doble horario. Se trabajaba bien”, añadió.

En cuanto a los hinchas, fue contundente: “Ni fu ni fa. No vas a encontrar esa pasión que hay en Sudamérica. El fútbol no es ni siquiera el primer deporte”.

Gonzalo Ferreira jugando en Andranik de Armenia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

Gonzalo Ferreira jugando en Andranik de Armenia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

Con respecto a Armenia como país, señaló: “Es algo rarísimo. La capital es una cosa: lujos, rascacielos, todo. Y, después, manejás 20 minutos para afuera y es un país posguerra, está todo destruido. En la frontera están constantemente en guerra con Azerbaiyán. Da miedo estar ahí”.

“Costó adaptarse al clima” porque nieva mucho: “Es una locura. Era levantarte y ver todo tapado de nieve. La cancha estaba llena de nieve y teníamos que esperar a que el canchero pasara el tractor con un cepillo. Había veces que, a mitad del entrenamiento, se largaba granizo o tormenta de nieve y se tenía que suspender”.

Aseguró que no hay “nada” para hacer, solo “tomar mate adentro”. Donde vivía “no era la capital, pero estaba cerca”, y “era una ciudad que tenía el estadio, un gimnasio y un par de restaurantes”.

En cuanto a su experiencia, relató: “Terminamos en mitad de tabla y quedamos en contacto para ver si nos ofrecían algo para renovar. En el verano me llegó para renovar, pero, si bien en lo futbolístico había quedado contento, con el país no”.

Mucha paz

“La opción de volver estaba, pero también la de ir a Melbourne, Australia, y no podés comparar: es otra vida y tranquilidad. Le dije [a mi agente] que había que ir para allá”, agregó.

Casey Comets, de la Tercera División australiana, fue el equipo que le abrió las puertas este año. Al comienzo iba a jugar en Segunda, pero, como “se demoró la visa, cerraron los cupos de inmigrantes” y, por ese motivo, bajó a jugar a Tercera.

“Costó porque el nivel era más bajo de lo que venía haciendo, pero me pude adaptar”, dijo, y aseveró que el club “tiene un lindo complejo con gimnasio, vestuarios y cinco canchas”.

“La primera parte del año nos mantuvimos primeros y, en la segunda, tuvimos seis lesiones graves en el once titular y terminamos cuartos. En lo personal, muy bien, con bastantes goles y muchas asistencias”, comentó.

La pasión por el fútbol “es nula” porque “primero que todo está el críquet, después le sigue el footy —que es el fútbol australiano—, después el rugby y recién después el fútbol”.

Gonzalo Ferreira jugando en Casey Comets de Australia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

Gonzalo Ferreira jugando en Casey Comets de Australia. Foto: Instagram @gonza_ferreira8

“Es otra cosa” vivir en Melbourne, “no se puede comparar”. Si bien es una ciudad de ocho millones de habitantes, hay “una paz increíble”. “Me adapté rápido porque es una ciudad que te ayuda mucho: tenés todo a la mano y muchísima gente de todas partes del mundo; me he cruzado con uruguayos”, ahondó.

“Hay de todo, está pasando algo todo el tiempo. Siempre hay cosas para hacer. La vida acá es muy linda”, destacó.

La diferencia horaria para hablar con su familia “es algo que complica, pero no es un problema”. “Le mandás un mensaje y allá son las cuatro de la mañana; trato de hablar en la noche o bien en la mañana. He tenido la posibilidad de ir a Uruguay en las fiestas”, siguió.

Para la próxima temporada, “la idea es quedarse en el país, pero subir de categoría”. “Me preparo por si se da la posibilidad de dar el salto”, expresó.

Y cerró: “Australia es un país hermoso y me gustaría seguir acá, pero mi prioridad es el fútbol, así que, si llega algo de otro país que sea más competitivo, no tengo problema en moverme”.

Por Gonzalo de León