El magnate estadounidense Foster Gillett, quien ya invirtió un millón de dólares en Rampla Juniors en el formato de sociedad anónima deportiva (SAD), es tendencia hace varios días en el ambiente del fútbol argentino, donde fue protagonista de alto perfil en el mercado de pases.
El empresario empezó bien, prometiendo “una revolución” en Estudiantes de La Plata y llegando a un acuerdo con su presidente, Juan Sebastián Verón, para un gerenciamiento que todavía debe ser aprobado por una asamblea. Puso 23 millones de dólares para la compra de las fichas de Cristian Medina a Boca Juniors y Facundo Farías a Inter Miami.
Desde la entidad pincharrata, aún con la asamblea pendiente, le pidieron un préstamo de 10 millones de dólares, y él prometió enviar el dinero. Según explicó a Insiders el empresario Guillermo Tofoni, que es su mano derecha y representante en Argentina, Gillett hizo “una operación muy grande en Inglaterra” y “el banco no le está liberando los fondos” por razones burocráticas.
La demora ya generó malestar en el club argentino, aunque de momento ningún perjuicio económico grave, más allá de la dificultad financiera de no poder contar con una inyección de plata que ya debería haber llegado.
Los casos de Villagra y Valentín Gómez
Donde no es bienvenido el empresario es en River Plate y Vélez Sarsfield. En filas millonarias contaban con una venta de 11.500.000 dólares a Estudiantes del volante Rodrigo Villagra. De palabra avanzaron y, según medios locales, estaba cerrada. No obstante, el empresario dejó de atender el teléfono y no prosperó, más allá de que se había liberado al jugador. El dinero nunca llegó a la cuenta y hoy le buscan otro destino.
Al respecto, Tofoni explicó que “nunca hubo un contrato de ningún tipo”, por lo que “no hay deuda ni daño”. “Hay que salir de ahí: es como que alguien se enoje porque en una negociación, negociaste tu casa, no te la compraron y te enojás. Hasta que no está la escritura, no está vendida”, puntualizó.
A Vélez Sarsfield iba a comprarle a Valentín Gómez, pero no para que jugara en Estudiantes. En ese caso, su agencia de representación de futbolistas, Eleven, se comprometió a abonar la cláusula de rescisión para llevarlo al Udinese y hasta se firmó un precontrato. El negocio se cerró de palabra y el club de Liniers habilitó al defensor a viajar a Italia, pero tendrá que volver a su país porque expiró el mercado de pases y el dinero no llegó.
Al respecto, Fabián Berlanga, presidente de Vélez, explicó a ESPN que Gillett “le había prometido al futbolista que ejecutaría su cláusula de rescisión y lo liberaría para sumarse al conjunto italiano, pero el dinero nunca apareció y la historia terminó con el jugador de vuelta en Argentina”.
“Con Vélez no hay daño, porque Vélez no perdió nada. El tema es el jugador, que tenía la ilusión de jugar en Europa y se había firmado un precontrato, y Foster tendría que haber disparado esos fondos. Como el banco lamentablemente todavía se los tiene bloqueados, buscarán otro mercado porque el italiano ya cerró. Todavía queda una ventana en Inglaterra, o podría ser también la MLS. Hasta que Foster tenga su equipo europeo, y pueda ir ahí”, dijo Tofoni.
Desde los tres clubes involucrados en Argentina, aseguran que “no atiende el teléfono” y su imagen empieza a levantar sospechas. En Uruguay, donde el marco legal es menos complejo porque las SAD llevan ya dos décadas operando de forma legal en el fútbol, todavía no se inauguró el libro de quejas. Rampla Juniors, que de su mano ya cerró algunas altas buscando el ascenso en la Segunda División profesional, recibió la primera partida del dinero que se comprometió a invertir para cancelar deudas y luego competir, ascender y jugar copas.