El estado de Río Grrande do Sul está atravesando un momento crítico, con inundaciones que han afectado a miles de personas en los últimos días. La ciudad de Porto Alegre es una de las más perjudicadas y, por ese motivo, Gremio e Internacional no han podido jugar sus partidos.

Varios futbolistas de ambos clubes, como Sergio Rochet, han colaborado con comida para los afectados, pero otros han optado por irse del país a raíz de que su zona de residencia está más afectada, como es el caso de Felipe Carballo, quien vivió una odisea para volver a Uruguay.

“Lo que está pasando es catastrófico, por suerte pude venirme a Uruguay. En mi casa de Brasil entró apenitas el agua, pero el barrio está todo inundado, estábamos sin electricidad e incomunicados. Por suerte pude ir caminando a lo de Cristian Pavón, un compañero”, indicó este viernes a 100% deporte de radio Sport 890.

“Toda la ciudad y el alrededor está muy mal, hay gente en el club que aprecio mucho y ha perdido todo. Fue muy de golpe que empezó a crecer, al estar incomunicado salí a caminar, llegué a lo del argentino Pavón y con él, con la comida que teníamos, pasamos dos noches”, recordó.

Y siguió contando: “El último día fui a mi casa con una especie de tabla y cuando estaba yendo me levantó un bote y nos fuimos con la familia de otros compañeros hacia Porto Alegre, donde había zonas no inundadas. Allí nos hospedó durante una noche otro compañero y avisaron que la ciudad no estaba dando abasto”.

“Estaba bastante asustado por estar solo y tomamos la decisión con varios compañeros de venir. Fue más largo que difícil, tuve que ir a Florianópolis unas siete horas en auto, de ahí fui Córdoba, luego a Buenos Aires y de ahí a Montevideo”, indicó el mediocampista del Gremio.

Su lesión

Una pubalgia lo hizo perderse muchos partidos, al punto de que no juega desde el pasado 6 de diciembre, ante Fluminense: “Por momentos se me hizo insostenible. El gran problema mío fue que seguí dándole porque quería jugar, que también tenía la oportunidad de la selección. Cuando tenés inflamado y le seguís dando, se hace más duro y queda más difícil de solucionar”.

“En diciembre cuando paramos tomé la decisión de operarme por una hernia inguinal. La recuperación fue difícil porque es algo con lo que tenés que aprender a convivir; nunca me había pasado de estar tanto tiempo afuera y se hace bastante tedioso para mí y para el alrededor”, dijo, y cerró: “El fin de semana ya iba a jugar después de unos meses difíciles, estoy con muchas ganas, pero ahora no se me está pasando por la cabeza porque hay gente pasándola muy mal”.