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Finlandia se quedó en solitario como la gran revelación del Eurobasket tras derrotar 93-79 en cuartos de final a la otra gran aspirante a ese título honorífico, Georgia, y tras lograr ya la mejor clasificación de su historia buscará seguir soñando hasta donde el torneo le permita.
El choque arrancó equilibrado, con los contendientes siendo incapaces de anotar dos canastas seguidas en los primeros cinco minutos de juego, y separados por apenas tres puntos a falta de dos y medio para el final del primer cuarto. Fue ahí donde Sasu Salin dio la señal para comenzar a acribillar desde lejos a los georgianos.
Dos triples suyos, más uno de Oliver Nkamhoua y otro sobre la bocina de Mikael Jantunen, que ya había acertado desde el perímetro previamente en los compases iniciales, rompieron por completo el duelo con un parcial de 12-2 (28-15). No sólo eso, sino que además marcaron la senda de lo que iba a ser el segundo cuarto, en el que el 6 de 10 en ese apartado de los primeros 10 minutos se convirtió en un 4 de 5, con Salin y el propio Jantunen firmando entre ambos 6 de 7 al descanso.
Ante ese vendaval triplista Georgia solo pudo ponerse a cubierto y esperar a que escampase, frustrada por la impotencia de ver que sin hacer las cosas excesivamente mal su desventaja no paraba de crecer por culpa de unos jugadores nórdicos que veían el aro como si fuera una piscina (57-40).
A la vuelta de los vestuarios con paciencia, sin conceder tiros libres, mejorando en el rebote y aprovechando el mayor número de pérdidas del rival, cambió algo el panorama. Tampoco excesivamente, pero sí lo suficiente como para no ver el enfrentamiento perdido al llegar a la media hora.
Un parcial de 0-7 en menos de dos minutos les permitió acercarse a trece. Y tras intercambiar canastas, un 2-7 dentro en el último minuto y medio del tercer cuarto, con un robo más canasta de Alexander Mamukelashvili en la última jugada, marcharse a las sillas de pensar por debajo de la frontera psicológica de la decena (71-62).
Encima de la ola buena que debía llevarlos a la remontada, los georgianos retornaron al parqué con ganas de seguir pisando el acelerador ante una Finlandia que cada vez los veía más cerca por el retrovisor. Entre Mamukelashvili y Goga Bitadze pusieron a los suyos a seis en dos minutos y quince segundos, un susto que no pasó a mayores gracias a un triple de Miro Little.
Era un momento para templar los nervios y jugar con cabeza, pero falló en esa interpretación Bitadze. El pívot de los Orlando Magic, referente de los suyos, cometió una antideportiva, que sumada a otra técnica en el segundo cuarto lo mandó a los vestuarios. Además, Finlandia salió de la situación con cinco puntos; los de los libres de Jantunen y tres más de Nkamhoua merced a un triple.
Sin tiempo para lamentaciones la respuesta en el otro aro fue incluso más contundente por medio de Mamukelashvili desde fuera y Tornike Shengelia y Kamar Baldwin desde la línea de personal. Otra amenaza que diluyeron de nuevo los finlandeses a su manera, con Elias Valtonen acertando desde lejos dos veces para dejar casi cerrada la contienda.
A partir de ahí poco pudieron hacer los georgianos, que fruto de la desesperación vieron cómo Shengelia seguía el mismo camino que Bitadze poco antes tras una dura falta sobre Edon Maxhuni. Una fea imagen que no empaña el buen Eurobasket del colectivo, que tendrá que ver por la tele como Finlandia se mide al ganador del Alemania-Eslovenia por un puesto en la final.
El finlandés Mikael Jantunen terminó con 19 puntos, Lauri Markkanen con 17 y Sasu Salin con 14 más siete rebotes. En Georgia, 22 unidades de Alexander Mamukelahbili, 19 de Duda Sanadze y 18 de Tornike Shengelia.
Más tarde, Alemania, actual campeona del mundo, logró clasificarse para las semifinales, en las que se enfrentará a Finlandia, tras derrotar en un vertiginoso duelo a la Eslovenia de Luka Doncic (99-91), quien una vez más volvió brillar como nadie al acabar con 39 puntos, 10 rebotes, 7 asistencias y 36 de valoración.
En un torneo abonado a las sorpresas, los alemanes eran de momento los únicos que habían sobrevivido de la “trinidad” de favoritos a priori que formaban también Serbia y Francia. Además, dejando muy buenas sensaciones; siendo los únicos con más de cien puntos de media por encuentro (102.3) y ganando todos sus partidos por 19 o más.
Así las cosas, la de los eslovenos se planteaba como una lucha de lo colectivo contra lo individual, con Doncic como representación de esto último. Y el base, que lideraba la general de valoración media con 36.7 dígitos por noche, 4.7 más que el primero; que se había convertido en el cuarto jugador desde 1995 que lograba un triple-doble en el torneo; y que ante Italia había metido la mitad de los puntos de su equipo y había superado en eficiencia al resto de sus compañeros juntos; no iba a achantarse.
Ponerse al frente para dejar por el camino a la campeona del mundo, y alcanzar con ello las semifinales, era un estímulo demasiado apetecible como para no esforzarse por hacer el más difícil todavía. Y si bien empezó con solo un 1 de 5 en tiros y dos faltas en menos de tres minutos y medio, poco a poco se fue calentando para cumplir con lo que se esperaba de él.
Su rendimiento sobresaliente era algo con lo que probablemente ya contara Alemania, que estaba obligada a brillar como grupo, apoyada en referentes como Franz Wagner o Dennis Schröder, para equilibrar o superar lo que él hiciera. Pero en el primer cuarto no pudo funcionar con la solvencia de otras ocasiones.
Lastrada por un 1 de 7 en triples; con Wagner metiendo siete de sus primeros nueve puntos desde la línea de tiros libres; y entregando más del doble de rebotes al rival mientras repartía cuatro asistencias menos; se vio superada por la entrega de los eslovenos. Un panorama que se tradujo en once puntos de renta favorable para estos últimos a los diez minutos (21-32).
En el retorno al parqué, aprovechando un tramo en el que Eslovenia se cegó en los lanzamientos exteriores, fallando hasta seis seguidos, un parcial de 13-2 permitió a los de Álex Mumbrú -recuperándose aún de una pancreatitis aguda y presente en el Riga Arena; donde cedió de nuevo la dirección del equipo a su 'segundo', Alan Ibrahimagic- acercarse. Llegaron incluso a empatar, pero nunca a ponerse por delante. Y eso dio confianza al oponente, que con un 4-9 favorable se fue al descanso creyendo firmemente en sus posibilidades (45-5).
No sólo eso, sino que con el resto al auxilio Doncic fue estirando poco a poco la renta, que llegó a ser de +9 después de un triple de Klemen Prepelic, junto al de Los Ángeles Lakers dos de los cuatro supervivientes de la plantilla que fue capaz de ganar la competición en el 2017. Parecía todo donde lo querían justo antes de llegar a la media hora, pero un acierto de Wagner y un triple sobre la bocina del cuarto de Tristan da Silva complicaron las cosas de repente (70-74).
Lejos de ser balas de fogueo, se convirtieron en el inicio de una ráfaga que se tradujo en un 7-0 de salida para que los germanos se pusieran por delante por primera vez desde el 17-15. Un contexto novedoso al que siguió respondiendo brevemente Eslovenia. Sin embargo, la carrera de fondo terminó por hacerse larga y en los metros finales, después de venir acelerando desde atrás, Alemania acabó levantando los brazos de alegría tras fallar poco en los decisivos tiros libres.
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