Eugenio Figueredo rompió el silencio: la cárcel, los “viáticos importantes” y qué evitaría

Eugenio Figueredo, histórico dirigente que estuvo al frente de la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF) y de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), además de estar en FIFA, fue uno de los grandes implicados en el FIFA Gate, un escándalo de corrupción por el que hubo decenas de detenidos.

Una década después de haber sido acusado, Figueredo rompió el silencio y contó todo lo que pasó en ese momento. “Fue una sorpresa mundial porque nadie pensaba que podía suceder un episodio de ese calibre. No sabíamos de qué se trataba”, comentó sobre el momento de la detención.

“Fuimos llevados a una dependencia a las seis de la mañana. Cuando terminó todo ese trámite, todos fuimos a las celdas. No me daba cuenta de lo que estaba pasando”, añadió el dirigente en diálogo con el programa Las voces del fútbol de radio El Espectador Deportes.

“Al otro día, un suizo-alemán, por un micrófono, decía que había una hora para caminar en un patio. Veía que me miraban y señalaban”, apuntó sobre la cárcel, y recordó: “Cuando volví a la habitación [la celda], habían puesto un televisor; busqué los canales y ahí estaba todo lo de la FIFA. Ahí tomé conocimiento de lo que se trataba”.

“Me quedé quieto hasta que recibí la visita de mi esposa, que ella había ido a FIFA a pedir un abogado. Me puso al tanto de lo que era en ese momento, porque no sabíamos las connotaciones que tenía a futuro”, añadió.

Y siguió: “El abogado me informó de que estaba acusado por cinco delitos. Me dijo: ‘Por este, no es delito en Zúrich, por este es el 50%, por este otro no lo puedan juzgar tampoco’. Entonces quedaba la opción de que fuera a Estados Unidos y respondiera por tres de los cinco delitos”.

“A muchos compañeros se les hizo difícil y rápidamente se declararon culpables, y se los llevaron a Estados Unidos para ser juzgados”, indicó, y aseveró: “Yo era el penúltimo y aguanté. Pasó el tiempo, no aceptaba ir a Estados Unidos y, a los siete meses, en una gestión hecha en Montevideo, logro que Uruguay me pida para ser juzgado acá”.

“No tenía ningún delito en Uruguay, por lo que tenía que hacer un convenio. En Estados Unidos me iban a pedir un dinero por esto, un dinero por lo otro, entonces prefería venir y pagarlo en Uruguay. La Justicia suiza decidió mandarme a Uruguay”, reveló.

“Si hubiese ido a Estados Unidos, ahora estaría como ellos [los otros arrestados], esperando una condena”, afirmó.

Su vida en prisión

Estuvo seis meses detenido en Suiza, etapa que recordó: “Empecé a averiguar cómo era el funcionamiento interno para que se haga menos pesado. Me fui interiorizando de los trabajos que se hacían y te permitían salir”.

Trabajó en la biblioteca de la cárcel y aseguró que “la comida era como la de un hotel; venían en la mañana con un carro con chocolates, té, café, frutas”. “Había un supermercado abajo que pagabas y te subían lo que pedías”, ahondó.

“Uno de los problemas es que te empezás a olvidar de las cosas, entonces empecé a apuntar los números de teléfonos y nombres que me acordaba. Eso me mantuvo mentalmente activo”, señaló.

Su esposa lo visitaba y lo mantenía al tanto. “Lo más difícil fue lo que pasó mi familia en Uruguay. A mi mujer le debo el 80% de lo que pasó porque trabajó mucho para que yo esté en Uruguay”, subrayó.

Las “coimas” y el juicio

“En Estados Unidos había que declararse culpable, que era aceptar lo que ellos decían que era cierto: lavado de dinero, que no existía, lavado de droga, que no existía, organización para delinquir, que no existía. Si no aceptaba, iba preso”, comentó, y agregó: “Faltando un día para que los suizos me mandaran a Estados Unidos, llegó el pedido de Uruguay”.

Antes de viajar hacia Uruguay, Interpol logró que estuviera en la sala de espera de pasajeros en el aeropuerto: “Pasó un uruguayo, me sacó una foto y le mandó para acá. Antes de tomar el avión ya estaba saliendo en los diarios en Montevideo”.

Con respecto al convenio para ser juzgado en nuestro país, indicó que el mismo decía que “tenía que devolver el dinero para reparar el daño”. “El dinero no era otra cosa que los sueldos que tenía por la FIFA y por la Confederación, que estaban en un banco. Pensé que era intocable, pero me lo confiscaron”, aseguró.

“Lo demás eran las últimas propiedades que había comprado, porque hacía mucho tiempo que trabajaba con una empresa. Negociamos y hasta que, en el último momento, una propuesta que me hicieron no acepté; había más gente afuera que mandaba en lo mío, no solo el fiscal Gómez. Cuando volvió, aceptó que no me iban a tocar una de las propiedades que tenía”, prosiguió.

Sobre lo que le sacaron que le pertenecía, apuntó: “No tenía otra. ¿Qué otra tenía? ¿Irme para Estados Unidos? Lo que no quise es que las cosas que me quedaron las pudieran comercializar, porque yo salí sin nada, ya no tenía plata en el banco”. “Por supuesto” que le sacaron más del 10% y “remataron todo en 3.600.000; si me hubiesen dicho que lo iban a rematar en eso, hubiese hecho las ventas yo y vendía mejor”.

Consultado sobre si le importaba la opinión de la gente en ese momento, fue claro: “Cuando vine para acá me di cuenta de que nada había cambiado. Mis amigos seguían siendo mis amigos. Yo salía a tomar un café y nadie me decía nada; me miraban y decían ‘ese es Figueredo’”.

Ante la pregunta de que si no se participaba de las coimas no se podía trabajar en FIFA o Conmebol, fue contundente: “Hoy se trabaja, lo que pasa es que se oficializó. La gente tiene que saber que no hay nadie que no cobre”.

“Yo prácticamente no vivía en Montevideo, iba de país en país, entonces tenía un viático importante. Entendieron que era una coima, pero la coima no tiene pena”, ahondó, y siguió: “Depende de la importancia del trabajo que hacías. Si ibas a controlar los partidos, era una cosa, si ibas a una oficina 35 días, era otra. Lo determinaba la empresa que tenía los derechos”.

“No creíamos que fuera un delito, nos pagaban por trabajar. Si no iba, no me pagaban. No fue delito en Argentina, tampoco en Perú, y no fueron presos”, expresó.

Y concluyó: “Si pudiera ir para atrás, trataría de evitarlo por lo que pasó con mi familia. Lo otro, estaba preparado para enfrentarlo como lo enfrenté”.