Diego Riolfo es uno de esos casos especiales que hay en el fútbol. No por su talento, que era exquisito y enamoró, sobre todo, a los hinchas de Wanderers, sino porque pudo compaginar su actividad profesional con el estudio, y hoy, más de dos años después de su retiro, ejerce la profesión con la que soñó desde niño.
A lo largo de sus 14 años de carrera, se operó dos veces del ligamento cruzado, por lo que comenzó a tener un desgaste en el cartílago que le generaba “mucho dolor”. Por ese motivo, en 2023 dijo basta y colgó los botines.
Con apenas 33 años le había llegado el momento que ningún futbolista desea. “Los médicos me dijeron que ya no iba a poder competir al máximo nivel. Entrenar con dolor y llegar a mi casa y que mis hijos me preguntaran ‘¿te duele?’… Ya veía que estaba más afuera que adentro”, recordó en diálogo con Montevideo Portal.
“Me costó mucho” el retiro. “Me acuerdo de mañanas de estar en casa, mirar por la ventana y no tener ninguna actividad que hacer”, contó.
“Me levantaba, desayunaba, llevaba a los nenes al colegio, llegaba a casa y era como ‘bueno, hoy qué me espera’. Era todos los días lo mismo y, en un momento, decía que tenía una reunión y me iba a la playa a caminar, a tratar de despejar la cabeza”, ahondó.
En ese momento, “dejás de hablar con gente, ya no tenés el cara a cara, es todo por celular; algunos te escriben para ver cómo estás, pero ya no es tanto”. “Y tus redes sociales, que antes se llenaban de notificaciones; de a poquito ya nadie te escribe”, siguió.
“Lo lindo del fútbol es que vos llegás al fin de semana con un desafío, pero cuando dejás esa parte, el desafío desaparece y tu única preocupación es generar un ingreso para sustentar a tu familia”, reflexionó.
Un nuevo comienzo
Pese a esos momentos de incertidumbre, Diego ya estaba más que preparado. Y es que en el año 2018, aún en actividad, se recibió de licenciado en Economía en la Universidad de la República: “El haber podido estudiar y tener un respaldo me animó a tomar la decisión [de retirarse]”.
Eso le permitió tener una formación académica que, posteriormente, lo ayudaría a tener una rápida inserción laboral, algo importante porque “nunca es fácil para el jugador reinsertarse en la sociedad para trabajar de algo que no hizo nunca”.
“Después de haber pasado esos meses de tristeza, hoy ya estoy inmerso en el mundo laboral activo, como cualquier ciudadano”, indicó quien hoy trabaja como desarrollador inmobiliario en la empresa Kaizen Group UY y que, además, asesora a futbolistas con sus finanzas.
“A los treinta y pico de años dejar lo único que hiciste en tu vida y empezar a buscar un trabajo de algo que nunca hiciste, siendo además una persona grande para el mercado laboral, es bastante duro”, por esto está “trabajando con muchos futbolistas, ayudándolos en la parte del ahorro y de las inversiones”.
“Por lo que me preocupé, después del fútbol, fue por tener actividades laborales en las que yo pudiera administrarme los tiempos. Nunca había podido disfrutar los fines de semana, y lo más lindo fue poder disfrutarlo con mi familia”, señaló, y añadió: “Sigo teniendo mi rutina de ir a entrenar de mañana y después sí me voy a la oficina. Trabajo, pero siempre administrándome las reuniones y los horarios”.
Con respecto a su actividad laboral, contó: “No tengo un horario fijo. Estoy trabajando con muchos jugadores y hay muchos que están en el extranjero, entonces la diferencia horaria, de repente, me hace estar empezando un Zoom a las 11 de la noche, pero es algo que me gusta”.
“Siento que conozco el fútbol por dentro, porque uno nunca lo termina de conocer totalmente. El haber vivido todo eso me hace empatizar con las realidades que viven otros compañeros”, mencionó, y comentó: “Mi objetivo es que traten de entender lo importante que es que desde jóvenes empiecen a ahorrar algo, empezar a generar alguna inversión, porque la transición, sobre todo en la parte económica, es bastante compleja”.
Es importante el asesoramiento, porque “si uno, a la parte de tristeza, le agrega lo económico, ahí se puede generar un combo que no está bueno”, y “ya hemos visto un montón de casos cercanos en los que las decisiones que va tomando cada uno no son las mejores”.
Lo que fue, y lo que es
“Fui un caso especial en la parte futbolística porque empecé a jugar en inferiores a los 18 años. Cuando me fui a probar a Central Español, ya arrancaba la facultad, entonces, como que las dos cosas las hice al mismo tiempo, desde el día uno”, recordó.
Si bien no es fácil compaginar ambas actividades, sostiene que “sentía que si me administraba bien los horarios, podía cumplir con las dos cosas”.
“Siempre me gustó la economía y analizar los números; en mi casa hablaba con mi padre de los gastos e ingresos”, por eso “soñaba con ser un economista de análisis macro, de cómo era la realidad del país, desempleo, inflación”.
“Después me empecé a interesar mucho por las finanzas, la parte del mercado financiero, del mercado de valores, y terminé haciendo un posgrado de eso; pero la vida me terminó llevando al desarrollo inmobiliario, porque el uruguayo se va acostumbrando a ver el ladrillo y a que la inversión inmobiliaria le dé tranquilidad y seguridad; pero siempre desde el lado de números, riesgos, variabilidad, intereses, rentabilidades”, ahondó.
Cuando jugaba en Uruguay [Central Español y Wanderers] era un poco más sencillo estudiar “porque podía ir a clases y dar los exámenes”. Sin embargo, en el extranjero [Recreativo de Huelva, Necaxa y Godoy Cruz] “no era tan fácil, porque la licencia no coincidía con los calendarios de exámenes”.
Por ese motivo, “cuando volvía no podía dar exámenes”, por lo que planteó “que se cree una mesa especial para los jugadores que están compitiendo afuera, pero los recursos de la Udelar son escasos y tampoco es que todos los que trabajan en el exterior pueden pedir una mesa especial”.
“Daba algún examen libre y así fui avanzando. Me llevó más de diez años la carrera, pero nunca tuve apuro en recibirme, porque iba a trabajar en el fútbol hasta que el cuerpo me diera”, explicó.
Ante la consulta de cómo era el apoyo que recibía de parte de los clubes, recordó: “En mi primera experiencia en juveniles, tuve un entrenador que, mirándome a la cara, me dijo: ‘Es el fútbol o es la facultad, las dos cosas no podés hacer. Si te vas a dar la revisión el fin de semana, no voy a contar contigo en todo el año’”.
“Obviamente, fui a dar la revisión y me quedé corriendo alrededor de la cancha tres meses; ni siquiera en el fútbol interno me ponía. El objetivo que tenía de recibirme de economista no me lo iba a modificar nadie”, agregó.
“En Primera División ya tuve mucho más apoyo, y tuve entrenadores que me valoraron eso y que me decían ‘si tenés que irte de un entrenamiento, no pasa nada’. Incluso fui a dar un examen antes de un partido de Copa Libertadores, y el entrenador me dijo ‘andá tranquilo que te va a hacer bien’”, sostuvo.
Nada es como antes
“Hoy en día hay un cambio cultural y los chicos, de a poco, están entendiendo que, además de jugar al fútbol, uno puede tener horarios para profesionalizarse en otras áreas y preparar el futuro”, detalló.
Algunos compañeros le preguntaban “qué estaba haciendo” con sus finanzas: “Yo le decía ‘hago esto, me parece que puede estar bien’ o ‘acá hice esto y me fue mal, no lo hagas’. Esas experiencias las iba trasladando”.
“Después de que dejé el fútbol, me encargué para dedicarme 100% a eso, a planificar y establecer una hoja de ruta de los años de carrera que uno puede tener, con ciertos ingresos, y ver qué podemos lograr para que, cuando te retires, tener una base para arrancar”, señaló.
“El fútbol no da herramientas para estudiar”, sino que estas se dieron gracias al “desarrollo tecnológico que hubo después de la pandemia, porque hoy podés hacer un montón de cursos de manera online”, y hoy “hay muchos chicos que están terminando el liceo a través de un programa que tiene la Mutual, que es online”, mientras que “antes, la gran mayoría no había terminado el bachillerato”.
“Recibo un montón de consultas de ‘¿dónde puedo estudiar una carrera terciaria?’, ‘¿curso de grado?’. Todo eso es un cambio cultural que se está habiendo desde el vestuario, y también porque el mercado laboral está más exigente, porque hoy con el liceo terminado no es que conseguís un montón de trabajos, tenés que profesionalizarte y formarte en algo más. Antes, ninguno de mis compañeros estudiaba, y en mi último plantel de Wanderers éramos cinco o seis los que estábamos estudiando”, contó.
En el fútbol uruguayo “no existen herramientas” que faciliten el estudio para los jugadores, y ”mucho menos en inferiores, donde todavía siguen existiendo partidos entre semana y entrenamientos a cualquier horario, que a los chicos les dificulta para ir al liceo”.
Aseguró que hay un gran interés de parte de los futbolistas “en administrar sus finanzas” porque “saben que las chances de irse al extranjero pueden aparecer en cualquier momento, y ahí es donde hacés la diferencia”.
“Hay un cambio cultural de estudiar algo más, sobre todo porque empezamos a ver casos de jugadores muy conocidos que se retiran y empiezan a tener no solo síntomas de depresión y alcoholismo, se separan de sus mujeres, sino que también tienen problemas económicos, entran en bancarrota porque no pueden mantener el patrimonio que crearon, porque vos te acostumbrás a gastar un montón de dinero cuando tenés ingresos altos, y cuando se te cortan seguís gastando igual”, expresó.
Diego aconseja “siempre buscar algo que te guste para no solo formarte para el futuro, sino para despejar la cabeza del fútbol, que te mete en un mundo de mucha presión”, porque “si estás pensando todo el día en eso, es difícil tener un buen rendimiento”.
“Cuanto antes arranques a ahorrar y tener una conducta ordenada, y acompañar eso con formación, mejor”, porque así “el retiro va a ser mucho menos traumático”, indicó.
Los jugadores que están más próximos al retiro son los que más le consultan, pero aclaró: “A los que yo trato de escribirles para juntarme o para plantearles algo es a los más jóvenes, porque entiendo que ahí está el valor”.
“Me pasó de tener un compañero que me dijo ‘nunca tuve nada, ¿ahora que tengo, no me voy a dar los gustos?’ También es entendible, pero todo en su justa medida”, recordó.
¿Qué pasa en Uruguay?
“El mercado del fútbol uruguayo no da para hacer grandes ahorros e invertir, pero sí te prepara para irte al exterior. No tenemos un mercado desarrollado para que un jugador haga toda su carrera en Uruguay, salvo que sea por fuerza mayor”, aseveró.
En este país, “la mayoría de los jugadores gana el sueldo mínimo, que para un joven es muy alto para lo que gana la sociedad en general, pero cuando te acercás a los 27, 28 años, y empezás a tener una familia, ya no te da”.
“El futbolista tiene una curva de ingreso contraria e invertida a la del ciudadano común: el joven puede estar ganando mucho y, a medida que va pasando su carrera, su ingreso empieza a caer, y en un ciudadano común, empieza muy de abajo y, a medida que van pasando los años, empezás a ganar más”, explicó.
“Uruguay, si bien ha mejorado en infraestructura y se lucha todos los años para que los salarios mínimos vayan mejorando, no tiene recursos para poder generar grandes ahorros para los futbolistas”, destacó.
Y cerró hablando de por qué sucede eso: “La principal razón, para mí, es el tamaño del mercado: no vendemos camisetas, no hay socios, no se venden entradas, los clubes en desarrollo juegan de local y pierden dinero. Es difícil que los clubes puedan pagar grandes salarios”.