Real Madrid venció 2-1 al Shakhtar Donetsk ucraniano por la tercera fecha del grupo F de la UEFA Champions League, con la presencia del uruguayo Federico Valverde desde el arranque en el Merengue.

Real Madrid encontró un rival propicio para reencontrarse con sus mejores sensaciones. Valverde apareció en el centro del campo y encontró una autopista en la banda derecha, libre para su potencia, por el movimiento táctico de Rodrygo hacia el centro, que definió y abrió el marcador.

Desató el equipo de Ancelotti los momentos de un fútbol más vistoso de su temporada. Era un asedio que sobrepasó al Shakhtar, sin respuestas ni capacidad de frenar una conexión letal. De Valverde a Rodrygo, la pared con Benzema, el pase al espacio y la definición de Vinícius.

El segundo parecía sentenciar el partido y anunciar una goleada. En plena avalancha, Benzema buscaba su reencuentro con el gol, a Vinícius le impedían bajo palos su doblete y, más tarde, se topaba con Trubin en una de esas que un goleador no debe perdonar. Perdonó tanto el Real Madrid que, aunque pareciese increíble, la primera llegada con peligro del Shakhtar puso el partido en un puño.

La tijera libre de marca de Zubkov al pase desde la izquierda de Mykhaylichenko, volvió a sacar las carencias defensivas de un Real Madrid que no logra dejar su portería a cero en ningún partido.

Y así, con un exceso de confianza, el partido pasó de tener cara de goleada a convertirse en aviso si se levantaba el pie del acelerador, como demostró Alaba al borde del descanso, perdiendo la marca y permitiendo a Shved sentirse cerca del empate.

Recuperó la actitud en la reanudación un Real Madrid que salió volcado en busca de la sentencia, constantemente en área rival, pero sin precisión en el momento de la definición. Alaba de cabeza y el enésimo disparo de Valverde fueron los intentos más claros, junto a la mano firme de Trubin a Rodrygo para evitar el tanto por bajo.

El mérito del Shakhtar fue la resistencia, lograr no perder la cara al partido cuando fue atropellado y esperar su momento. Pudo ser con su estrella, Mudryk, en una carrera que descosía a la zaga blanca y acabó con Lunin sacando como pudo un rechace.

El apagón madridista llegó siendo dueño de la posesión, pero sin verticalidad, con un susto en un balón muerto en el segundo palo y ante algún intento final sin precisión del Shakhtar. El duende de Benzema no aparece, alejado de nuevo del gol pese a sus intentos, con dos claras finales cuando el palo impidió el tanto de Marco Asensio. Lo mejor era el pitido final del colegiado para un Real Madrid que bordó el fútbol por momentos y sintió la exigencia en cuanto rebajó su intensidad.