Un gesto desafiante a Louis Van Gaal, una actitud de “chico duro” en un partido tenso y hasta un enfrentamiento verbal en el post-partido contra un jugador rival: Lionel Messi, habitualmente mesurado, mostró una cara distinta.

“Tampoco le voy a dar consejos yo a Van Gaal, pero no es fácil hacerlo jugar enojado, crece”, dijo el seleccionador Lionel Scaloni a la televisión argentina al término de la clasificación de Argentina para semifinales del Mundial.

Incluso después de su gol de penal Messi festejó haciendo el gesto del como Topo Gigio, que consiste en llevarse ambas manos a los oídos con las palmas abiertas para simular unas orejas grandes como las del personaje infantil, un ratón, que le da nombre.

Un gesto desafiante que en el imaginario del hincha argentino está ligado al exfutbolista Juan Román Riquelme. Messi fue preguntado por ello a su paso por la zona mixta del estadio de Lusail.

"Son cosas del momento, del partido", comenzó diciendo el delantero del París Saint-Germain, antes de admitir a quién se lo había dedicado: el seleccionador neerlandés, Louis Van Gaal.

“Estaba con bronca por el prepartido porque un técnico como es Van Gaal, con la experiencia que tiene, con los partidos y la batalla que tiene a lo largo de su carrera, que hable de la manera que habló, que falte al respeto como faltó al respeto... Creo que no tenía por qué ser así. No tiene sentido y sentí que había faltado al respeto a la selección argentina", añadió.

Van Gaal había enviado algunos dardos en los días previos. Uno de ellos hacia Messi, al recordar que en la semifinal perdida por su 'Oranje' ante Argentina en el Mundial de Brasil-2014 la 'Pulga' "no había tocado un balón".

Tranquilo fiera

Sobre el césped, Messi tuvo varios momentos de carácter ante los rivales y las cámaras captaron también cuando se acercó al banquillo neerlandés y recriminó al exfutbolista Edgar Davids, integrante del cuerpo técnico de Países Bajos, haber hablado demasiado.

Messi también mostró los dientes en sus declaraciones después del partido al cargar contra el árbitro, el español Mateu Lahoz, considerando que "no estuvo a la altura".

"No se puede poner un árbitro así para unos cuartos de final de un Mundial", dijo.

Messi se vistió el traje de capitán. Habla largamente después de cada partido, más que nunca, y fue el elegido como portavoz del vestuario después de la derrota del debut ante Arabia Saudita.

A sus 35 años y con cinco Mundiales a sus espaldas, Messi parece ahora con más personalidad que nunca.